domingo, 27 de noviembre de 2016

Los Fauves en la Fundación MAPFRE, Madrid

Fieras de la expresión
  
En el ámbito del arte y la cultura, en ciertas ocasiones, breves periodos de tiempo se viven con tal intensidad que en ellos se abren horizontes completamente nuevos. Algo así se vivió, de forma particularmente señalada, en la Francia de comienzos del siglo veinte, con el despuntar definitivo de las vanguardias artísticas que hoy consideramos “históricas”.
Después del Simbolismo, y antes de que la proyección de la pintura analítica de Paul Cézanne, tras su fallecimiento en 1906, terminara por germinar en el Cubismo, un grupo de pintores, a quienes les colgaron el término entonces peyorativo de Fauves, esto es: Fieras, planteó un “giro” expresivo en su trabajo artístico de importante alcance.

Henri Matisse: André Derain (1905).
Óleo sobre lienzo, 39,4 x 28,9 cm. Tate Gallery,  Londres.

Los Fauves no fueron, en sentido estricto, “un movimiento”, unidos en torno a declaraciones o manifiestos, sino un conjunto de individuos, todos ellos varones, de sensibilidades diversas. Eran un grupo de “amigos” que se formaron en los talleres de los maestros simbolistas Gustave Moreau y Eugène Carrière. Que fueron avanzando en una especie de diálogo plástico, viajando y pintando juntos, hasta alcanzar una notable sintonía en su forma de hacer pintura.

André Derain: Henri Matisse (1905).
Óleo sobre lienzo, 46 x 34,9 cm. Tate Gallery,  Londres.

La duración de esa experiencia fue particularmente breve, un periodo de apenas tres años, desde 1905 hasta el final de 1907, ya que desde el año siguiente, a partir de 1908, las trayectorias artísticas de cada uno de ellos divergieron ampliamente. Como momento “desencadenante” de lo que el grupo pretendía se suele situar el viaje conjunto de Henri Matisse y André Derain a Collioure en el verano de 1905. Los retratos “cruzados” de uno y otro son de una calidad excepcional.
Ese mismo año, tras el verano, el grupo de amigos presenta sus obras en el Salón de Otoño. Y es entonces cuando el crítico Louis Vauxcelles, comparando sus pinturas con dos bustos del escultor y fabricante de muñecas Albert Marque que se exponían en la misma sala, exclama: “¡Donatello entre las fieras!” La quietud de la escultura tradicional confrontada con el grito libre del color y la luz de la nueva pintura.

André Derain: Big Ben, Londres (1906).
Óleo sobre lienzo, 79 x 98 cm. Musée d'Art Moderne,  Troyes.

Los Fauves habían nacido. Se trata de un episodio, en cierto sentido, ejemplar. Porque así fue ganando sus “combates” la vanguardia artística. Derivando términos, que en su origen eran insultos, hacia conceptos de diferencia, manifestaciones de un arte nuevo. Y, finalmente, con el tiempo, de reconocimiento de su valor artístico.
La exposición que se presenta en la Fundación MAPFRE tiene un gran interés, porque permite conocer en todos sus registros a todos y cada uno de los miembros de ese grupo de amigos. A través de sus obras previas y hasta sus pasos finales en el ámbito del Fauvismo, antes de abrirse individualmente hacia vías diferentes en cada uno de los casos.

Raoul Dufy: Jeanne en las flores [Jeanne dans les fleurs] (1907).
Óleo sobre lienzo, 90,5 x 77,5 cm. Musée d'Art Moderne André Malraux,  Le Havre.

Ese intento de abarcarlo todo tiene sin embargo, en mi opinión, una deriva no tan positiva. Pues en la muestra podemos ver junto a obras de grandísima calidad, otras que quedan bastante por debajo, en ocasiones esbozos apenas incipientes. Y es que no es lo mismo el trabajo del erudito que la presentación pública de una escena artística determinada, a través de una mirada retrospectiva, en la que la calidad y la proyección en el tiempo de las obras debe ser el criterio predominante.
En la exposición se presentan 111 pinturas, 35 acuarelas y dibujos, y 9 cerámicas, en un itinerario cronológico de cinco secciones: «El Fauvismo antes del Fauvismo», «Los Fauves se retratan», «Acróbatas de la luz», «La fiereza del color», y «Senderos que se bifurcan», que se complementan con dos pequeñas secciones dedicadas al dibujo y la cerámica. Entre los artistas, encontramos a algunos de una proyección posterior de grandísimo alcance, como Henri Matisse, André Derain, Raoul Dufy, Georges Rouault, Maurice de Vlaminck y Georges Braque. Y a otros mucho menos conocidos: Albert Marquet, Jean Puy, Othon Friesz, Henri Manguin y Charles Camoin. Están “todos” los Fauves.

Kees van Dongen: Mujer rubia desnuda [Femme nue blonde(1906).
Óleo sobre lienzo, 115 x 146 cm. Col. David Nahmad,  Mónaco.

Color, luz y dibujo, contrastantes y no descriptivos, son las líneas centrales de la búsqueda del grupo, como queda perfectamente ilustrado en la muestra. En dos cartas de 1905 dirigidas a Maurice de Vlaminck, André Derain señala que sus planteamientos no se guían “únicamente por el bien del color. El dibujo va en paralelo.” Lo que iría unido al despliegue de “un nuevo concepto de luz que consiste en la negación de la sombra”. Todo gira hacia un nuevo tipo de expresión.
Todavía hoy se discute si los Fauves fueron el primer grupo de la vanguardia artística plástica del siglo veinte, o si lo fueron los Expresionistas alemanes. Pero más allá de la práctica coincidencia en el tiempo, lo que resulta verdaderamente interesante es la coincidencia en situar la búsqueda de una expresión pictórica plenamente libre, articulada en ambos casos a través del dibujo, el color y la luz, como horizonte del arte nuevo. En un texto publicado en 1908, y que se puede por tanto considerar como una síntesis final del periodo Fauve, Henri Matisse escribió: “Lo que persigo por encima de todo es la expresión.”


* Los Fauves: La pasión por el color. Comisaria: María Teresa Ocaña. Fundación MAPFRE, Madrid. Del 22 de octubre de 2016 al 29 de enero de 2017.

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.258, 26 de noviembre de 2016, pp. 21-22.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Robert Capa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

La foto-noticia en color

Casi todos tenemos en nuestra memoria visual esa perturbadora imagen del miliciano desplomándose abatido. Imagen del ángel caído en la contienda incivil de nuestra historia no tan lejana: del deseo de elevación al desplome en la tierra. A través de su cámara-ojo, esa imagen quedó fijada en el curso del tiempo por uno de los fotógrafos-reporteros de más firme personalidad en el siglo veinte: Robert Capa (Budapest, 1913-Thai Binh, Vietnam, 1954).
En esa primera mitad de un siglo profundamente doliente, con dos guerras mundiales caracterizadas por la utilización extrema de la tecnología destructiva y la confrontación de grandes masas humanas, Robert Capa fue uno de los testigos más sutiles. Desplazándose de un lugar a otro, prestando atención a lo que estaba pasando allí donde sucedía, siempre itinerante, Capa no dudó en poner su vida en riesgo para estar presente y dar testimonio. Así hasta el momento final, en Indochina, donde al pisar una mina explosiva encontró la muerte.

Robert Capa: Nuevos inmigrantes desembarcando del barco Theodor Herzl, cerca de Haifa, Israel (1949-1950).
© Robert Capa / International Center of Photogrpahy / Magnum Photos.  

De este periodista gráfico ejemplar, referente en tantos sentidos para los profesionales de la información, llega ahora al Círculo de Bellas Artes de Madrid toda una primicia, después de su primera presentación en 2014 en Nueva York, en el International Center of Photography, y tras su paso posterior por Budapest y por Tours y Lille en Francia. Por primera vez se reune un conjunto de fotografías de Robert Capa sólo en color.

Robert Capa: Espectadores viendo la visita del Sultán Sidi Mohammed desde un árbol, Fez, Marruecos (1949).
© Robert Capa / International Center of Photogrpahy / Magnum Photos.  

Capa utilizó con regularidad la película en color desde 1940 hasta su fallecimiento en 1954, pero aunque algunas imágenes fueron publicadas en revistas de la época, la mayoría ni siquiera habían sido impresas, por lo que su conocimiento hasta ahora resultaba bastante limitado. Parece que en las publicaciones de entonces para la ilustración de los artículos se daba prioridad a la fotografía en blanco y negro, frente al color.

Robert Capa: Soldados británicos viendo un combate de boxeo sobre un barco militar, desde Inglaterra a África del Norte (1943).
© Robert Capa / International Center of Photogrpahy / Magnum Photos. 

En su presentación en Madrid, la muestra reúne más de 150 instantáneas en color, y todo un conjunto de documentos: recortes y publicaciones de época, que permiten apreciar hasta qué punto Robert Capa la convirtió en parte fundamental de su trabajo durante sus trece últimos años de vida. También se puede escuchar el audio, con subtítulos en español, de la única entrevista de radio con Capa que se conserva, y en la que entre otras cosas explica precisamente cómo tomó su fotografía “Muerte de un miliciano”.

Robert Capa: Carrera de vela, Islas Lofoten, Hankoe, Noruega (1951).
© Robert Capa / International Center of Photogrpahy / Magnum Photos. 

Con un magnífico y sobrio montaje, la exposición se articula en 16 secciones: II Guerra Mundial, Estados Unidos, URSS, Picasso, Hungría, Marruecos, Israel, Noruega, Deauville y Biarritz, Roma, París, Esquí, Generación X, En rodaje, Londres y Japón y, finalmente, Indochina. Las impresiones, en pequeño formato, impresionan por su intensidad. Robert Capa va de un sitio a otro en pos de la noticia.
Y lo que vemos nos habla de las raíces de lo que ha terminado por ser nuestro mundo, el mundo de hoy. La guerra y los campos de batalla. Los desplazamientos forzados de seres humanos, emigrantes tan forzosos como los de nuestros días. Las ciudades, los desplazamientos de masas en ellas, y los espectáculos. Y también escritores (Hemingway, Truman Capote), artistas (Picasso), y estrellas de cine. El pulso de la vida se había hecho más vibrante. Su registro exigía el empleo del color.


* Capa en color. Comisaria: Cynthia Young. Círculo de Bellas Artes, Madrid. Del 20 de octubre de 2016 al 15 de enero de 2017.

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.256, 12 de noviembre de 2016, p. 25.