domingo, 28 de julio de 2019

Fernando Castro:


La novela del arte y de la vida*


No se lo pierdan: es un libro estimulante, abierto, lleno de sugerencias. En él se habla, sobre todo, de la situación del arte en el mundo de hoy. Pero, a la vez, esa temática se confronta con el despliegue de un análisis crítico sobre la condición actual de la experiencia y de la vida humana. Su título remite a Charles Baudelaire, quien situaba la mirada del paseante solitario (el flâneur) desplazándose a través de “la crueldad de un mundo moderno y urbano”.


Esa idea se conjuga, en el texto de Fernando Castro, con las concepciones de la estética de la desaparición, de Paul Virilio. Estamos así en un paseo, o recorrido, de la escritura no ya por los senderos abiertos de la naturaleza (Thoreau), o por las calles de la ciudad (Baudelaire), sino por el túnel sin fondo de los vericuetos mediáticos en la sociedad del espectáculo.
La forma de escritura y argumentación fluye en una línea de interconexión inmediata, simultánea, de diversas cuestiones y maneras de expresión, con lo que se construye un pensamiento transversal, espejo y reflejo crítico de los soportes y características de la comunicación digital. Se trata de un texto fundamentalmente narrativo, de una narración que brota desde el interior, para expresar el paisaje y el horizonte del arte y de la vida humana en nuestro tiempo.
Se sigue como método un cauce incesante de citas, unidas a comentarios y reflexiones en los que abunda el uso de la ironía y del juego lingüístico, que en todo momento permite apreciar un sustrato de erudición. Como tesis nuclear encontramos la idea de “la eliminación del marco”: la desaparición de los límites del arte, su disolución en la experiencia mediática de masas acerca de lo cotidiano.

Fernando Castro

En ese proceso, y con un conjunto de referencias abundantísimas al mundo del arte, se sitúa como figura desencadenante a Marcel Duchamp, y en concreto su concepción del ready-made, que, según se afirma “era sin ningún género de dudas, el vínculo obvio de unas actitudes que desbordaban lo pictórico.” (pg. 109). Y después, como punto de culminación, la posición crítica apunta a Andy Warhol, a quien se caracteriza como “el rey de los pasmados” (pg. 87), y como “el maestro del neo-tancredismo” (pg. 281).
Debo decir que no comparto esos juicios sobre Duchamp y sobre Warhol, que en mi opinión no recogen en profundidad las aportaciones de ambos artistas a lo que precisamente sería la reformulación del trabajo artístico en la sociedad mediática de masas, el horizonte que permite que el arte siga vivo.
Particularmente lúcida, en cambio, me parece la crítica de “la cultura super-espectacular” (pg. 196), cuando Fernando Castro señala que en la era digital estamos “atrapados en una especie de parque de atracciones, rodeados por huellas de otros que también están desorientados.” (pg. 198). Lo que supondría que “hoy lo que tenemos es, sobre todo, un imperio de lo hipervisible, de ese reality-show que revela la atracción ejercida por lo monstruoso” (pg. 199).
Este último aspecto se conecta con la crítica del despliegue global del terrorismo, de la utilización de la tortura, de la banalización de la política y, en definitiva, de la situación actual de la vida humana, articulada por un capitalismo que nos llevaría, más que a una globalización, a “una homogeneización (planificada) del mundo.” (pg. 210).
Frente a ello, y esto me parece de gran importancia, lo que se propone no es la rendición ni el cinismo, sino “una ética y una estética de la resistencia”, que “subrayara la importancia de lo que se podría denominar la ilusión de la política.” (pg. 244). No rendirse, mantener las exigencias de conocimiento, justicia, y libertad, a través del arte y de la vida. Fernando Castro, la novela del arte y de la vida.


* Fernando Castro Flórez: Estética de la crueldad. Enmarcados artísticos en tiempo desquiciado; fórcola, Madrid, 2019. 315 pgs. 

* Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.388, 27 de julio de 2019, pg. 13.





domingo, 7 de julio de 2019

El cine de Eloy de la Iglesia:


La imagen rebelde

Esta sugestiva exposición en torno a la obra fílmica de Eloy de la Iglesia (1944-2006) es todo un viaje en el tiempo. Sigue un orden cronológico, desde 1966 hasta 2003, utilizando como núcleo fundamental la imagen fotográfica fija, aunque abierta a su desplazamiento y proyección en fragmentos de cine, vídeo, collages, e incluso graffiti. El título de la muestra establece claramente un vínculo entre el cine de Eloy de la Iglesia y el de Luis Buñuel, ya que alude directamente a la película de este último «Ese oscuro objeto del deseo» (1977).

Eloy de la Iglesia durante la Semana de Cine de Color de Barcelona (1977).

Eloy de la Iglesia se reconocía a sí mismo como homosexual, comunista y drogadicto. E indicaba también que su cine iba siempre “a contracorriente”. El trasfondo filosófico de su trabajo se hace evidente cuando señala: “Afirmaba Platón: quien ha contemplado la belleza con sus propios ojos está consagrado ya a la muerte. Yo he conocido ambas de muy cerca. He vivido en un mundo que parecía en algunos momentos inmutable, pero al final resultó efímero.” Y su conclusión es definitiva: “no encuentro otra razón para vivir que hacer cine.”

Eusebio Poncela y Vicente Parra en "La semana del asesino" (1972).

En la exposición podemos seguir toda su trayectoria. Sus cortometrajes iniciales, entre 1962 y 1963, cuando aún era muy joven. Sus 22 largometrajes, entre 1966 y 2003. Y también sus intervenciones en la televisión y el teatro. Es interesante la recuperación de imágenes prohibidas por la censura durante el franquismo. Y todo ello nos permite apreciar el carácter de cineasta militante de Eloy de la Iglesia: su cine se plantea como una exploración crítica de los más diversos ámbitos de la exclusión.

Simón Andreu y Ángel Pardo en "Los placeres ocultos" (1976).

Utilizando de manera intensa los procedimientos fílmicos del suspense, la transgresión, y el sobresalto, de la Iglesia pone ante nuestros ojos el carácter negativo y criminal de la corrupción, el flujo imperioso del sexo, la delincuencia, o la caída en el paraíso artificial de la droga. En conjunto, su cine es un grito abierto por la libertad de los individuos humanos, acosados en un sistema social que controla y cierra todas las salidas, un alegato firme contra todas las formas de represión. Una elaboración intensamente rebelde de la imagen.

María Luisa San José, José Sacristán y José Luis Alonzo en "El Diputado" (1978).   

La muestra está articulada en seis secciones. La primera es un repaso por toda su filmografía, a través de materiales de foto fija. La segunda, titulada “Eloy”, nos lleva a retratos del realizador en los rodajes o en entrevistas, a partir de los años setenta. La tercera, “Vídeo sala”, es un acercamiento a la obra de Eloy de la Iglesia en un vídeo de 10 minutos realizado por Tamara Díaz e Itziar Orbegozo. La cuarta, “Collages fotográficos”, presenta cinco collages fotográficos referenciales elaborados por el realizador y actor francés Quentin Valois. La quinta nos lleva a la serie “Quinqui Stars”, nueve retratos del fotógrafo Jorge Fuembuena. Y, por último, la sexta sección nos sitúa ante una intervención con graffiti a cargo del artista francés Baptiste Pauthe.

Quentin Valois - Collage nº 3: "La habitación negra" (2018).

Ese conjunto multimedia hace aún más efectivo el recorrido por la obra de Eloy de la Iglesia, pues con ello percibimos tanto el contraste como los ecos fluidos del cine en soportes y medios de expresión característicos de la sensibilidad actual. Cómo eran las cosas antes, y cómo van siendo ahora. El cine, más allá del cine.
Y en esa línea, se nos traza un camino de retorno: no sólo volver a otra época, marcada en España por la dictadura franquista y su despliegue represivo, sino además poder volver al cine de otro tiempo. Al cine como vehículo de comunicación directa a través de la imagen: fotografía en movimiento, antes de que los soportes digitales nos llevaran a la comunicación inmediata de la imagen. En la que si no introducimos la pausa, no hay posibilidad de ver en la distancia, de sentir, reflexionar, y conocer a través de la imagen. Eloy de la Iglesia: la imagen rebelde.


* Eloy de la Iglesia: Oscuro objeto de deseo. Comisario: Pedro Usabiaga. Promoción del Arte, Tabacalera, Madrid. Del 21 de junio al 8 de septiembre de 2019.

* Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.385, 6 de julio de 2019, pp. 20-21.