Reportaje en el tiempo
Interesante, sugestiva exposición, en
torno a la obra de Francisco Ontañón (Barcelona, 1930-Madrid, 2008), uno de
nuestros reporteros gráficos de mayor relieve. Con un montaje muy cuidado,
ordenado en secciones, se muestran 220 fotografías, procedentes de su archivo
personal y positivadas por él mismo, junto a todos sus fotolibros. Y también un
número importante de documentos: revistas con sus ilustraciones, portadas de
libros, y portadas de discos (en la era del vinilo). Todo ello nos permite
apreciar la diversidad temática y de soportes que caracteriza su intensa
trayectoria profesional.
Autorretrato (1962).
Autodidacta, Francisco Ontañón encontró
en la fotografía su forma decisiva de estar en el mundo. Como recuerda en el
catálogo de la exposición su hija Aurora, “la fotografía le enamoró de tal
manera que tuvo que dedicarse a ella en cuerpo y alma. Estábamos en plena
dictadura, y en nuestro país todo se aprendía a trompicones.”
Y también ella nos transmite las
palabras de su padre en las que establece que lo decisivo en su formación no
fue situarse al margen, sino la relación, desigual pero positiva, con los demás
seres humanos: “La fotografía es mi vida –contaba–, y si sé algo de ella no se
lo debo a mis estudios, que no los tengo, sino a la gente que he tratado en mis
viajes, en mi trabajo. He conocido personas maravillosas, sencillas, de gran
categoría, aunque también he tenido que trabajar con soberbios e incultos,
sobre todo famosos. Pero de todos ellos se aprende.”
Se acen portes. (Barcelona, 1954-1958. Colección
Familia Ontañón).
La trayectoria profesional de Francisco
Ontañón tiene sus inicios en su ciudad natal, Barcelona, en la segunda mitad de
los años cincuenta. Enseguida pasó a formar parte de algunos de los grupos de
fotógrafos más importantes de aquel momento: en 1958, de la Agrupación
Fotográfica de Cataluña, y poco después, ya en 1959, de AFAL, la Real Sociedad
Fotográfica, y La Palangana. Ámbitos, todos ellos, en los que utilizando como vehículo
la fotografía se sostenía una actitud crítica frente al conservadurismo de la
época.
En 1959 es contratado como reportero
gráfico por la Agencia Europa Press, por lo que se traslada a Madrid, donde
seguirá viviendo hasta el final de sus días. El núcleo de su trabajo fue
siempre la fotografía, pero entendida con una variedad muy plural de registros.
Cubierta de disco: KARINA (Hispavox, 1965).
Desde luego, la captación de la
actualidad, en función de los intereses comunicativos de la prensa. Pero, junto
a ello, también imágenes de los desniveles sociales en las ciudades, registros
y plasmaciones de la vida en las calles. O la atención a la naturaleza y a los
animales. Y de ámbitos que caracterizaban la España del tiempo: la caza, los
toros, las procesiones, el flamenco. O también el recorrido por los interiores
de los museos, como espacios de interacción entre los visitantes y las obras de
arte. En todos los casos, impresiona la calidad técnica de sus fotografías, su
intensa atención a los efectos de luz y de contraste, que deslizan ante nuestros
ojos el efecto de la vida en movimiento, y no simplemente de la imagen
detenida.
Portada de libro (EL LIBRO DE BOLSILLO, Alianza Editorial, 1971).
Lejos de todo deseo de elitismo, o de
cualquier tentación de superioridad, lo que Francisco Ontañón buscaba era el
compromiso con la vida, la seriedad
en el trabajo fotográfico, en paralelo con la seriedad que se exige en otros
trabajos humanos. En 1976, escribió: “De la fotografía lo que más me molesta es
la frivolidad de que se la pretende rodear. Me agradaría que mi oficio fuera
tan serio como lo puede ser la profesión de médico, carpintero o albañil.”
En ese sentido, es también importante
destacar la expansión que experimentan sus imágenes en asociación con el diseño
gráfico. Tal y como puede apreciarse en las portadas e ilustraciones interiores
de revistas como AMA, La Actualidad Española, o El País Semanal. E igualmente en el caso
de las cubiertas de discos, que nos dan una plasmación viva, con un cromatismo
intenso, de la música popular en la España de la segunda mitad del siglo XX. Y
también en sus colaboraciones en libros de escritores (Miguel Delibes, Alfonso
Grosso, Luis Carandell), y con el diseñador Daniel Gil en las excelentes
portadas de la colección El libro de
bolsillo, de Alianza Editorial.
Madrid (1966, Archivo Ontañón).
En síntesis, la obra de Francisco
Ontañón nos aporta la memoria viva de los registros fotográficos de la imagen
masiva, cuando aún no existían los soportes digitales. Es eso lo que vemos en
sus imágenes plurales y abiertas: el despliegue de la técnica fotográfica en el
espacio de la representación masiva. En definitiva, un reportaje que dura, que permanece, a través de su fijación en la
memoria visual, a través del tiempo.
* Francisco Ontañón: Oficio y creación. Comisario: Alberto Martín Expósito. Canal Isabel
II, Madrid. Del 6 de septiembre al 3 de noviembre de 2019.
* Publicado
en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.390, 14 de septiembre de 2019,
pp. 22-23.