martes, 30 de marzo de 2021

Antoni Muntadas en el Museo de Bellas Artes de Bilbao

Ciudad y tiempo

Tras dos años de intenso trabajo, Antoni Muntadas (Barcelona, 1942) presenta lo que él denomina un «proyecto», y no una exposición. En él reconstruye el devenir histórico del urbanismo de Bilbao, siguiendo como línea de articulación el recorrido de la ría del Nervión y las distintas intervenciones arquitectónicas que se han ido sucediendo en la ciudad. El título del proyecto: «La ciudad vacía», alude a cómo esas intervenciones, con su carácter monumental, habrían ido ocasionando el vaciamiento de la urbe. Una cuestión que alcanza un eco profundo con las experiencias de la pandemia y el confinamiento que hemos vivido en los últimos tiempos.

El trabajo artístico de Muntadas tiene un interés y alcance conceptual muy profundos, en él ha ido integrando siempre la indagación sobre el lenguaje, sus usos sociales, y sus dimensiones políticas. En esta ocasión, todo ello se sintetiza con su atención a la arquitectura, que ha constituido un núcleo central de sus actividades como profesor en el Departamento de Arquitectura del Instituto de Tecnología de Massachuseetts (MIT) entre 1990 y 2014, así como en el Instituto Universitario de Arquitectura del Véneto, en Venecia, desde 2004.

Muntadas sitúa como núcleo de este proyecto multidisciplinar una serie de propuestas, iniciada en 1995, que lleva como título «On Translation» («Sobre la Traducción»), y que según aclara «hace referencia no a la traducción palabra a palabra, sino a la traducción cultural.» En esa línea, el proyecto «La ciudad vacía» se despliega en tres secciones y un complemento, aunque ya en la sala de entrada a los espacios destinados a su presentación encontramos dos baldas con catálogos anteriores de diversas propuestas de Muntadas, lo que resalta la línea de continuidad de lo que podemos ver, leer y oír ahora.

El complemento, que Muntadas caracteriza como una serie de anotaciones audio-visuales «a pie de página», tiene el carácter de un «preámbulo» de la investigación sobre Bilbao. Aquí encontramos tres vídeos anteriores: Dérive Veneziane (2015), Guadiana (2017) y Finisterre (2017), que alcanzaron un importante eco en sus proyecciones públicas y que nos llevan a otras confluencias de aguas y ciudades. Los signos de la escritura se confrontan con las imágenes visuales, pues en los bancos pintados de blanco dispuestos para sentarse a ver los vídeos encontramos inscritas, con un color negro intenso, las palabras TRANSITAR, TRANSFORMAR y TRANSCURRIR.

«Vacuum / Plenum»

La primera sección tiene como título «Vacuum / Plenum», palabras en latín que contraponen «Lo vacío y Lo lleno». Esa contraposición se articula en dos caras contrapuestas de una pantalla. En una van pasando en loop imágenes en blanco y negro de la ciudad, tomadas con cámara fija. En ellas vemos el despliegue de las aguas del núcleo acuático: la ría, de la ciudad de Bilbao. Todo ello, en silencio. Y en el banco para sentarse encontramos la inscripción TRADUCIR.

                                             «Vacuum / Plenum»                                             

En la otra, las imágenes en color nos llevan a la ciudad habitada, con sus construcciones arquitectónicas en torno a la ría, con gente que va y viene. En los muros hay una serie de citas de Walter Benjamin (extraídas de su Obra de los Pasajes, y en concreto del capítulo París, capital del siglo XIX). Entre ellas, por su relación directa con el proyecto de Muntadas, me parece importante destacar las siguientes: «El sentimiento de pertenencia a una ciudad va siempre unido por sus habitantes… / […] creando así un vacío antes de que apareciera el siguiente / […] nunca nos es posible recordar por completo lo que hemos olvidado […]». En el banco para sentarse a ver está la inscripción TRANSMITIR.

«Vacuum / Plenum»

Y es importante tener en cuenta que hay una entera sincronía entre las dos proyecciones, en las que se ven los mismos espacios, pero eso sí: en momentos diferentes del tiempo en la ciudad.

La segunda sección: «On Translation: La Ría», tiene como punto de partida el cuadro de Darío de Regoyos (1857-1913) La ría de Bilbao (c. 1910), que se confronta con la visión de la ría que transmite Google Earth. En este caso, se contraponen dos grabaciones sobre la ría que podemos oír. Una es la de la audioguía de la ciudad, con su carácter pretendidamente «oficial», mientras que la otra, del escritor Iñaki Uriarte, transmite una visión crítica de cómo se ha ido interviniendo arquitectónicamente en Bilbao en las últimas décadas.

En la tercera sección: «Suntsiketa / Eraikuntza», palabras en euskera que significan «Destrucción / Construcción», vemos un conjunto de fotos fijas de obras, edificios, pandemias e inundaciones, en blanco y negro y en color, viradas en negativo, con lo que se les pretende dar «un sentido fantasmal». En el banco en blanco para sentarse está la inscripción TRANSGREDIR, y además se puede también oír una grabación de unos «bertsolaris», en vasco improvisadores populares de versos.

«Suntsiketa / Eraikuntza» [«Destrucción / Construcción»]

Un signo central del proyecto de Muntadas es la repetición del prefijo TRANS en las inscripciones de los bancos, con las que según él indica nos lleva al origen del proyecto en su «On Translation», y con los sentidos de «a través» y «transmitir», pues con ello se quiere suscitar «participación» en aquellos con los que comparte sus proyectos. Lo que intenta es desencadenar un proceso que implica un paso de mirar a ver y percibir.

En definitiva, este profundo y excelente proyecto nos lleva, a través de la visión y percepción del flujo acuático y arquitectónico de Bilbao, a una consideración del carácter dinámico, fluido, tanto de las aguas como de las ciudades, puestas en espejo: ciudad y tiempo.

 

Muntadas. La ciudad vacía. Comisaria: Guadalupe Echevarría. Museo de Bellas Artes, Bilbao. Del 19 de marzo al 5 de septiembre de 2021.

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 26 de marzo -1 de abril de 2021, pgs. 26-27. Edición online, https://elcultural.com/muntadas-ciudad-y-tiempo

jueves, 25 de marzo de 2021

Libro BERLÍN Y EL ARTISTA

 Paseante en el tiempo

La editorial Siruela, que ha ido publicando en español la mayor parte de los textos del escritor suizo Robert Walser (1878-1956), nos trae ahora un nuevo volumen de gran interés y proyección. Autor de tres relevantes novelas publicadas en los inicios del siglo XX: Los hermanos Tanner (1907), El ayudante (1908), y Jakob von Gunten (1909), fue abriendo su escritura hacia el ámbito de los textos breves, en prosa, la mayor parte de los cuales aparecieron en publicaciones periódicas. Su último libro publicado en vida: La rosa (1925), de una profundidad admirable, pertenece a ese género.

La trayectoria literaria de Robert Walser, que nació en la ciudad bilingüe de Biel, tiene sus inicios en torno a sus veinte años, cuando comienza a publicar en periódicos y revistas, y a viajar y pasar temporadas en diversas ciudades alemanas y suizas. Después, sería decisivo el periodo que vivió en Berlín, entre 1905 y 1912. Posteriormente, regresó a Suiza, viviendo de nuevo en Biel entre 1913 y 1921, y luego en Berna entre 1921 y 1933. Ese año, aquejado por una profunda enfermedad mental fue internado en una clínica psiquiátrica en la ciudad de Herisau, donde pasaría sus últimos veintitrés años de vida. Fue entonces, a partir de 1933, cuando tomó la decisión de no escribir más, pues según manifestó la escritura es incompatible con la falta de libertad. Fallecería, de un ataque al corazón, el día de Navidad de 1956.

Poco a poco, la recuperación de sus obras y la publicación de sus textos breves en diversas compilaciones y antologías acabarían convirtiendo a Robert Walser en uno de los escritores más relevantes del siglo veinte en lengua alemana. Fue muy apreciado, entre otros, por Franz Kafka, Robert Musil, Elias Canetti, o Thomas Bernhard. Y Walter Benjamin escribió sobre él, en 1929, un hermoso y profundo texto en el que tras subrayar que su estilo se caracteriza por un asilvestramiento del lenguaje que resulta fascinante y por un específico dejarse llevar, nos dice que lo que Walser consigue así es trasladarnos intensamente cómo viven los personajes de los que habla.


Se trata de algo decisivo, porque leer a Walser es respirar, a través del lenguaje, el aroma de la vida. El libro que ahora se publica en español, con una excelente traducción, recoge una serie de prosas breves, de textos diversos, escritos entre 1899 y 1928, y ordenados cronológicamente. Hay que decir, en todo caso, que el título elegido: Berlín y el artista, que es el de uno de los textos seleccionados, puede inducir a equívoco, pues el conjunto de prosas no se refiere a esa cuestión. De hecho, el título de la edición original en alemán: Una bofetada y otras cosas, que coincide también con el de otro de los textos seleccionados, es diferente, y alude de forma directa al carácter abierto y disperso de las prosas. En su edición original, los textos han sido seleccionados y reunidos por uno de los artistas plásticos actuales más relevantes: el también suizo Thomas Hirschhorn, junto con el escritor Reto Sorg.

En su breve texto de introducción, Hirschhorn indica que en la escritura de Walser “lo único esencial es el texto”. Y, efectivamente, ese es el punto de partida en la lectura de un conjunto de prosas diversas que nos llevan de un lado a otro, pero siempre trazando el vuelo de un espejo entre la vida y lo que las palabras dicen. Eso sí, hay una pauta de estilo firme: la escritura en primera persona, que abre continuamente los espacios de la interrogación y la duda desde el interior del texto. Y así, cuando leemos es en todo momento como estar pensando de forma abierta, comunicando directamente con una voz que nos habla.

Con una temática tan variada y diversa, los textos de Walser reunidos en libro nos muestran la gran coherencia de su escritura. Con él viajamos en el tiempo. Recorremos sus itinerarios con mujeres y hombres. En la naturaleza: las montañas, los estanques, la nieve... Y en la vida cotidiana de las ciudades de entonces: los tranvías, los bares, los restaurantes, las calles, los teatros, el cine... No se pierdan este libro intenso y profundo. En él, como señala el propio Robert Walser: “Lo que se busca es el retrato de algo vivido en un sueño.” (pg. 313).  

 

* Robert Walser: Berlín y el artista. Traducción de Isabel García Adánez. Siruela, Madrid, 2021. 346 pgs.

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 19-25 de marzo de 2021, pg. 24. Edición online, https: https://elcultural.com/robert-walser-y-el-aroma-de-la-vida 

martes, 16 de marzo de 2021

Exposición en el Patio Herreriano, Valladolid

La vitalidad de la pintura

Uno de los tópicos más vacíos y carentes de sentido es el que habla de la muerte o desaparición de la pintura como género artístico por los avances y desarrollos de la técnica en el proceso de producción de formas e imágenes. Desde la segunda mitad del siglo veinte hasta la actualidad es algo que se viene repitiendo, una vez y otra, a pesar de su inconsistencia. Porque a partir de la configuración de la «mímesis»: en sentido preciso «representación sensible» (aunque reducida siglos después a imitación), que implica el descubrimiento cultural de lo que seguimos llamando «arte», se fue desplegando un sentido específico de práctica artística: la pintura, a través de la producción de formas visuales y colores que abren un horizonte intenso de sentidos diversos. Cambian los soportes y los procedimientos, pero la pintura sigue viva.

Y de ello nos habla esta densa y relevante exposición, en la que se presentan obras diversas de 56 artistas, con las que se quiere trazar un mapa del desarrollo y presencia vital de la pintura en España desde los años setenta del siglo pasado hasta la actualidad. Queda fuera la década de los ochenta, que aunque algunos consideran el periodo de mayor esplendor de la pintura española contemporánea, Mariano Navarro piensa que se trata sobre todo de una fase de gran impacto económico y comercial.


Nacho Criado: Homenaje a Rothko I (1970-1999).
Técnica mixta, acrílico y cartón, 107 x 77 cm. Colección particular. 

El proyecto ahora planteado subraya dos tendencias en la pintura española contemporánea. En primer lugar, la que se sitúa en la década de los setenta, “inscrita en el tardofranquismo”, que despliega un proceso de investigación sobre el arte conceptual, y que lleva a una “indistinción” progresiva entre abstracción y figuración. Y posteriormente, ya a finales de los noventa y a comienzos del siglo en el que ahora estamos, la que abre “un nuevo impulso de la pintura”. Es algo que conoce a fondo Mariano Navarro, quien lleva bastantes décadas analizando, y trabajando crítica y teóricamente sobre la cuestión.

 La muestra, con un excelente montaje y un estimulante diálogo entre las obras y los espacios en los que se presentan, se articula en cinco secciones básicas, más un espacio/taller complementario, y tres intervenciones en ámbitos distintos del Museo.

Joan Hernández Pijuan: Un lloc conegut-2 (2004).
Óleo sobre lienzo, 162 x 290 cm. Museo Patio Herreriano.

Estas intervenciones son intensamente significativas, porque nos muestran directamente hasta qué punto la pintura no puede reducirse sin más al formato tradicional del cuadro. Ignasi Aballí oscurece con sombras pictóricas los cristales del claustro de la planta baja. En una de sus dos intervenciones, Carlos Maciá impregna con masas de distintos colores: verde, negro, azul, rojo y naranja, los vidrios de las grandes ventanas de una de las secciones del Museo, que pueden verse así tanto desde dentro como desde fuera del mismo. Y también Maciá interviene con líneas de trazados que acompañan dos cuadros de gran formato, de 1980, de Soledad Sevilla (reciente Premio Velázquez), cuya obra está también presente ahora en el Museo, fuera de esta exposición, con una deslumbrante instalación realizada con hilos de algodón y una sala de síntesis de su manera de pintar. 

Situadas en distintas salas del Museo, encontramos las cinco secciones que conceptualmente agrupan las más de ochenta obras que se presentan en la muestra. En la Sala 3, centrada en “la pintura expandida”, encontramos un conjunto de obras que exceden los límites del lienzo tradicional, la pintura se expande en formas y soportes escultóricos. Obras recientes, de artistas en su mayoría jóvenes, pero donde también están tres grandes obras pictóricas tridimensionales de Mitsuo Miura, que parecen estar volando en las paredes.

Irma Álvarez-Laviada: Lo necesario y lo posible II (2015).
Pintura industrial sobre material de embalaje y barras de hierro, 278 x 215 cm. 
Cortesía de la artista y Galería Luis Adelantado, Valencia.

La Sala 4 nos lleva a “la pintura desmaterializada”, que tendría su inicio en el despliegue del arte conceptual, y en la que se desplazaría la materia para llevar la propia pintura y sus materiales a la reflexión. Aquí están, entre otras, ya desde 1970, las obras de Nacho Criado, Ignasi Aballí, Miquel Mont e Irma Álvarez-Laviada. La Sala 6 está dedicada a “la pintura fluida”, protagonizada por artistas que desarrollan un ejercicio continuo de reflexión en torno a la abstracción. Entre otras, con piezas de Joan Hernández Pijuan, Carlos León, Sabine Finkenauer y Elvira Amor.

La amplísima Sala 7 reúne obras que responderían a una “figuración narrativa”, entendida como crítica y despliegue de una figuración que narra sin contar historias. Con piezas de Ángeles Agrela, Carlos Franco, Patricia Gadea, Juan Ugalde, y José Miguel Pereñíguez... La Sala 8 se centra en la “figuración a-representativa”, entendida en el sentido de una marcada ambigüedad iconográfica y en la ausencia de la necesidad de contar. Y aquí están, entre otros, Luis Gordillo, Miki Leal, y Abraham Lacalle. Y todo este intenso conjunto se completa, en la Sala 5, con lo que se denomina “el taller de pensar”, que recoge materiales que muestran el proceso de investigación y desarrollo de algunas de las obras presentes en la exposición.

Elvira Amor: Sin título EA 20.6 (2020).
Acrílico sobre lienzo, 150 x 200 cm. Cortesía de la artista.

Frente a la uniformidad repetitiva y reduccionista de las imágenes hipermediáticas que nos rodean y asedian en la actualidad, esta magnífica exposición, en su significativa amplitud y diversidad, nos muestra el aliento de singularidad al que nos lleva siempre la pintura cuando alcanza un grado de altura. Nuestros ojos permanecen abiertos en la interrogación de los sentidos y ámbitos de la experiencia. La pintura nos da vida.

 


Pintura: renovación permanente. Comisario: Mariano Navarro. Patio Herreriano, Valladolid. Del 6 de marzo al 29 de agosto de 2021.

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 12-18 de marzo de 2021, pgs. 24-25. Edición online, https://elcultural.com/la-vitalidad-de-la-pintura