Museos abiertos
Coinciden ahora en el tiempo
la intervención de Miguel Ángel Blanco en el Museo del Prado y las de Mateo
Maté en cinco museos estatales, ambas en Madrid, y en el Museo de Escultura de
Valladolid también otra de Bernardí Roig. Una coincidencia que permite plantear
algunas cuestiones de interés: ¿deben abrirse los museos, cuyo núcleo son
colecciones de obras delimitadas por la "misión" u objetivos de la
institución, o bien por unas líneas temporales, a intervenciones de artistas
actuales? Y si la respuesta fuera positiva, ¿en qué términos, con qué alcance…?
Para mí, la respuesta a la
primera cuestión, en términos generales, no puede ser sino afirmativa. La
coincidencia antes mencionada no es resultado del azar, pero tampoco de una
moda pasajera. Es la expresión de algo que viene sucediendo en las
instituciones museísticas, en España y fuera de España, desde hace ya algún
tiempo. Y que tiene que ver con las modificaciones históricas y culturales que
se van produciendo, y que exigen no considerar la presentación pública de las
colecciones de los museos como algo "cerrado" o inalterable.
Instante blanco, exposición de Bernardí Roig en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid.
No se trata sólo de que las
colecciones respondan al imperativo de custodia y transmisión de los bienes
patrimoniales y de que para cumplir adecuadamente dicha misión esas colecciones
deban también poder crecer, ampliarse. Además de ello, es importante transmitir
a los públicos plurales de nuestro tiempo una visión dinámica, vital, de los
bienes que se conservan. Los museos no son "mausoleos", son "fábricas"
de cultura, conocimiento y placer. Y para actuar en ese sentido es necesario
que puedan abrirse al diálogo con las nuevas sensibilidades que van apareciendo
en el tiempo. En consecuencia, está claro que abrirse a los artistas de hoy,
artistas con una solidez y trayectoria reconocidas, es una de las vías más
sugestivas para abrir las colecciones museísticas a las nuevas sensibilidades.
Lo que resulta decisivo, en
cualquier caso, es lo que plantea la segunda cuestión: ¿cómo, de qué maneras,
realizar esa apertura? El criterio básico no puede ser otro que el del respeto. Respeto, en las intervenciones,
a lo que fija la misión y objetivos de cada museo, así como a las
características de sus colecciones. Es completamente inaceptable utilizar
colecciones y museos meramente como simples cajas de resonancia, con fines
propagandísticos. Y si se parte del respeto, lo que también hay que buscar es
que esas intervenciones sean lo suficientemente serias, elaboradas y profundas
como para poder mantener un diálogo estético,
conceptual y poético con las colecciones de la más alta intensidad posible. Hay
que exigir que las intervenciones estén a
la altura de las circunstancias. No cualquier cosa puede entrar en las
salas de museos que guardan bienes patrimoniales de un valor contrastado por el
paso del tiempo. En definitiva: museos abiertos, respeto y diálogo.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.119, 21 de diciembre de 2013, p. 23.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.119, 21 de diciembre de 2013, p. 23.