Los colores hablan
En
estos tiempos complejos, de pandemia y borrascas, la pintura artística sigue
actuando como un espejo de vida. Eso es lo que podemos encontrar en esta
incitante exposición de Carlos León (Ceuta, 1948), que se presenta con una
excelente organización y montaje, algo que nos permite pasear con la mirada y
llegar a ver la profundidad de lo que sus obras nos dicen. Porque las obras de
Carlos León constituyen un lenguaje expresivo, ya que sus colores hablan, nos
llevan a las resonancias del mundo interior, a los ecos de la sensibilidad, y a
la iluminación de lo inconsciente.
Desde
que en 1966 se inició en la pintura, Carlos León ha ido siguiendo un firme
itinerario. Artista viajero, mantuvo largas estancias en París y en Nueva York
que fueron decisivas para su síntesis de las raíces hispánicas y las
modulaciones internacionales del arte. En mi opinión, es uno de los artistas
más relevantes de nuestro tiempo.
Fracturas,
título de la muestra, que alude al proceso de ruptura de los cuerpos y a la vez
a la apertura continua de nuevos soportes y vías de expresión, nos lleva al
momento actual de su actividad, en estos tiempos de confinamiento que con toda
su negatividad favorecen sin embargo la visión más íntima de las cosas. El
aspecto determinante en Fracturas tiene
que ver con la reciente utilización como soporte pictórico de la madera, algo
nuevamente empleado desde hace poco tiempo en el trabajo de Carlos León, aunque
significativamente en la exposición está presente un cuadro datado en 1996 y
que lleva como título El antiguo.
En
lugar de «abstracción», si queremos ser precisos, siempre he considerado más adecuado
hablar de «no figuración», en referencia a la pintura cuyas formas no son
figuras pero tienen una importante significación estética. Y ello, para que quede
completamente claro, porque en mi opinión en el buen arte figurativo siempre
hay abstracción. Y no hay mejor ejemplo de esta cuestión que Las meninas, de Velázquez.
En
Fracturas se presentan 60 obras, 45
pinturas (piezas únicas o series) y 15 ensamblajes de objetos materiales
diversos, objetos encontrados e intervenidos. Todo ello nos habla de la vibración
interior que desencadena el proceso creativo de Carlos León.
Los
ensamblajes se articulan fundamentalmente a partir de objetos desechados e
inservibles para su función primaria. Sobre ellos Carlos León desarrolla un
giro estético, despojándolos de toda funcionalidad, y haciéndolos dialogar con
la pintura, el sonido y la escritura. Y así lo decisivo en estas piezas es
también el juego de transparencias y superposiciones tan característico de su
trabajo.
Las
pinturas tienen una calidad excepcional: el óleo o el acrílico fluyen sobre la
madera o el dibond, soportes que contribuyen a dar un relieve casi corporal a
los signos pictóricos, a los colores. Es un lenguaje que se desarrolla en todo
momento construyendo una articulación plural. A través de la gradación, la difuminación,
y la expansión de las masas de colores, vemos cómo estos hablan entre sí. No
hay colores solitarios o aislados.
Y
en lo que vemos podemos apreciar un juego de contrastes entre la naturaleza y
la interioridad humana, que constituye un rasgo central de la pintura de Carlos
León. Sus obras nos llevan al ensueño de la naturaleza primordial, al eco del
jardín, del estanque, de los meteoros, del agua que fluye y da vida.
La
evocación de la interioridad tiene que ver con la importancia de los títulos,
en ningún caso descriptivos, y no pocos de ellos en latín. Siempre ha habido en
los títulos de sus obras, referencias, explícitas o implícitas e interiores, al
mundo clásico: Grecia, Roma... De este modo, el juego pictórico de las formas
alcanza una resonancia poética y textual: cuando miramos los cuadros no nos
quedamos en lo inmediato, sino que vemos más allá, llegamos a un ámbito más
profundo de interrogación y de sentido. Y es que la poesía, la literatura, y
los textos filosóficos están en la raíz de sus obras desde los inicios de su
trayectoria. Sin olvidar otro aspecto decisivo: la música. Todo se despliega en
un conjunto de vibraciones en el que los colores siguen un ritmo, se mueven y
desplazan articulando un eco de sonidos en las formas no figurativas.
En
2018, en una conversación con Óscar Curieses, Carlos León indicaba: “La lectura
en general, y más aún la lectura de poesía, suele tener efectos concretos sobre
mi trabajo. A menudo es una sesión de lectura la que desencadena el deseo de
ponerme a pintar o a manipular objetos tridimensionales. El proceso es siempre
dual: intuitivo, irracional y casi inconsciente, por una parte, y reflexivo,
medido y conceptualmente estructurado, por otra.” Dentro y fuera se comunican,
lo interior íntimo y la construcción del concepto fluyen y vuelan en los
colores.
Todo
ello implica un juego de espejos entre lo inconsciente y la objetividad
compartida a través del concepto. En términos freudianos, del ello al yo y al
superyó, podríamos también decir, y es que un dato que resulta significativo es
que Carlos León siguió sesiones de psicoanálisis durante cinco años.
Su
pintura es un ir y venir en el que los colores nos hablan de lo que se va y de
lo que permanece. En Fracturas
podemos ver la serie de doce cuadros El
nombre de los meses (2016), en los que con un juego de diversas oscuridades
y brillos apreciamos un ir y venir que se repite a lo largo de las estaciones,
en un despliegue en espiral del calendario.
Y
particularmente expresiva para comprender el ir y venir de la vida es Festina lente (2019), una frase supuestamente
usada por el emperador romano Octavio Augusto a partir de un oxímoron en griego,
y que significa “apresúrate lentamente”. Carlos León: los colores que hablan profundamente
despacio nos muestran la velocidad, el vuelo de la vida.
* Carlos
León: Fracturas. Comisario: Fernando Castro Flórez. DA2, Salamanca. Del
29 de enero al 40 de mayo de 2021 [esta última fecha no es un error: es un juego de lenguaje, que han decidido expresar
los organizadores para sugerir que la exposición NO CIERRA, QUE ESTÁ ABIERTA EN
EL TIEMPO...].
*
Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 19-25 de febrero de 2021, pgs. 28-29.
Edición online, https:elcultural.com/carlos-leon-los-colores-hablan