domingo, 27 de octubre de 2019

Exposición en Madrid


Francesca Woodman: Yo vuelo


Las obras de Francesca Woodman (Denver, Colorado, 1958 – Nueva York, 1981), que ya han podido verse anteriormente en España en diversas muestras, llegan de nuevo a Madrid, , después de un largo recorrido por distintos centros artísticos de Europa, en una excelente exposición de síntesis producida en 2015 por el Moderna Museet de Estocolmo.

Sin título (Providence, Rhode Island, 1976). 
Copyriright: Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman, 

No se la pierdan. Las fotografías de Francesca Woodman impresionan de verdad. A pesar de la brevedad de su vida: se suicidó dejándose caer desde la ventana de su casa en Nueva York el 19 de enero de 1981, unos meses antes de cumplir 23 años, es una de las referencias centrales de la fotografía y del arte hecho por mujeres en el siglo veinte.
Su trabajo fotográfico empezó muy pronto, y ya desde el comienzo con plena intensidad, cuando con tan sólo trece años de edad, su padre le regaló una cámara japonesa Rollei. Tras su muerte, se conservan 10.000 negativos y alrededor de 800 fotografías impresas, de los que nos dicen que se han podido ver hasta ahora, en las diversas muestras públicas, únicamente una cuarta parte.

Sin título (Roma, Italia, 1977-1978).
Copyriright: Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman, 

Para la exposición en Madrid se han reunido 102 fotografías, la mayoría de pequeño formato, y una pieza en vídeo de seis episodios, datados entre 1975 y 1978, con una duración de once minutos y treinta y cuatro segundos. El itinerario nos permite recorrer, en ámbitos organizados por temas, las diversas fases de la trayectoria de Woodman. Desde sus primeras obras a la etapa de su residencia en Providence al matricularse en 1975 en la Escuela de Diseño de Rhode Island, a su estancia como becaria en Roma entre 1977 y 1978, año en el que obtuvo su titulación en Bellas Artes al volver a Estados Unidos, y finalmente a su estancia en Nueva York, adonde se mudó en enero de 1979.
Como hilo de continuidad, las fotografías de Francesca Woodman se centran de modo principal en imágenes del cuerpo, fundamentalmente del cuerpo femenino, con la excepción en esta muestra de la serie «El modelo Charlie», en este caso un hombre. Otras mujeres tienen también presencia, pero en su mayor número el cuerpo que vemos es el de la propia Woodman.

Autoengaño nº 1 (Roma, Italia, 1978).
Copyriright: Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman, 

Nos situamos así, de forma recurrente, en el ámbito del autorretrato, pero eso sí: en ningún caso entendido de manera estática o repetitiva. El cuerpo de Woodman va y viene en las imágenes, se desliza en juegos de luces y de sombras, se contrae y se proyecta, se fragmenta y se refleja, utilizando de un modo especial el contraste de los espejos, las paredes, las puertas, y las ventanas.
Predomina el cuerpo desnudo, el propio cuerpo como signo de interrogación, intervenido con objetos de contraste, y proponiendo en distintas series un sonido de poema visual, de música abierta. Esto es lo que ella misma anota en una fotografía de 1976, en la que vemos su cuerpo desnudo, cubierto por un papel roto y arrodillado frente a una pared sobre la que baja su cabeza y deposita sus manos: “Entonces hubo un momento en el que no necesitaba traducir las notas: iban directamente a mis manos.”

Ser un ángel nº 1 (Providence, Rhode Island, 1977).
Copyriright: Courtesy Charles Woodman, The Estate of Francesca Woodman, 

Como síntesis final, me parece un gran acierto haber elegido como título de la exposición el de una de las series: «Ser un ángel». Pues esto puede considerarse el núcleo central de su trabajo: una imagen de la humanidad, expresada a través de sí misma, del cuerpo de la mujer, en su variedad, como ángeles de este mundo. Ángeles caídos cuando quieren elevarse en el vuelo, humanos con el deseo de tener alas… Francesca Woodman: Yo vuelo.


* Francesca Woodman: Ser un ángel / On being an angel. Comisaria: Anna Tellgren; Fundación Canal, Madrid. Del 3 de octubre de 2019 al 5 de enero de 2020.

* Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.396, 26 de octubre de 2019, pg. 19.

sábado, 12 de octubre de 2019

Exposición en el Centro Fernán Gómez, Madrid



Tomando como motivo que en 2019 se cumplen 200 años desde que Francisco de Goya comenzó a pintar en la Quinta del Sordo las Pinturas negras, que hoy pueden verse en su transposición al Museo del Prado, llega a nosotros esta estimulante exposición, en la que se presentan 97 obras de 58 artistas de nuestro tiempo. Obras de artistas de gran consistencia, tanto españoles como internacionales, con todo tipo de soportes: pinturas, grabados, fotografías, esculturas, vídeos, instalaciones… que dialogan, en imágenes y sentidos, con las de Goya.

Simon Edmondson: During Supper (1987).

La muestra se articula en cinco apartados: Pinturas negras, Caprichos, Disparates, Desastres de la guerra, y Otros (en el que se incluyen referencias a obras de Goya distintas a las antes mencionadas), en las que  se propone un despliegue que va de los años sesenta del siglo ya pasado hasta ahora mismo. Como subraya la comisaria, en ellas es recurrente la atención al Perro semihundido y Saturno devorando a un hijo, de las Pinturas negras.

      Rogelio López Cuenca: After Goya (2009).

En cualquier caso, lo decisivo es hasta qué punto, en el eco y diálogo de los artistas de nuestro tiempo con las obras de Goya, éste sigue aquí. Toda su iconografía, su tejido de imágenes: seres humanos, animales, figuras imaginarias, contrastes y desgarramientos de luces y de colores, se desplazan y fluyen en las obras y soportes diversos que la exposición nos trae.

Francisco de Goya: Caprichos (1799). Grabado nº 43.

El título de la muestra alude a la que considero una de las obras de Goya de mayor proyección: el grabado nº 43 de la serie de estampas Caprichos (1799), en el que aparece la inscripción «El sueño de la razón produce monstruos.» Una pieza de significado abierto, sobre la que ha habido todo tipo de interpretaciones, pero que en mi opinión es la mejor síntesis del compromiso de Goya con el espíritu de las Luces, de la Ilustración: debemos mantener la razón despierta para no caer en la vía monstruosa de la violencia y el desgarramiento de la vida.
Es ese el nuevo horizonte ético y artístico que alienta en toda la obra de Goya, él mismo un ilustrado, imbuido del espíritu de las Luces, cuyo auténtico hilo argumental está constituido por la representación de los efectos destructivos de la superstición, la ignorancia y la violencia como formas de negación de la humanidad. Por eso mismo su pintura, sus dibujos, sus grabados, nos conmueven tanto, y sentimos su rechazo tajante de las guerras como algo tan actual en este mundo de guerra diseminada, como habría que llamar a eso que de forma tan inconcreta denominamos terrorismo.

Daniel Canogar: Amalgama I (2019). 

Goya es el primer gran artista en el que despunta con nitidez el rechazo pleno de cualquier tipo de variante de la inhumanidad, ya sea ésta cometida por españoles, por franceses, o por cualquier ser humano. En definitiva, Goya está vivo. Sigue aquí. En su arte, a través de sus obras, de su pensamiento plástico, que se despliega y se inscribe profundamente en el arte posterior. No basta con decir que se anticipó a su tiempo: Goya es un maestro de la síntesis visual, un sedimentador poliédrico de épocas y experiencias humanas, gracias a su brillante inteligencia, a su profunda sensibilidad y sentido moral.



* El sueño de la razón. La sombra de Goya en el arte contemporáneo. Comisaria: Oliva María Rubio. Centro Fernán Gómez, Madrid. Del 20 de septiembre al 24 de noviembre de 2019.

* Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.393, 5 de octubre de 2019, pg. 23.