Julie Mehretu, Albert Oehlen, Luis Gordillo
La pintura lo atraviesa todo: siempre se ha
desplegado y manifestado estableciendo diálogo con todas las formas de
experiencia y de representación. Lo que mejor la identifica es la forma de la
espiral, una línea que da vueltas alrededor de un punto, y que con ello se
va alejando de dicho punto. La espiral de la pintura, a través de su dinamismo,
activa su presencia artística en su variedad y en sus ecos, a través del tiempo
y de los diversos espacios de vida y de acción
Esta síntesis de lo espiral es un rasgo
central, y convergente, en tres grandes pintores, originarios de ámbitos
diversos y nacidos en distintos momentos del siglo XX: Julie Mehretu, Albert
Oehlen, y Luis Gordillo. Con todos los matices y diferencias de las obras de
cada uno de ellos, podemos encontrar un nexo de diálogo común, que tiene que
ver con la utilización de técnicas expresivas diversas: la fotografía, la
performance, el vídeo y los soportes digitales. Y de esta manera la expresión
pictórica resulta abierta y plural, en un contraste profundo y continuo con
aquello que nos dice la vida y la experiencia.
Es así como la pintura permanece en el
tiempo. En las obras de los tres artistas, con modulaciones diversas, vemos el
juego de líneas, planos, y colores, siempre con una representación abierta en
sus formas y en los diversos ámbitos de sentido, que confluyen en una voluntad
de interrogación profunda de lo que vemos y lo que sentimos, de la experiencia
de la vida más allá de lo meramente inmediato… Al introducirnos en sus obras
llegamos a ver en el espejo espiral que la pintura forma parte de
nuestros cuerpos y de nuestra mente, de las preguntas acerca de quiénes somos y
a dónde vamos.
Nacida en 1970 en Adís Abeba (Etiopía),
Julie Mehretu vive y trabaja en Nueva York. Su obra ha ido alcanzando un
intenso reconocimiento internacional, y un dato a destacar es que de 2019 a
2022, se presentó una amplia exposición retrospectiva de sus obras en cuatro
grandes museos de arte en EE. UU. Los soportes habituales de su trabajo son pinturas de gran escala, en las que
superpone capas de acrílico, de rotulador, o de tinta china, sobre lienzo.
Mezcla motivos no figurativos, que evocan tanto la cartografía, la
arquitectura, así como referencias literarias y musicales, desarrollando trazos
expresivos inscritos que forman una especie de lengua visual de caligrafía
abierta.
Es
importante advertir su utilización de los colores como formas expresivas, en
planos que sugieren dinamismo y movimientos, en mezcla con trazos dinámicos en
negro que nos hablan del pluralismo dinámico de la experiencia y el recuerdo… Y
es que Julie Mehretu despliega un tipo de representación en la que se funden la
abstracción y lo figurativo. Como ella misma señala, en la entrevista antes
mencionada, lo que busca es una síntesis entre los dos procedimientos de
representación: “Lo que me interesa en mi trabajo es explorar esa unión, ese
espacio intermedio.”
Es
importante destacar la conexión de sus planteamientos artísticos con un
activismo ético y social que se plasma en sus referencias a cuestiones
centrales de nuestra época, como los flujos migratorios, las revoluciones, la
justicia social, el cambio climático. Para ello utiliza imágenes mediáticas
modificadas y difuminadas digitalmente antes de ser transpuestas en las telas,
y posteriormente superpone sobre ellas capas de tinta y de acrílico.
Nacido
en 1954 en Krefeld (Alemania), Albert Oehlen goza de una importante proyección
internacional, y durante décadas sus obras han estado bastante presentes en
España, con diversas muestras y exposiciones. En sus inicios, en los años setenta-ochenta,
operaba con una figuración expresionista. A principios de los años ochenta descubrió el
arte por ordenador, fue integrando la pintura, el dibujo y el collage,
modulando una síntesis progresiva de figuración y abstracción, con planos
intensos de colores, y líneas que fluyen e introducen un intenso dinamismo en
la representación.
El
núcleo fundamental de su actividad, plural y diversa, es la pintura. En ella
destaca la integración de formas y planos de representación diversos,
integrados en collages abiertos conceptual y visualmente. Un proceso en
el que desempeña un papel fundamental la importancia que da a los colores.
En 2009, en la presentación de su exposición en el Musée d’ Art Moderne de la Ville
de Paris, Oehlen indicó: “Durante un tiempo en los años 1990, me ha gustado ‘lo
muy coloreado’ y lo he pintado de manera para que tenga el aire ‘muy
coloreado’. Ahora presto mucha atención a los colores e intento manejarlos con
cuidado.”
Frente
a los estereotipos, Oehlen subraya el carácter abierto de la expresión en la
pintura: “Es posible que un cuadro sea capaz de expresar algo, pero eso es
ajeno al pintor. Estoy convencido de que lo que el pintor pretende expresar
apenas tiene que ver con lo que el espectador encuentra expresado. Como mucho,
el pintor puede dejar entrever que pretende expresar algo. Eso es así, por muy
lamentable que resulte.” (Oehlen, 2013, 29).
Su
objetivo es llevar la pintura al límite de la expresión, y en todo momento
dando una gran relevancia a la mezcla con diversos procedimientos expresivos.
De ahí la importancia de los collages, como articulación de las mezclas, incluso
inesperadas: “En los collages,
cualquier aspecto de los diversos elementos puede tener importancia, aunque no
necesariamente. La propiedad más importante de los objetos utilizados en los
cuadros, tanto técnicamente como en lo relativo a su recepción, es su
adhesividad. Este aspecto tiene gran importancia, ya que esos elementos pueden
ser sobrepintados -aunque tampoco es imprescindible- y, por tanto, han de poder
sostener y soportar la pintura.” (Oehlen, 2013, 36).
En último término, el objetivo es la búsqueda de la máxima profundidad en la representación visual, alcanzando una “nueva abstracción” (Oehlen, 2013, 37), lo que sería “un parangón de la música improvisada” (Oehlen, 2013, 30).
Luis Gordillo - Ética para cisnes (1996). Acrílico, lienzo, madera, 245 x 298 cms.Los
procedimientos creativos empleados por Luis Gordillo, nacido en Sevilla en
1934, están determinados por el
mestizaje de las imágenes. Su
núcleo referencial es la pintura, pero ésta se articula a través del dibujo,
las fotografías, y las placas digitales. El resultado final es
algo tan abierto como la vida misma, pero precisamente por ello ahí se sitúa su
significación. Lo que vibra en ellas detrás de cada paso es el juego agitado
del pensamiento que mueve el cuerpo.
La mezcla de los procedimientos representativos en el caso de
Gordillo ha tenido en todo momento también un eco en su escritura, que tiene un
carácter a la vez poético e irónico, como queda patente en los títulos con los
que rotula sus obras. Cuando en 2009 publicó Little Memories [Recuerdos
Pequeños] abrió a los lectores el camino a la comprensión del trasfondo
interior de su búsqueda plástica.
El libro recogía toda una serie de anotaciones personales,
datadas entre 1988 y 1999, que brotaban del impulso interior de su mirada y su
comprensión. En uno de los textos, probablemente escrito en 1988, podemos leer:
“el espectador ve en el cuadro lo que el pintor sabe, pero el alma del cuadro
es lo que el pintor ignora” (Gordillo, 2009, 17). Y más adelante, quizás ya en
1994, anotó: “un cuadro es un lugar de encuentro entre múltiples
imposibilidades” (Gordillo, 2009, 81).
La expresión artística es una cuestión abierta, sólo puede
brotar en la pluralidad de las formas de representación y de comunicación. A
través de las conversaciones entre los dibujos, la pintura, las fotografías y
las imágenes digitales, Luis Gordillo construye obras subversivas, que mezclan
el cuestionamiento y lo enigmático de las representaciones, para construir
espejos visuales en los que al vernos reflejados nos llevan a preguntarnos
quiénes somos en este mundo de imágenes fluidas y envolventes en que hoy
vivimos.
El objetivo central que Luis Gordillo nos transmite con sus
obras es ir en todo momento más allá de la mirada superficial o utilitaria: se
trata de ir al fondo de lo que miramos para llegar a ver… Y así, viendo formas
y objetos vamos más allá, llegamos a lo que nuestra interioridad experimenta
como diálogo con las formas. En todo momento, el despliegue intenso de los
colores es algo central en ese proceso de la visión. Junto a las líneas y los
trazados, los colores nos permiten diferenciar y distinguir, reconociendo la
pluralidad de los lenguajes de las formas.
Esa pluralidad de las formas y vías de expresión, que tiene su reflejo y continuidad en el trabajo artístico de Luis Gordillo nos lleva a la cuestión central: la unidad reductiva, la forma de expresión en un único soporte o línea constitutiva, no puede representar el carácter intensamente plural de las experiencias, tantas veces contrapuestas, de la vida en su continua pluralidad de giros e inversiones. Nuestro yo es plural, lo mismo que las formas en las que se refleja y los lenguajes en los que fluyen sus ecos.
En estos tiempos en los que vivimos rodeados, y con frecuencia asediados, por pantallas de los más diversos tipos y formatos, en este caso estamos ante tres grandes pantallas construidas a través del lenguaje y los soportes de la pintura. Como he indicado en mi libro Crítica del mundo imagen, lo decisivo es saber y poder diferenciar la imagen, y esto es algo a lo que podemos llegar intensamente gracias a las pantallas pictóricas de estos tres grandes artistas.
En
síntesis: “Del deambular por las calles de las metrópolis,
hemos pasado al deambular por las redes digitales de la telépolis, del mundo imagen.
Un paso decisivo en ese ir y venir es romper el tiempo medido, cuantitativo,
para pasar de ahí al tiempo cualitativo,
lo que hace posible la comprensión, la consciencia crítica y, en definitiva, el
ejercicio de la libertad. Hace falta introducir distancia, cuando miramos, que es lo que hace posible la reflexión.
Y con ello, poder pasar de mirar a ver:
abrir la vía del conocimiento a través de la representación sensible.
La imagen artística, en la variedad de soportes de las
distintas artes, se sitúa por tanto en un plano de distinción, de diferencia, respecto
a la imagen mediática, que con su
carácter redundante y envolvente constituye el núcleo de la transmisión de
información y de los procesos de configuración de la sensibilidad en las
sociedades de masas de nuestro tiempo. Frente a esos usos alienantes y
coercitivos de la imagen, la convergencia entre el pensamiento en imágenes (que transmite la filosofía) y las imágenes artísticas impulsa un
ejercicio crítico en búsqueda de los registros de verdad y de exigencia moral, que
conlleva un posicionamiento de ruptura y diferenciación respecto al continuo
global de las imágenes mediáticas.
Y ahí se sitúa la comprensión de la necesidad de introducir distancia ante la imagen, ante todo tipo de imágenes, para propiciar la abstracción, el pensamiento, y con ello el juicio crítico y la posibilidad de valorar la imagen en términos de singularidad y permanencia (esas son las imágenes que transmiten verdad), y no de mera repetición y fugacidad (imágenes de la apariencia). La propuesta de Immanuel Kant en el siglo XVIII: sapere aude, atrévete a saber, está hoy más vigente que nunca. Reformulada, eso sí, en los términos que requiere la crítica del mundo imagen: sapere aude = diferencia la imagen.” (Jiménez, 2019, 163).
REFERENCIAS
-
Luis GORDILLO (2009): Little Memories, los sentidos ediciones, Sevilla.
-
José JIMÉNEZ (2019): Crítica del mundo imagen, Tecnos, Madrid.
-
Albert OEHLEN (2013): Conceptos cromáticos modernos. Catálogo de exposición
en La Casa Encendida, Madrid.