En la
Fundación Lázaro Galdiano
Exposición
Bernardí Roig:
El
coleccionista de obsesiones
La exposición estará
abierta al público entre el 25 de enero y el 20 de mayo de 2013.
Síntesis y concepto de la exposición
“Hay
muchas especies de coleccionistas; y además, en cada uno de ellos opera una
profusión de impulsos”, escribió Walter Benjamin. Esa profusión de impulsos: pluralidad, dispersión, intensidad… que
busca adquirir, conservar, atesorar, caracteriza de modo singular la
trayectoria de José Lázaro Galdiano. Las colecciones que hoy guarda la
Fundación que lleva su nombre, afortunadamente de titularidad pública,
constituyen un ejemplo particularmente significativo de hasta qué punto el
impulso a coleccionar abre todo tipo de vías de enriquecimiento de la
experiencia.
Pero
hay un núcleo central en la pasión de coleccionar que no es otro que su vínculo
con la memoria. El coleccionista
intenta guardar en los objetos que atesora el hilo rojo de experiencias
vividas. Lo que se desvela a través de ellos es, en el fondo, una voluntad de
recobrar el tiempo que pasó. Podría así decirse que coleccionar es una lucha
contra el tiempo, un impulso a permanecer materialmente en los objetos, de todo
tipo, en los que en un momento de vida se demoró la mirada, el tacto, la
apropiación corporal y
sensible. Hay concepto, desde luego, pero el coleccionismo implica una intensa
inmersión sensible y sentimental en las piezas que forman la colección.
Esa
lucha, pasional, con el tiempo es también, sin duda, la clave última del
trabajo de Bernardí Roig, uno de nuestros artistas actuales que goza del más
amplio reconocimiento internacional, y que a lo largo de su trayectoria
artística ha tenido en todo momento como referentes esenciales la memoria y el deseo. El concepto que sustenta esta exposición tiene que ver
con el descubrimiento de una imagen inadvertida en el espejo: el artista, él
también, es un coleccionista, aunque
no de piezas u objetos, sino de representaciones plásticas, de ideas, emociones
y sentimientos que se plasman en obras. Y, en ese sentido, el artista es
también un coleccionista, pero un
coleccionista de obsesiones, aquellas que va plasmando en su trabajo en
busca de la realización de la obra.
Todas
las piezas de la exposición: los dibujos, el libro de luz, las esculturas, el
molde que se confronta con las armaduras, la película rodada especialmente para
esta muestra en los espacios de la Fundación, incluso el tablero de imágenes,
giran en torno a una misma modulación: alcanzar
la luz. En sus obras, Bernardí Roig bucea en un depósito abigarrado de
imágenes: del arte a la vida cotidiana, de las raíces familiares a lo
desconocido, para impulsar su búsqueda desde la memoria a la luz del deseo. Algo que tiene su reflejo en el Tablero de imágenes, que vive en una pared
de su estudio, donde va fijando recortes de imágenes tomadas de aquí y de allá,
y que se presenta al público por vez primera en esta exposición. Es un registro
íntimo de cómo la obsesión gira, se expande y se eleva hasta acabar
convirtiéndose en obra.
En
definitiva, coleccionar obsesiones
hasta convertirlas en obras artísticas.
El trabajo de Bernardí Roig, en el espejo diseminado de los espacios de la
Fundación Lázaro Galdiano: las salas, el jardín, incluso el sótano, permite a
nuestra mirada y a nuestra sensibilidad introducirse en la amplitud de
registros que implica el coleccionismo, del deseo a la memoria, de la lucha
humana con el tiempo a su plasmación en obra de arte.
José
Jiménez
Comisario
de la exposición
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