domingo, 17 de noviembre de 2013

Marcel Dzama, exposición en Madrid


A través del agujero

La exposición en la Galería Helga de Alvear del artista canadiense Marcel Dzama (Winnipeg, 1974) es de una calidad excepcional. En ella se muestran una serie de 21 dibujos/collage coloreados, 3 muñecos/marionetas con las cabezas, las manos y los pies hechos con envases de hojalata, 3 cabezas escultóricas en papel maché con cuatro rostros cada una de ellas, un vídeo en blanco y negro de cuatro canales en el que vemos un tablero de ajedrez y una especie de ballet burlesco sobre un suelo ajedrezado, y una película de 35' 22'' más su guión gráfico [storyboard], que lleva por título Una danza de los bufones (2013), estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto.
 
 
Marcel Dzama: Une Danse des Buffons [Una danza de los bufones] (2013).
Guión gráfico [Storyboard],  10 dibujos, tinta, gouache y grafito.
 

Todo ello se articula como una unidad a partir del título de la exposición: A Trickster Made this World, que podríamos traducir como Un engañador hizo este mundo, que alude a la figura del Trickster o engañador, figura de la transgresión estudiada por los antropólogos, y que en las culturas humanas desempeña la función de cuestionar el orden establecido a través de la distorsión y la risa. Una figura que se prolonga en los bufones de corte, en los graciosos del teatro clásico, o en el joker de los naipes. Por otra parte, el título es una especie de referencia/homenaje a un libro del estudioso americano Lewis Hyde: Trickster Makes This World: Mischief, Myth, and Art [El engañador hace este mundo: jugarreta, mito y arte], publicado en 1998, y que ha tenido una reciente reedición en 2008 con el subtítulo Cómo la imaginación perturbadora crea cultura.
Así que ya saben dónde nos situamos: ante la obra de un artista que borra todo eco de seriedad, y sitúa su trabajo bajo el signo de la burla. Con la dureza de las condiciones de vida en nuestro tiempo, resulta inmoral pretender que este mundo "está bien hecho". Debe ser la creación de un espíritu burlón. Y, por eso, tras comprender, la mejor respuesta es la risa que rompe la pretendida estabilidad del orden, la que muestra sus fisuras. La risa dionisíaca.
Dzama es un artista fabulador, un creador de figuras y personajes alternativos: humanos con disfraces animales, uniformes, trajes ceremoniales y encapuchados, que recuerdan -estos últimos- a las distintas variantes de lo que llamamos terrorismo. Su lenguaje visual está próximo a los de Fischli & Weiss o Mike Kelley, aunque en esta exposición se rinde un homenaje explícito a Goya, utilizando en sus dibujos leyendas de algunas de las estampas de los Caprichos. Y es justo que así sea, porque ciertamente fue Goya el primer artista que mostró visualmente, con una intensidad hiriente, las omnipresentes y diversas imágenes de los monstruos de la sinrazón.
 
 
 

Marcel Dzama: A Gift for the Master  or A Fall down the Stairs  
[Un obsequio para el maestro o Una caída por las escaleras] (2013).
Tinta, gouache y grafito sobre papel, 46 x 38,4 cm.
 

Pero las referencias de este artista juguetón e iconoclasta, de una gran fuerza expresiva, remiten sobre todo a Marcel Duchamp, como puede apreciarse claramente en la película. El punto de partida de ésta es la última obra de Duchamp: Étant donnés [Dados] (1940-1968), presentada públicamente por vez primera en 1969, un año después de su muerte. Como en la instalación irreproducible de Duchamp, en la película de Dzama se nos invita a ver a través de un desgarramiento que abriría un agujero en la pantalla. Vemos entonces un cuerpo desnudo de mujer, en la misma posición y actitud de la escultura fragmentaria de la instalación de Duchamp.
 
 

Marcel Dzama: The Archers are Blind  
[Los arqueros están ciegos] (2013).
Tinta, gouache y grafito sobre papel, 53,7 x 46 cm.
 

Y a partir de ahí se desarrolla una acción enrevesada, de pesadilla, con personajes que vienen de un mundo alternativo, que sin embargo no es otro que este mismo en el que vivimos. Es una especie de ballet burlesco, con un protagonismo central de la figura de Maria Martins, la gran pasión de Duchamp que inspiró su Étant donnés. En el que también aparecen un hombre torturado, un juez-mago que lleva dos ojos pintados en sus mejillas, y personajes en un simulacro de estudio de televisión, condicionados por encapuchados con metralletas. Entre esos personaje, vemos a un hombre-mosca que, claro, remite a otro canadiense, el director de cine David Cronenberg. Al principio se corta la cabeza de un toro, que luego reaparecerá convertido en una especie de "dios-vaca", con una grandísima vagina en el pecho, de donde "renace" el hombre torturado. Al final, el hombre y la mujer, juntos, aparecen convertidos en esculturas. Y todo se cierra con el agujero del comienzo. 
En 2008, Marcel Dzama ya había entablado diálogo con Étant donnés, realizando un diorama que tituló Even the Ghost of the Past [Incluso el espíritu del pasado]. Esta película supone un paso más en esa dirección, invitándonos a ver a través del agujero: mirones en el arte y en la vida, la sinrazón de este mundo de locos, erizado de violencia y coerción. 


* Marcel Dzama: A Trickster Made this World; Galería Helga de Alvear, Madrid, hasta el 4 de enero de 2014.
 
 

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.114, 16 de noviembre de 2013, pp. 20-21.

domingo, 3 de noviembre de 2013

La colección de fotografía contemporánea de la Fundación Telefónica


Los árboles dejan ver el bosque


En la situación actual que se vive en el mundo de la cultura en España, con el IVA más alto de toda Europa para todas las formas de actividad cultural (salvo la edición de libros), con unos recortes presupuestarios en las instituciones públicas que colocan a éstas en una situación límite, y sin que ni siquiera se atisbe el inicio de la tramitación de la anunciada Ley de Mecenazgo, esta exposición de la Fundación Telefónica produce la sensación de un oasis en el desierto. Aunque tal vez se trate de un espejismo.
 
Jeff Wall: Overpass [Pasarela] (2001). Transparencia, 228 x 226 cm.
 
 
Iniciada en 2003, como relata María de Corral en un interesante texto en el catálogo, en un tiempo que hoy resulta bastante distante y distinto por el dinamismo cultural que entonces se vivía, la Colección de Fotografía Contemporánea de Telefónica es de una variedad y riqueza ejemplares. Su importancia radica en la positiva tarea de asesoramiento en las compras, que ha privilegiado la selección de obras de gran calidad, y no tanto de "nombres" como sucede en otros casos. Y, en todos los sentidos, es un ejemplo del tipo de apoyo a la educación y la cultura que la sociedad civil reclama a las empresas.
En la exposición se muestran algo más de 50 obras que, con toda su diversidad de líneas y planteamientos, permiten apreciar un panorama bastante completo de la fotografía contemporánea de intención artística. El arco temporal va desde la década de los setenta, cuando se produce la inserción plena, definitiva, de la fotografía en los circuitos artísticos, museos e instituciones, hasta ahora mismo. El paso decisivo en esa dirección fue la presentación de las obras fotográficas no en los formatos impresos de libros o revistas, sino como ampliaciones enmarcadas, o incluso como cajas de luz, reclamando así el mismo rango que la pintura en las salas de exposiciones.
 
Helena Almeida: Seduzir (# 9) [Seducir (# 9)] (2002). Fotografía en blanco y negro, pintura, 188,5 x 123,5 cm.
 
Entre las obras expuestas, como ya he dicho antes todas de gran calidad, encontramos las propuestas desencadenantes de John Baldessari, Bernd y Hilla Becher, o Jeff Wall. Están también Thomas Ruff, Thomas Strüth, Andreas Gursky, Per Kirkeby, Cindy Sherman, Richard Prince, Helena Almeida, Mona Hatoum, Shirin Neshat, Gabriel Orozco, Francis Alÿs y Vik Muniz. Importante la presencia de españoles: José Manuel Ballester, Sergio Belinchón, Jordi Bernardó, Bleda y Rosa, Pierre Gonnord, Gonzalo Puch, Xavier Ribas, o Javier Vallhonrat. Y con obras de la Colección que se exponen ahora por vez primera en este espacio: Miriam Bäckström, James Casebere, Willie Doherty, Stan Douglas, Paul Graham, Zhang Huan, Jürgen Klauke, Perejaume, Miguel Rio Branco y Salla Tykka.
 
 Gonzalo Puch: Sin título (1999). Fotografía en color, 126 x 180 cm.
 
El conjunto es claramente impresionante. Tal vez la única objeción, mínima, que se podría hacer es la escasa presencia de fotógrafos asiáticos, con la única excepción de Zhang Huan. Con un muy buen montaje, limpio, en las magníficas salas hace poco reformadas del Espacio Telefónica, nuestra mirada va del conjunto: la fotografía contemporánea ha alcanzado un rango artístico del máximo nivel, a las obras singulares: todas ellas expresión en el ámbito de la representación plástica de la complejidad y diversidad de registros de la experiencia de la vida en el mundo de hoy.
En este caso, definitivamente, los árboles: las distintas piezas, sí dejan ver el bosque: la imagen, de formas y reverberaciones plurales, de nuestro mundo. Porque la variedad de líneas y registros nos permite, a la vez, encontrar un hilo de unidad en todas ellas, una cuestión abierta que subyace. La fotografía nos permite ver de un modo nuevo, llegar hasta el mínimo detalle, e incluso a lo antes nunca visto durante milenios. Pero, entonces, y aquí la pregunta: ¿qué es lo que vemos?, ¿qué es la representación?
 
Pierre Gonnord: Herb II (2000). Fotografía en color, 103 x 103 cm.
 
La imagen fotográfica de intención artística transmite siempre un auto-cuestionamiento interior, inmanente. Lo que en ella se desvela es que la fotografía, toda fotografía, no es nunca, sin más, como tantas veces se pretende, una "prueba" o demostración de una verdad. Al contrario, la imagen fotográfica es siempre una construcción, el resultado de un proceso de selección, fragmentación y encuadre. Y ése es, en mi opinión, el punto central de diferencia entre la fotografía de intención artística y los hoy abundantísimos usos mediáticos y documentales de la fotografía. En estos últimos casos lo que rige es la reproducción y repetición de lo existente, una nivelación plana entre existencia e imagen. En el primero, como podemos apreciar en esta sugestiva exposición, lo que en cambio rige es la pregunta por lo que vemos, el cuestionamiento de nuestra experiencia de la vida a través de la imagen.

 
* Fotografía contemporánea en la Colección Telefónica, comisario: Ramón Esparza; Espacio Fundación Telefónica, Madrid, hasta el 2 de marzo de 2014.
 
 
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.112, 2 de noviembre de 2013, p. 22-23.