Nacido
en Madrid en 1898, a partir de 1916 Bores comenzó a estudiar pintura, fue
realizando copias de los clásicos en el Museo del Prado, e inició así en ese ambiente su trayectoria como pintor e
ilustrador.
En 1922 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Al año siguiente
se relaciona con el movimiento ultraísta, fue participando en tertulias, y
frecuentando los círculos literarios y la Residencia de Estudiantes.
Que
la exposición tenga lugar en ese espacio hoy mítico, en el que se reunieron los
escritores y artistas más relevantes en la España de la segunda década del
siglo XX, central para lo que se llamó “la Generación del 27”, es un viaje en el
tiempo que nos permite recobrar y conocer la figura de Francisco Bores con
los mejores ecos y resonancias.
La exposición se
articula en dos grandes secciones: «Madrid (1898-1925)» y «París (1925-1972)».
Se han reunido más de un centenar de obras de Bores: óleos, dibujos y grabados,
a las que acompañan cinco piezas de otros artistas que coincidieron con él en
ese ambiente vanguardista en Madrid. Y también un conjunto de documentos, revistas y materiales
impresos, y fotografías.
En el Madrid de los años
veinte, Bores estableció lazos de contacto y en ciertos casos de amistad, con
algunas de las figuras intelectuales y artísticas más relevantes, entre otros
con Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel,
Gerardo Diego, Emilio Prados, José Moreno Villa, Adolfo Salazar, Guillermo de
Torre, José Bergamín… algunos de los cuales aparecen en retratos en la
exposición realizados por Bores.
Sin embargo, parece que
desencantado por el escaso eco que los nuevos planteamientos artísticos iban
teniendo en España y según sus propias palabras porque sentía “en aquel momento
una acuciante necesidad de renovación”, se estableció en París en 1925, donde
conoció a Picasso y a Juan Gris, y fue integrándose en la plural e intensa
floración de las vanguardias artísticas, aunque manteniendo siempre su
independencia y autonomía. Allí residiría hasta el final de su vida.
Tanto en España como en
Francia además de en la pintura Bores centró su atención en la ilustración
visual, y ahí destacan sus diseños de cubiertas en los primeros años de la Revista de Occidente, así como diseños e ilustraciones para libros, en
todos los casos con una gran fuerza expresiva, como podemos ver en el recorrido
de la muestra.
En Francia también fue
ampliando en el curso de los años sus relaciones con importantes figuras
intelectuales y con artistas. Su llegada a París coincide, como indica en unos
escritos de 1957 el propio Bores, con el que se suele considerar “el último año
del Cubismo” pero él señala que no tuvo “ninguna relación con los últimos
cubistas”, y que en cambio los pintores con los que “sentía afinidad eran los
que estaban más cerca del Surrealismo”.
A partir de ahí se fue
consolidando su trayectoria pictórica, con juegos de líneas y dibujos, en los
que podemos percibir ecos cubistas abiertos, así como también la voluntad de
plasmar la vida en profundidad en sintonía con el horizonte surrealista. Todo
ello se plasma en sus temáticas: retratos, bodegones, desnudos y escenas
activas, en las que el dinamismo y la fuerza expresiva se superpone a una
figuración no mimética. Ahí se sitúa Bores: pintar desde dentro, en
profundidad, el aroma de la vida.
* BORES. Madrid-París (1898-1972). Comisaria:
Genoveva
Tusell. Residencia de Estudiantes, Madrid. Del
26 de diciembre de 2022 al 16 de abril de 2023.
* Publicado en EL CULTURAL: -
Edición impresa, 27 de enero – 2 de febrero, pg. 37.
-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20230130/francisco-bores-paris-busca-vanguardia/736426387_0.html