lunes, 30 de enero de 2023

Exposición en la Residencia de Estudiantes, Madrid

Bores: El aroma de la vida

Una nueva celebración de un aniversario nos trae la presencia de otro artista, en este caso: Francisco Bores. Con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, que tuvo lugar el 10 de mayo de 1972, la Residencia de Estudiantes presenta desde finales del pasado mes de diciembre una sugestiva muestra que como su título indica recorre toda su trayectoria.

Autorretrato (1924). Ól. s. lienzo, 51 x 46 cm. Colección particular.

Nacido en Madrid en 1898, a partir de 1916 Bores comenzó a estudiar pintura, fue realizando copias de los clásicos en el Museo del Prado, e inició así en ese ambiente su trayectoria como pintor e ilustrador. En 1922 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Al año siguiente se relaciona con el movimiento ultraísta, fue participando en tertulias, y frecuentando los círculos literarios y la Residencia de Estudiantes.

Que la exposición tenga lugar en ese espacio hoy mítico, en el que se reunieron los escritores y artistas más relevantes en la España de la segunda década del siglo XX, central para lo que se llamó “la Generación del 27”, es un viaje en el tiempo que nos permite recobrar y conocer la figura de Francisco Bores con los mejores ecos y resonancias.

La exposición se articula en dos grandes secciones: «Madrid (1898-1925)» y «París (1925-1972)». Se han reunido más de un centenar de obras de Bores: óleos, dibujos y grabados, a las que acompañan cinco piezas de otros artistas que coincidieron con él en ese ambiente vanguardista en Madrid. Y también un conjunto de documentos, revistas y materiales impresos, y fotografías.

El maniquí rosa (1925). Ól. s. lienzo, 89 x 79 cm. 
Museo de Arte Contemporáneo de Madrid.

En el Madrid de los años veinte, Bores estableció lazos de contacto y en ciertos casos de amistad, con algunas de las figuras intelectuales y artísticas más relevantes, entre otros con Ramón Gómez de la Serna, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Gerardo Diego, Emilio Prados, José Moreno Villa, Adolfo Salazar, Guillermo de Torre, José Bergamín… algunos de los cuales aparecen en retratos en la exposición realizados por Bores.

Sin embargo, parece que desencantado por el escaso eco que los nuevos planteamientos artísticos iban teniendo en España y según sus propias palabras porque sentía “en aquel momento una acuciante necesidad de renovación”, se estableció en París en 1925, donde conoció a Picasso y a Juan Gris, y fue integrándose en la plural e intensa floración de las vanguardias artísticas, aunque manteniendo siempre su independencia y autonomía. Allí residiría hasta el final de su vida.

Muchacha bebiendo una limonada (1934). Ól. s. lienzo, 73 x 60 cm. 
Colección particular.

Tanto en España como en Francia además de en la pintura Bores centró su atención en la ilustración visual, y ahí destacan sus diseños de cubiertas en los primeros años de la Revista de Occidente, así como diseños e ilustraciones para libros, en todos los casos con una gran fuerza expresiva, como podemos ver en el recorrido de la muestra.

En Francia también fue ampliando en el curso de los años sus relaciones con importantes figuras intelectuales y con artistas. Su llegada a París coincide, como indica en unos escritos de 1957 el propio Bores, con el que se suele considerar “el último año del Cubismo” pero él señala que no tuvo “ninguna relación con los últimos cubistas”, y que en cambio los pintores con los que “sentía afinidad eran los que estaban más cerca del Surrealismo”.

Interior (1954). Ól. s. lienzo, 130 x 89 cm. Colección particular.

A partir de ahí se fue consolidando su trayectoria pictórica, con juegos de líneas y dibujos, en los que podemos percibir ecos cubistas abiertos, así como también la voluntad de plasmar la vida en profundidad en sintonía con el horizonte surrealista. Todo ello se plasma en sus temáticas: retratos, bodegones, desnudos y escenas activas, en las que el dinamismo y la fuerza expresiva se superpone a una figuración no mimética. Ahí se sitúa Bores: pintar desde dentro, en profundidad, el aroma de la vida.

BORES. Madrid-París (1898-1972). Comisaria: Genoveva Tusell. Residencia de Estudiantes, Madrid. Del 26 de diciembre de 2022 al 16 de abril de 2023.

 

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 27 de enero – 2 de febrero, pg. 37.

-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20230130/francisco-bores-paris-busca-vanguardia/736426387_0.html

sábado, 21 de enero de 2023

Sorolla antes de Sorolla

Los inicios de Sorolla

El valor de los artistas se fija en la memoria colectiva a través del curso del tiempo, y para ello tienen una gran importancia las actividades diversas que transmiten el recuerdo y la valoración de artistas que ya no siguen vivos pero cuyas obras sí lo están. En este recién iniciado 2023, tras la rememoración ya en proceso de Pablo Picasso en coincidencia con el cincuenta aniversario de su fallecimiento, se abre también la atención hacia la obra de otro de nuestros grandes artistas: Joaquín Sorolla (1863-1923), que tendrá lugar a lo largo de 2023 y 2024, en este caso por el centenario de su muerte.

Caballero con banda (1882). Ól. s. lienzo, 78,2 x 57,5 cm. Museo Sorollla, Madrid.

Sorolla. Orígenes, según se indica explícitamente, intenta desvelar un «Sorolla antes de Sorolla», presentando un conjunto de obras en su mayor parte desconocidas públicamente. La muestra está articulada en cuatro secciones: «Entre Valencia y Madrid», «La Exposición Regional de 1883», «Los grandes premios», y «El arte de retratar». En ella se han reunido 93 obras: 67 pinturas, 26 fotografías documentales, 6 dibujos y otras piezas también documentales. El propósito y objetivo está plenamente definido: se trata de recorrer los inicios que llevaron a Sorolla a configurar y desarrollar sus planteamientos artísticos.

Lo que vamos viendo nos sitúa en el ámbito de lo difícil que resulta avanzar hasta consolidar la vida plenamente en el trabajo artístico. En el caso de Sorolla, siempre en el horizonte de la pintura, los inicios pueden situarse en 1878-1879, con su formación en las Escuelas de Artesanos, donde estudió dibujo, y en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, a la vez que junto a las clases trabajaba en el taller de cerámica de su tío José, todo ello en su Valencia natal.

La esclava y la paloma (1883). Ól. s. lienzo, 148 x 86,5 cm. Museo Sorolla, Madrid.

Entre 1879 y 1881 va participando en diversas exposiciones en Valencia. En 1881 viaja por primera vez a Madrid, y desde entonces y hasta 1883 estudia de manera intensa en el Museo del Prado las obras de Velázquez, sobre las cuales hace algunas copias, y también de Ribera.

Su participación en Valencia en la Exposición Regional de 1883 y meses después en Madrid en la Exposición Nacional de 1884 irán marcando su consolidación en la escena artística de España, ya con la realización de cuadros de gran formato por los que obtiene distinciones y premios. En 1884 obtiene una pensión de la Diputación de Valencia para ir a estudiar a Roma, donde así pudo ampliar su conocimiento y contacto con los clásicos.

El oferente (1883). Ól. s. lienzo, 149 x 99 cm. Museo Sorolla, Madrid.

Todo ese flujo, complejo y lleno de factores determinantes de lo que acabaría siendo el Sorolla maduro, es lo que la muestra nos transmite con buenos criterios de ordenación y montaje expositivo.

Dos pinturas de 1884 nos permiten ver su interés por los dramáticos sucesos de los enfrentamientos con la Francia napoleónica en la Guerra de la Independencia. Uno de ellos: 2 de mayo, se encuentra actualmente en el Museo del Prado, pero aquí podemos ver un intenso y ya muy completo boceto. El otro cuadro: El grito del Palleter, nos permite ver a un labrador de los que vendían paja, un personaje histórico real que tuvo un importante papel en la contienda. La acumulación de figuras en ambos casos nos transmite la intensidad plástica con la que Sorolla era capaz de representar pictóricamente, ya entonces, los rostros, cuerpos, y modulaciones de los seres humanos. 

Boceto de conjunto para el Dos de Mayo (1884). Ól. s. lienzo, 61,8 x 104,4 cm. Col. particular.

Junto a diversas variantes, destacan también algún bodegón, las representaciones de desnudos masculinos y femeninos, en ciertos casos asociados a temáticas mitológicas, así como algunas marinas, paisajes, y retratos en los que ya vemos algunas de las temáticas centrales del Sorolla maduro. Particularmente relevante es la pintura Mis amigos (1884), considerada como un conjunto de estudios de ocho cabezas masculinas, de quienes fueron probablemente sus modelos para los cuadros de historia, y que impresiona por su fuerza expresiva.

El grito del Palleter (1884). Ól. s. lienzo, 154 x 205 cm. Diputación de Valencia, Valencia.

En definitiva, Sorolla. Orígenes es como un portal que al abrirse nos lleva a lo que será el gran Sorolla pintor, uno de los más relevantes en la transición entre los siglos XIX y XX, con su dominio de la luz, las imágenes marítimas, y el retrato, como ejes.

 

Sorolla. Orígenes. Comisario: Luis Alberto Pérez Velarde, Museo Sorolla, Madrid. Del 19 de diciembre de 2022 al 19 de marzo de 2023.

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 13 – 19 de enero, pgs. 34-35. Edición online: https://www.elespanol.com/elcultural/arte/20230118/sorolla/733426652_0.html

domingo, 15 de enero de 2023

Dos exposiciones en Madrid

 Flor Garduño: De la oscuridad a la luz 

Pueden verse a la vez en Madrid dos excelentes exposiciones de la fotógrafa mexicana Flor Garduño (nacida en Ciudad de México en 1957). En la Casa de México se han reunido 69 fotografías, datadas de 1982 a 2016. En la Galería Blanca Berlín podemos ver otras 13, con formatos más grandes y técnica de impresión diferente, entre ellas sólo una está también en la Casa de México, aunque allí en un formato más reducido.

Camino al camposanto (Ecuador, 1988). 

Flor Garduño estudió Artes Visuales en la Antigua Academia de San Carlos entre 1976 y 1978. Inmediatamente se interesó en la fotografía, y entre 1979 y 1980 pasó a trabajar como asistente en el estudio de Manuel Álvarez Bravo (1902-2002), uno de los fotógrafos más relevantes de su país. El comienzo del desarrollo personal de su obra se puede situar en 1982.

Desde entonces hasta ahora, Flor Garduño ha ido desplegando una intensísima actividad, siempre en el ámbito de la fotografía, mostrando públicamente sus imágenes en una larga serie de libros y numerosas exposiciones. Un rasgo visual es central y determinante en su obra: la utilización permanente del blanco y negro, lo que le permite subrayar el contraste entre formas y espacios, entre las sombras y las luces.

Caballo con círculo (U.S.A., 1993)

Garduño es, además, una fotógrafa intensamente viajera, y en sus desplazamientos por muy diversas naciones y territorios del planeta proyecta sus raíces originarias, mexicanas, en un horizonte de universalidad. En ningún caso encontramos mera inmediatez o circunstancialidad en sus imágenes, que se sitúan así plenamente en un ámbito artístico que tiene como base central la pregunta, la interrogación, acerca de aquello que vemos en ellas.

Los ejes temáticos que aborda nos llevan a los animales, la naturaleza, las construcciones arquitectónicas, los desnudos femeninos, los retratos de personalidades intelectuales (entre ellos, uno magnífico de Antoni Tàpies), y las referencias a artistas.

Moneda (Suiza, 2001).

Los vínculos con los animales son determinantes en la trayectoria de Flor Garduño, que de niña vivió con un perro, un venado y veinte pájaros. La naturaleza se presenta en contraste con las construcciones arquitectónicas, que nos protegen y nos encierran. Los desnudos femeninos dialogan con los objetos, reclamando una posición de fuerza y vida en los cuerpos de las mujeres, algo que se hace particularmente evidente en la obra Moneda (2001), en la que una mujer desnuda empuña una espada que la cubre frontalmente desde los pies a la cabeza.

En relación con las referencias a artistas encontramos en la Casa de México una fotografía con el título Arqueología de Duchamp (2014), con una clara alusión en la imagen al ready-made de éste Rueda de bicicleta (1913). Y también otra titulada Magritte (2016), en este caso con una alusión obvia a la importancia de las nubes en la obra del artista belga.

Mariana Yampolski (México, 2000).

Con ello podemos apreciar la importancia del sustrato conceptual y surrealista en la articulación de las imágenes de Flor Garduño. Lo que nos plantea en cada una de sus piezas es mirar más a fondo: no quedarse en la mera inmediatez, sino llegar a ver. En definitiva, saber apreciar el contraste en todo lo que vemos, comprender que lo distinto tiene unidad con nosotros, pasar de la oscuridad a la luz.

 


Flor Garduño, la construcción del instante. Coordinación: Ximena Caraza Campos. Fundación Casa de México, Madrid. Del 15 de diciembre de 2022 hasta el 12 de febrero de 2023.

Flor Garduño. Galería Blanca Berlín, Madrid. Del 17 de diciembre de 2022 hasta el 11 de febrero de 2023.

 

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 6 – 12 de enero, pg. 28. - Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20230114/fotografa-mexicana-flor-garduno-madrid-partida-oscuridad/731926925_0.html

martes, 3 de enero de 2023

Libro de Baudelaire

Baudelaire:

La mejor crítica brota de la poesía

Baudelaire (1821-1867) siempre vuelve... Son muy numerosas las versiones en español no sólo de sus poemas, también de sus escritos sobre temáticas diversas. Porque ese es el núcleo central de Baudelaire: el perfil de alguien que vivió de un modo especialmente intenso en la escritura, esa fue su forma de estar en el mundo.

Hay no pocas ediciones de sus escritos de crítica artística en nuestra lengua, y ahora nos llega una nueva, una excelente selección de escritos sobre esa temática en toda su diversidad: críticas sobre artes visuales, literatura y música. En este libro encontramos un rasgo referencial: teniendo en cuenta sus diferencias expresivas y de soporte, Baudelaire plantea que las distintas prácticas artísticas participan en sus raíces de una unidad, la representación en imágenes con una perspectiva de conocimiento y de modulación ética.

Los escritos reunidos aparecieron originalmente en publicaciones periódicas, a los que se une al final una selección de textos de diferentes temáticas publicados póstumamente. El volumen cuenta con dos textos de introducción de uno de los grandes expertos en Baudelaire: el teórico y ensayista italiano Giovanni Macchia (1912-2001). Lamentablemente, no se indica la datación de esos dos textos, pero su interés es indudable y nos sitúan ya de entrada en una magnífica vía de entrada en la sensibilidad y objetivos de los escritos críticos de Baudelaire.

Es sumamente interesante la vinculación que señala Macchia entre Baudelaire y Edgar Allan Poe, a quien caracteriza como su “espíritu fraterno”, y como su “alter ego”. Baudelaire tradujo textos de Poe, y Macchia señala que el arranque de uno de sus textos más importantes Mi corazón al desnudo [Mon coeur mis à nu] habría brotado de su lectura del texto Marginalia (1836), de Edgar Allan Poe.

El lazo profundo entre poesía y crítica es el núcleo central y lo que da consistencia a todos los escritos críticos de Baudelaire. En el único texto de crítica musical aquí editado, sobre la figura de Wagner, a quien consideraba un “genio” (pg. 751), podemos leer lo siguiente: “Sería prodigioso que un crítico se convirtiera en poeta y es imposible que un poeta no lleve en sí un crítico. No sorprenderá, pues, al lector que considere al poeta como el mejor de todos los críticos” (pg. 735).

En su escrito sobre la Exposición Universal de 1855, Baudelaire indica que para llegar a comprender “la belleza universal” es necesario que se produzca una transformación que nos lleve al “cosmopolitismo”, y los mejor dotados para ello serían los “viajeros solitarios”, quienes “conocen la admirable, la inmortal, la inevitable relación entre la forma y la función.” (pg. 175). Frente a la asociación del “buen crítico” con lo que llama “el profesor-jurado, especie de tirano-mandarín”, Baudelaire sitúa la buena crítica en la capacidad para captar y entender la extrañeza, característica central de lo bello (pgs. 177-178).

Acompañarle en su viaje a través de sus escritos nos permite apreciar la gran capacidad de comprensión y transmisión para los demás de este intenso “viajero solitario”, poeta-crítico, que fue el primero en formular una teoría de la modernidad estética, fijando con ello antecedentes de relieve para el nacimiento y despliegue de las vanguardias artísticas. En su escrito “El pintor de la vida moderna” (1863), leemos: “La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno e inmutable.” (pg. 346). Baudelaire: la mirada crítica del poeta, viajando solitario a través de las artes en los ciclos del tiempo.

 

* Charles Baudelaire: Escritos sobre arte, literatura y música (1845-1866). Prólogo de Giovanni Macchia, Selección, notas y traducción de José Ramón Monreal. Acantilado, Barcelona, 2022. XLIX + 987 pgs.

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 30 de diciembre, pg. 29. * Edición online, https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20230103/charles-baudelaire-critico-perspicaz-temible/729677404_0.html