Ser mujer y artista
En la
localidad de unos 6.000 habitantes de Nogent-sur-Seine, situada en el centro
del norte de Francia, acaba de inaugurarse el pasado 26 de marzo el Museo
Camille Claudel (1864-1943). Su apertura coincide con el centenario de la
muerte de Auguste Rodin, a quien Camille estuvo conflictivamente ligada. ¿Por
qué un museo con su nombre en esa pequeña ciudad…? Camille Claudel vivió allí
con su familia de niña, entre sus once y catorce años, en el mismo espacio
donde hoy se sitúa el Museo. Nogent-sur-Seine está además “inscrita” en la
memoria literaria de Francia porque Gustave Flaubert veraneaba allí con
frecuencia, disfrutaba paseando por las orillas del Sena y bañándose en sus aguas.
Y se dice que algunos espacios y ambientes de sus obras derivan de Nogent-sur-Seine.
Edificio del Museo.
La figura
de Camille Claudel tiene un carácter emblemático, pues su trayectoria expresa
hasta qué punto ha sido, y todavía sigue siendo, difícil para una mujer poder
desarrollar una actividad como artista. Con la idea de favorecer los estudios
de su único hijo varón: Paul, y que éste pudiera convertirse en diplomático, su
padre, registrador público, convence a su mujer en 1881 para que se instale en
París con sus tres hijos: Camille, la mayor, y sus otros dos hermanos, Louise y Paul. El deseo del padre
se cumplió: Paul Claudel sería diplomático, y además un excelente escritor.
Retrato de Camille Claudel, por César (h. 1884). Fotografía, 15,5 x 10,3 cm.
En esa
época la Escuela de Bellas Artes de París no admitía mujeres, y Camille
comienza ese mismo año sus estudios de escultura en una academia privada. El
paso decisivo en su trayectoria artística tendría lugar en 1884, cuando comenzó
a trabajar en el taller de Rodin. Con él mantuvo una relación tempestuosa:
fuente de inspiración, modelo y amante. En último término, sin embargo, Rodin
decidió no hacer oficial su relación íntima con Camille, no aceptó casarse con
ella, como en cambio haría pocos meses antes de su muerte: el 29 de enero de
1917, con Rose Beuret, con quien mantenía una relación estable desde 1863.
Sobre Camille, según se recoge en una cita datada en 1898, Rodin dijo: “Yo le
he mostrado dónde encontraría oro; pero el oro que ella encuentra es de ella.”
Mujer en cuclillas (h. 1884-1885). Escayola, 37,5 x 24,5 x 38,5 cm.
Tras la
ruptura con Rodin, Camille intentó afirmarse individualmente como escultora,
pero las múltiples barreras sociales y prejuicios en la Francia de entonces, lo
hicieron inviable. Sufrió alteraciones psíquicas agudas, y en 1913 fue
internada en una institución psiquiátrica, y el año siguiente trasladada a otra,
donde discurriría el resto de su existencia hasta su fallecimiento en 1943. Esa
línea tan intensamente trágica de su vida ha dado lugar a no pocos textos
literarios y películas de gran interés que nos muestran a través de ella, de
Camille Claudel, la extrema dificultad, en tantos contextos sociales y
culturales completamente insuperable, para ser mujer y artista.
El
tiempo, tan breve, en el que Camille Claudel pudo desarrollar su actividad como
escultora es sin duda la razón de la escasez de su obra. Y sin embargo, las
piezas que se conservan tienen un gran alcance e intensidad plástica, y
naturalmente nos hacen pensar qué elevación hubiera podido alcanzar su trabajo
escultórico si se hubiera podido desarrollar en plena libertad.
La Fortuna (1902-1905). Bronce, 47,4 x 35,5 x 24,7 cm.
Este
aspecto es el que da sentido a un museo que lleva su nombre, que ejerce así una
tarea de rescate, y en el que se muestran 43 esculturas suyas, casi todas de
pequeño formato. Hay, sin embargo, un problema de escala en la concepción del
museo, pues de sus 15 salas sólo las cuatro últimas están dedicadas a Camille
Claudel, mientras que las 11 anteriores, en espacios mucho más amplios que te
hacen continuamente ir pensando: ¿pero dónde empieza ella…?, despliegan un
vasto panorama de la escultura francesa del siglo XIX que culmina con la
reconstrucción del ambiente del taller de Rodin. Probablemente, el problema
viene del origen del centro, dedicado anteriormente, como museo municipal, a la
escultura francesa de ese periodo.
En
cualquier caso, poder ver las obras reunidas de Camille, dialogar hoy con sus
esculturas, nos permite apreciar el alcance individual de una voz plástica en
la que destella con intensidad la vibración del movimiento. Es inevitable
sentir en sus esculturas el reflejo de Rodin. Pero, a la vez, percibimos un
flujo expresivo en el que las imágenes de mujeres alcanzan más protagonismo, aunque
siempre desde posiciones de confrontación o dificultad.
La implorante o Imploración (h. 1894-1905). Bronce, 67 x 72 x 59 cm.
Entre
ellas, yo trazaría un itinerario personal a través de Mujer en cuclillas (h. 1884-1885), El hombre inclinado (h. 1886), El
abandono (h. 1886), su busto de Rodin (1888-1889), cuatro versiones de El vals (1889-1893), La edad madura (h. 1890), Perseo y la Gorgona (1897-1902), La fortuna (1902-1905), La sirena o La tocadora de flauta (h. 1905) y, de un modo muy especial, tres
versiones de La implorante o Imploración (h. 1894-1905). Esta última
pieza, una figura femenina desnuda, que implora con sus brazos extendidos desde
el suelo, y que procede del grupo de La
edad madura, es para mí un grito intensamente dolorido de la propia Camille,
clamando desgarradamente por su libertad vulnerada.
* Museo
Camille Claudel. Conservadora: Cécile Bertran. Nogent-sur-Seine, Francia.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.279, 22 de abril de 2017, p. 23.