lunes, 18 de noviembre de 2024

Exposición en Valladolid

Joan Hernández Pijuan: 

La pintura y la tierra

Es todo un acontecimiento: la exposición Llaurats [Labrados], con un conjunto de obras, datadas desde finales de los años ochenta hasta 2005, de Joan Hernández Pijuan (1931-2005), vuelve a situar nuestra atención en una de las figuras artísticas más relevantes de la contemporaneidad y con una muy importante proyección internacional. Se trata de un artista que tuvo también un largo recorrido como profesor de Bellas Artes, que le mantuvo en todo momento abierto al diálogo con el pensamiento y las diversas situaciones y planteamientos de las prácticas artísticas.

Granada (1994). Ól. s. lienzo, 162 x 130 cm. Colección Helena Tatay.

En la muestra se han reunido un conjunto excelente de pinturas, grabados, y una serie de obras sobre papel dispuestas en mesas cubiertas con cristal. La elección de los últimos años de la trayectoria artística de Hernández Pijuan nos lleva a una síntesis de lo que fue su búsqueda persistente de fijar el núcleo de la pintura en el conocimiento. En el texto que presentó para su tesis doctoral acompañando a sus obras, en 1988, y que se recogió después en el catálogo de su exposición en el Museo Reina Sofía en 1993, él mismo indicó: “La práctica de la pintura es una forma de conocimiento y no tanto de comunicación como generalmente se afirma; es una forma de aprendizaje continuo en el que la duda está siempre presente.”

Desde sus inicios expresionistas y con fuerte carga existencial en los años cincuenta, Joan Hernández Pijuan fue conduciendo su obra hacia un proceso de despojamiento, de eliminación de todo lo que resulta accesorio. Guardando en todo momento como elementos centrales de su pintura los dos ejes que consideraba decisivos en el arte: misterio y tensión. Eso sí, en su obra el despojamiento es el resultado de una dialéctica de enriquecimiento, que avanza como una espiral. Como él mismo indicó, con su característica sencillez, “en el recorrido de mis cosas” hay un proceso de eliminación, al que sucede otro de carga o acumulación, para después volver a ir eliminando: “Hay como un rozar el límite de lo vacío, para luego volver a esas acumulaciones”.

Flors ocre (2002). Ol. s. lienzo, Col. Francisco Escudero.

Según se nos indica, el título elegido para la muestra: Llaurats [Labrados] tiene una doble acepción: alude al modo en que se constituyen las imágenes y a la forma de estar en el espacio, que en el caso de este artista supone dar forma pictórica a lo que brota de la tierra, de los espacios naturales donde él fue viviendo y desplazándose. El espacio, en su dimensión externa e interna. Al ir recorriendo la exposición vas sintiendo en pinturas, dibujos y grabados los ecos y reflejos de un viaje desde la vida interior a la tierra natural de la que formamos parte.

En una entrevista de María de Corral, en el catálogo de una muestra en 2003, el color blanco, las delimitaciones y cierres se sitúan como ejes de su pintura en los años noventa. Y Hernández Pijuan matiza: “En cuanto a los surcos, los caminos o algunos otros de mis «temas» habituales, no son más que la transposición de mis andares.”

Signes 2 (167 bis) (2002). Gouache s. papel, 160 x 121 cm. Hernández Pijuan Estate.

En esa misma entrevista a la pregunta “¿qué es la pintura hoy en día”, responde: “Vaya… tema difícil, pero te digo que ahí está, que seguirá estando y seguirá habiendo buena pintura. Es un lenguaje, y como tal, perfectamente válido. Quizás lo que ocurra es que con demasiada frecuencia se confunde la pintura con la imagen. Y siendo la pintura una imagen, como es, no debe confundirse con lo que hoy entendemos por imagen. La pintura no es reproducible y es táctil, tiene la necesidad de ser vista desde sí misma, y en ella será siempre más importante que lo que quiere decir, el cómo se dice. Será más importante el cómo que la idea. La pintura une lo manual con lo intelectual, y eso ha creado siempre pensamiento.” La pintura: unión de lo manual con lo intelectual, y con ello creación de pensamiento.

Terres blanques I (1996). Ól. s. lienzo, 195 x 195 cm. Colección Elvira Maluquer.

La mirada erguida, atenta, es el soporte que da cauce al trabajo artístico de Hernández Pijuan: una capacidad para ver en síntesis, para descubrir la línea de fuerza que constituye el universo, resuelto en un trazo magistral como una simple flor o un paisaje esencial. Una simple flor. Nada menos. Como campo de resonancia de todos los registros de la vida y de la memoria. Una flor, una hoja, o un árbol: el espejo no ya de la naturaleza, sino del cosmos en su totalidad. Formalmente, lo que caracteriza su obra es el dibujo que fluye dentro del óleo y los esmaltes, haciendo así brotar la levedad desde la pastosidad y las texturas, una manera, para decirlo con sus propias palabras, de introducir una distancia “de lo que sería solamente imagen y de ese sentido literal que vertebra la realidad más inmediata.”  En definitiva, la cuestión es dar consistencia mental a la pintura.

Junto a la flor, la hoja, el árbol, aparecen también las nubes y las montañas: el paisaje, llevado a su definición esencial en tiras o masas de color, delimitadas por la línea, hasta llegar al paisaje desnudo, al vacío cromático, que, claro, no es vacío sino espiritualidad pura, de los últimos años. Como contrapunto al paisaje, como signo o huella de la humanidad, la casa, reducida a línea pura sobre la reverberación del color. Pero también, lo que yo llamaría caligrafías virtuales: la línea, que crece por sí misma: en círculos, ondas, diagonales, hasta convertirse en malla.

                          Un lloc conegut 2 (2004). Ól. s. lienzo, 162 x 290 cm. Colección                              Arte Contemporáneo, Museo Patio Herreriano.

Y quizás éste sea precisamente el secreto más recóndito de este maravilloso artista, que confesaba amar “la pintura pintada”: el papel decisivo que daba a la línea, como flujo plástico y como elemento de delimitación del espacio sensible, hasta la depuración definitiva de los últimos años en los que la línea, surco en las texturas, establece el encuadramiento dentro del cuadro hasta fijar el límite del vacío. Algo que podemos apreciar intensamente en esta magnífica exposición.

 

* Joan Hernández Pijuan: Llaurats [Labrados]. Comisariado: Javier Hontoria y Nico Munuera. Museo Patio Herreriano, Valladolid. Del 19 de octubre al 20 de abril de 2025.

* Publicado en EL CULTURAL:

- Edición impresa, 8 – 14 de noviembre, pgs. 32-33.

- Edición onlinehttps://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20241114/joan-hernandez-pijuan-pintor-tension-misterio-construye-universo/900410373_0.html

lunes, 11 de noviembre de 2024

Exposición en Madrid

Jaume Plensa: Cuerpos y letras 

Después de bastantes años volvemos a tener en Madrid una relevante exposición de uno de nuestros artistas actuales con mayor consistencia y proyección internacional: Jaume Plensa (Barcelona, 1955). En ella se han reunido quince obras que nos traen todo un recorrido de su trayectoria durante más de treinta años, desde los primeros años noventa del siglo pasado hasta la actualidad. En palabras del propio Plensa, se trata de “una obra en quince elementos”. Y es importante tener en cuenta que los títulos de las obras remiten a las lenguas originales del ámbito preciso en que fueron concebidas.

Rui Ruis Words [Palabras de Rui Ruis] (2021). Bronce.

Con un montaje abierto al recorrido vamos encontrando instalaciones en las que las piezas escultóricas nos hablan en salas sin luz natural. Estamos ante un círculo: en el inicio tenemos ante nosotros la cabeza, con un gran tamaño, de una mujer que con su dedo índice en vertical sobre los labios nos pide silencio (Rui Rui’s words, [Palabras de Rui Rui] (2021).

Pero, a la vez, mirando al fondo vemos las retículas con letras de la pieza situada al final del recorrido: Glückauf? [¿Buena suerte?] (2004). Según Plensa esa palabra alemana: “Glückauf” es una expresión utilizada por los mineros para indicar “buena suerte” en el trabajo, algo que no siempre pasaba… y la pieza se articula con un conjunto de cortinas con letras colgantes que expresan los textos de los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1948. Lo que nos da ese contraste de espejos es la necesidad del silencio para llegar al fondo de la comprensión: a pesar del deseo, los daños y las guerras se suceden en el devenir de la humanidad. Silencio y letras, pensemos en la poesía, aquí intensamente visual, y tan importante para Plensa.

Entrando en el recorrido encontramos un conjunto de autorretratos: una escultura y tres aguafuertes, con los títulos Self-Portrait (1992) y Self-Portrait I, II y III (1998). En los años noventa, Plensa reunió datos de su cuerpo: “la composición de mi cuerpo”, dice, para así generar una metáfora escultórica y visual sobre su identidad. Y concluye: “la pieza es mi peso”.

La Neige Rouge [La Nieve Roja] (1991). Hierro fundido y neón.

El protagonismo de los materiales empleados alcanza una expresividad intensa en la pieza de 1991 La Neige Rouge [La Nieve Roja], una instalación en la que con piezas de hierro fundido se proyecta una visión de intensas luces rojas en contraste con la oscuridad. Luz roja que da tanta luminosidad como la nieve. Llama nuestra atención el rostro escultórico de una mujer: Maria (2018), de blanco alabastro, con los ojos cerrados.

Una pieza múltiple: Love Sounds [Sonidos de Amor] I, II, III, IV y V (1998), cinco cabinas construidas con alabastro, acero inoxidable, piel sintética, hierro, luz y sonido. Lo que dentro de ellas oímos es la reproducción de sonidos distintos de la sangre de Plensa en diferentes puntos de su cuerpo. Una cuestión que nos remite a otra obra: Il suono del sangue parla la stessa lingua [El sonido de la sangre habla la misma lengua] (2004), elaborada con luz blanca, luz roja y humo, donde podemos ver letras de distintos alfabetos, con iluminación roja, que es el color de la sangre. La sangre, núcleo del cuerpo, de la comunicación, del lenguaje…

Se presenta una elaboración primaria: Study for Primary Thoughts [Estudio para Pensamientos Primarios] (2000), de lo que sería la obra Primary Thoughts [Pensamientos Primarios] (2001), con un colchón psiquiátrico, encuadrado con madera, pintura y luz. Es algo que dialoga con Freud’s Children [Niños de Freud] (2001-2002), que comprende 5 cubos, sobre los cuales se sitúan cuatro manos y un rostro, y oímos el agua que cae, el sonido del agua…

                            Freud's Children [Niños de Freud] (2001-2002). Aluminio, resina                             de  poliéster  y polvo de mármol, vidrio, bomba de agua, y agua.

Invisibles (2016), elaborada con acero pintado con teflón, nos trae una reproducción de rostros humanos a través de escáneres, lo que implica, como indica Plensa, una fusión de fotografía y escultura. Who are You? [¿Quién eres tú?] (2016) es un conjunto de ocho pequeñas esculturas de rostros en bronce, que con sus gestos nos hablan de oír y callar, de ver y no ver… Y en relación con eso mismo se sitúa Silence [Silencio] (2016), escultura en madera de un rostro femenino con los ojos y los labios cerrados.

The Secret Heart / Das Geheimherz [El Corazón Secreto] (2004): una escultura a escala mayor de un corazón junto al cual las arterias parecen ramas, colgada del techo y con proyección de sombra. En la misma sala unos pequeños altavoces colocados en círculo en el techo simulan un reloj con voces, que elaboran los sesenta segundos de un minuto en alemán en tiempo real. Se trata de un homenaje de Plensa a Elias Canetti y su obra El corazón secreto del reloj. Una vez más cuerpo y medida, aquí en relación con el tiempo…

Silence [Silencio] (2016). Madera.

Para cerrar mi reproducción del recorrido me remito a Lilliput (2012-2020), que es el nombre de la isla ficticia de Los viajes de Gulliver (1726) de Jonathan Swift, reúne nueve pequeñas esculturas colgadas del techo, con proyecciones de sombras y letras de distintos alfabetos colgadas de partes del cuerpo.

La exposición tiene el complemento de una sala final con un documental, un vídeo, fotografías, documentos y una maqueta de la obra Iris (2024), una escultura de gran formato situada en el lago del Distrito Telefónica, situado en las afueras de Madrid. La maqueta, de pequeño formato, es la representación de una cabeza de mujer con letras, elaborada con acero inoxidable pintado de blanco.

Iris [Maqueta] (2024). Hierro pintado.

Jaume Plensa: cuerpos y letras, construcción personal de la escultura como una galaxia artística propia, personal, cuyo signo zodiacal es la palabra poética: la materialización espacial de la palabra, que así adquiere no ya sólo su esencialidad temporal inscrita en el carácter sucesivo del lenguaje, sino además volumen, cuerpo.

 

* Jaume Plensa: Materia interior. Comisariado: Jaume Plensa. Coordinación: Fundación Telefónica. Edificio Telefónica, Madrid. Del 17 de octubre al 4 de mayo de 2025.

* Publicado en EL CULTURAL:

- Edición impresa, 1 – 7 de noviembre, pgs. 30-31.

- Edición onlinehttps://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20241110/jaume-plensa-fantastico-despliegue-poesia-silencio-recogimiento-exposicion-ambiciosa/898660659_0.html