Matisse: El rojo radiante
Una exposición muy singular en París nos
permite apreciar la relevancia de Henri Matisse (1869-1954), uno de los
artistas más destacados del postimpresionismo. Se trata de la tercera
presentación de la muestra, coproducida por el MoMA de Nueva York, el SMK de
Dinamarca, y la Fondation Louis Vuitton, y que se presentó antes en Nueva York
y en Copenhague. Su título: L’Atelier
rouge [El taller rojo] es el
mismo de la pintura de Matisse, que articula todo su despliegue: se reconstruye
el carácter de un cuadro nuclear y la proyección que esa obra llegó a alcanzar
de forma tardía.
El
cuadro, realizado en 1911 cuando Matisse tenía 41 años, es verdaderamente
especial: reproduce de manera minuciosa el espacio
de lo que entonces era su taller de trabajo en Issy-les-Moulineaux, en el
extrarradio de París. Lo decisivo es que en la pintura Matisse representa 11
obras: 7 pinturas, 3 pequeñas esculturas, y 1 cerámica, así como muebles y
otros objetos, y con ello nos transmite de forma abierta y sugestiva lo que
constituía el ámbito de ecos y resonancias de su espacio creativo, el lugar
donde iban cobrando forma sus obras.
Es ésta una cuestión que ya antes había
marcado el interés de Matisse, pues el taller de trabajo y los espacios
interiores, como tema de representación, fue algo que ocupó su atención desde
1903 en adelante hasta sus años finales. Pero L’Atelier rouge, con su precisión y carácter innovador
desde un punto de vista expresivo, tiene un alcance especial. La innovación se
sitúa ante todo en el mantenimiento atenuado de los colores de las obras
reproducidas y en la decisión que tomó, en un estado avanzado de la realización
del cuadro, de utilizar un filtro cromático unificador con el color rojo en
toda la superficie pictórica. El rojo que emplea, caracterizado como “rojo
veneciano”, actúa como un filtro unificador para ver en unión y en profundidad…
Las pinturas
reproducidas son un pequeño paisaje: Córcega,
el viejo molino (1898), una naturaleza muerta: Cyclamen (1911), y diversas representaciones de personas: un retrato
de un adolescente vestido, Joven marino
(II) (1906), y cuatro desnudos femeninos: Bañistas (1907), El lujo (II)
(1907-1908), Desnudo con chal blanco
(1909), y Gran desnudo (1911).
Excepto esta última, una pintura de gran formato que acabó destruida
y que actualmente es conocida sólo por su imagen en L’Atelier rouge, los cuadros originales están también
presentes en la muestra.
L’Atelier rouge permaneció en poder de Matisse durante 16
años, entre los cuales viajó a Londres, Nueva York, Chicago y Boston, para
estar presente en diversas exposiciones. Fue comprada en septiembre de 1927 por
David Tennant, fundador de un club privado de coleccionistas en Londres, donde
estuvo expuesta. A comienzos de los años cuarenta la compró Georges Keller,
director de la Bignou Gallery en Nueva York. Y finalmente fue adquirida en 1949
por el MoMA de Nueva York, de cuya colección sigue formando parte.
El título L’Atelier rouge fue puesto a la obra por
Alfred H. Barr Jr., director y fundador del MoMA, 38 años después de su
creación por Matisse que, en su presentación en las exposiciones
internacionales antes mencionadas, entre 1912 y 1913, lo tituló
Panneau rouge [Panel rojo]. En las dos opciones prevalece la indicación del
carácter predominante del color, el rojo
referencial.
Hasta el final de los años cuarenta la
pintura es poco mencionada en los estudios sobre Matisse. Pero a partir de
entonces adquirió una “nueva vida”, y acabó alcanzando una gran repercusión.
Hay un eco especial de la misma en otra obra de notable calidad: Grand intérieur rouge [Gran interior rojo], que Matisse realizó
en 1948, y que después de haber sido expuesta por su hijo, galerista, Pierre
Matisse en febrero de 1949, el mismo año en el que L’Atelier rouge entró en el MoMA, fue adquirida en 1950
por el Museo Nacional de Arte Moderno de Francia, actualmente Centro Pompidou.
El Gran interior rojo,
también presente en la exposición, vuelve a situar 37 años después la mirada de
Henri Matisse en el ámbito de su espacio vital. En este caso, lo que vemos es
la representación de un rincón de su casa en Vence, en la región de Provenza,
donde vivió de 1943 a 1949. Aquí tienen más presencia los muebles y objetos,
así como dos figuras fragmentarias de animales, y hay sólo dos representaciones
de obras artísticas. Eso sí, el rojo vuelve a marcar la unificación cromática
de la representación. Y un dato importante: se trata de la última pintura al
óleo del artista.
Además de todas las obras y piezas artísticas
de Matisse la exposición reúne un amplio conjunto de materiales, documentos y
soportes visuales que nos permiten viajar en el tiempo y los ámbitos de
creación de Henri Matisse. En la entrada, en uno de los muros, nos recibe en
gran formato la frase: “Este cuadro sorprende completamente a primera vista. Es
nuevo evidentemente… ¿Le he dicho que el cuadro representaba mi taller?” Fue lo
que le indicó en febrero de 1912 a su mecenas el coleccionista ruso Serguéi Schukin,
que sin embargo no la compraría.
Pero Matisse es ciertamente preciso: L’Atelier
rouge sin duda sorprende
por la profundidad que transmite en lo que representa y cómo lo hace. Según él
mismo señaló en una entrevista publicada en The
New York Times el 9 de marzo de 1913, dos años después de la realización
del cuadro, y recogida en el catálogo de la exposición, el trabajo experimental
con el color marca el despliegue de su trabajo: “yo comienzo siempre por el
color.” Todo ello, también, en diálogo con sus referentes artísticos, como igualmente
indica en esa misma entrevista: “Goya, Durero, Rembrandt, Corot, Manet son mis
maestros preferidos.”
En
definitiva, la emoción y la aproximación experimental al color constituyen su
horizonte creativo. Y ahí, en esa unión del espacio de creación: el taller, el
estudio, con la irradiación reflectante del color, el rojo veneciano impone su
fuerza de unificación y abstracción: el lenguaje del rojo radiante.
* Henri Matisse, L’Atelier rouge [El Taller rojo]. Comisariado: Suzanne Pagé, François Michaud y Magdalena Gemra. Fondation Louis Vuitton, París. Del 4 de mayo al 9 de septiembre.
* Publicado en EL CULTURAL:
- Edición impresa, 28 de junio – 4 de julio, pgs. 30-31.
- Edición online:
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