El vuelo de la pintura
Volver a Chagall. En París,
el Museo del Luxemburgo presenta una magnífica exposición que, a través de 105
obras, permite reconstruir en profundidad el itinerario creativo de uno de los
artistas más importantes del siglo XX. La muestra está estructurada en cuatro
secciones: Rusia en tiempos de guerra, el periodo de entreguerras en Francia,
el exilio en Estados Unidos y la vuelta a Francia, que coinciden con las etapas
de la vida de Marc Chagall (1887-1985), subrayando así el nexo central entre
vida y obra. Que en éste, mucho más que en otros casos, debe constituir la
primera línea de interpretación de su trabajo.
A su muerte, casi centenario,
Chagall había sido testigo directo de un siglo terrible, pleno de convulsiones.
Había vivido una revolución, dos guerras, el exilio… Casi treinta años antes,
en una conferencia en Estados Unidos, en 1958, el propio Chagall dijo: "He
hecho numerosos viajes. He visto muchos países. Me he arrojado hacia una cierta
observación de las ideas. Pero en este camino, me he dado de bruces. He
encontrado guerras, revoluciones, y todo lo que las acompaña…" Pero habría
encontrado también, concluye, personas excepcionales que acabarían afirmando en
él el sentimiento de la importancia sólo de aquello a lo que se llega "por
su propio sentido, su propia alma", sólo de lo que está "impregnado
por el amor".
Marc Chagall:
Los enamorados de verde [Les Amoureux en vert] (1916-1917).
Óleo s. cartón, pegado s. lienzo, 69,7 x 49,5 cm. Centre Pompidou, en depósito en Museo Marc Chagall, Niza.
Marc Chagall: Hombre-gallo por encima de Vitebsk [Homme-coq au-dessus de Vitesbk] (1925).
Óleo s. cartón, 49 x 64,5 cm. Colección particular.
Es verdad que las
metamorfosis, las hibridaciones de seres humanos y animales, las figuras en
vuelo y, sobre todo, la importancia central que Chagall da en su obra a los
sueños, permiten apreciar una cierta cercanía al surrealismo. Pero los
planteamientos y la intención estética de Chagall son diferentes. Su pintura es
alegórica, está impregnada de las raíces rurales de la pequeña ciudad rusa
donde nació: Vitebsk, y de la espiritualidad del judaísmo hasídico, en la que
los animales son una parcela de lo divino. Hay, también, una intención de
síntesis del judaísmo tradicional con el cristianismo, que se hace patente en
las numerosas representaciones de Cristo crucificado con su vientre cubierto
con el "thalit", el manto ceremonial de la oración. Por último, como
se indica en los textos sobre el muro en la exposición y se subraya en el
catálogo, respecto a lo onírico Chagall es en todo momento un soñador consciente.
Marc Chagall: Alrededor de ella [Autour d'elle] (1945).
Óleo s. lienzo, 131 x 109,5 cm. Centre Pompidou, París.
En definitiva, su pintura
gira en torno a las fases y momentos cruciales de la vida que cristalizan en
ceremonias y ritos, y que él visualiza con una mirada a la vez de antropólogo y
de poeta. Compartir la vida: con los demás, con los animales y, sobre todo, con
los seres a los que amamos es un signo de transcendencia. Por eso, la
representación de la boda, la pareja y la familia son en Chagall elementos
recurrentes en su bosque de símbolos.
Como también lo es la fusión
de tierra y cielo, el contraste entre las figuras tendidas en tierra y las que
sobrevuelan las aldeas y ciudades en las que discurre la vida. En esos vuelos
de seres híbridos, animales y humanos a la vez, y también en los deslizamientos
de ángeles acróbatas que se desplazan libres entre aquí abajo y allá arriba,
reside para mí la clave más intensa y personal de la obra de Chagall. El vuelo
de la pintura como afirmación de la transcendencia de la vida.