martes, 27 de diciembre de 2022

Exposición en el Musée d'Orsay, París

 Munch: Los pliegues de la vida

El pintor noruego Edvard Munch (1863-1944) es, sin duda, uno de los artistas más relevantes de la modernidad estética. Su obra más conocida: El grito, cuya primera versión se completó en 1893, además de otras variantes pictóricas y grabados siempre con el mismo título, es una de las representaciones más intensas del desgarramiento con el que se vivían las transformaciones del mundo moderno. En una de sus anotaciones, en este caso sin fecha, Munch relata que la obra nació cuando al pasear solitario entre la ciudad y un fiordo sintió que los colores de la tarde tomaban un tinte rojo, como de sangre, que le hicieron sentir un grito de la naturaleza: “los colores gritaban”.

Tarde en la Avenida Karl Johan (1892). Ól. s. l., 84,5 x 21 cm. Rasmus Meyer Collection, Bergen.

La excelente exposición organizada por el Museo d’Orsay permite recorrer en profundidad el conjunto de la trayectoria artística de Munch, más allá de esa obra icónica, de la que aquí tan sólo se presenta un grabado. Se han reunido más de 100 obras: 50 pinturas relevantes, a las que se une un notable conjunto de dibujos y grabados. El recorrido está organizado en ocho secciones más un conciso epílogo, que no siguen un orden cronológico.

El criterio de articulación tiene como base el principio del ciclo, que las comisarias consideran la clave central del trabajo artístico de Munch, y que se desplegaría en el concepto de metabolismo, según el cual la humanidad y la naturaleza fluyen unidas en un mismo ciclo: el de la vida, la muerte y el renacimiento. Con ello se quiere transmitir que el método de trabajo de Munch consistiría en la variación temática de una idea que se va desplegando de forma diferente en diversas obras.

Melancolía (1896). Ól. s. l., 81 x 100,5 cm. KODE Bergen Art Museum.

Ese planteamiento tendría su plasmación inicial en la serie de obras El friso de la vida», de la que forma parte El grito. Aquí se sitúa uno de los aspectos centrales que esta exposición nos da para comprender y sentir en profundidad el arte de Munch. Aunque vivió y respiró el ambiente de las vanguardias artísticas, en todo momento fue un solitario, un artista que trabajaba individualmente, al margen de grupos o asociaciones.

En realidad, buscaba ir al fondo de su experiencia vital, siempre compleja y difícil, con muertes familiares, dificultades de relación, y problemas mentales que por una profunda depresión nerviosa determinaron su internamiento en una clínica de Copenhague del otoño de 1908 a la primavera de 1909.

Vampira (1895). Ól. s. l., 91 x 109 cm. Munchmuseet, Oslo.

Sus relaciones pasionales también fueron intensamente complejas, sin que las pudiera llegar a consolidar en ningún caso. Y aquí se sitúa la raíz del aspecto que me parece más cuestionable del trabajo artístico de Munch: la plasmación pictórica de mujeres como Vampira» o La asesina», en las que la experiencia del amor se relaciona con el dolor y el sufrimiento, pero con una tonalidad de mujer fatal», evidentemente machista y por ello inaceptable.

En todo caso, la fuerza y calidad pictórica de Munch es indudable. Su planteamiento intensamente vitalista y autobiográfico se desarrolla mirando hacia dentro de sí mismo para visualizar y dar vida a los ciclos de la existencia. En unas anotaciones de 1907-1908, tras indicar que “el arte es lo contrario de la naturaleza”, Munch subraya: “Una obra de arte no puede surgir más que del interior del ser humano. – El arte es la forma que toma la imagen una vez que ha pasado a través de los nervios del ser humano, de su corazón, su cerebro, su ojo.”

Jóvenes sobre el puente (1927). Ól. s. l., 100 x 90 cm. Munchmuseet, Oslo.

Ahí se sitúan sus preocupaciones y motivos artísticos centrales: el amor, la angustia, la duda existencial, la confrontación con la muerte… Nada está quieto en la vida, como nos hacen ver la fuerza e intensidad expresiva de los colores pictóricos de Munch, así como el dinamismo de las figuras, situaciones y objetos en todas sus obras. La comunicación con la literatura y el pensamiento filosófico, y también con el teatro, es decisiva para la tonalidad expresionista y la profundidad que sus obras transmiten. Especialmente crucial es su relación con el teatro, como se destaca con acierto en una de las secciones de la exposición: podríamos decir que Munch concibe la pintura como un espejo del teatro, de la escenificación de la vida.

Autorretrato. El paseante nocturno (1923-1924). Ól. s. l., 90 x 68 cm. Munchmuseet, Oslo.

La pintura nos hace ver, y nos hace permanecer en la vida. Ese es, en definitiva, el horizonte que Edvard Munch nos abre. En una anotación ya tardía de su Cuaderno de bocetos (1930-1935), escribió: “Nosotros no morimos, es el mundo quien nos deja.”. Mirando hacia dentro, comprendiendo los pliegues de la vida, aquí seguimos, aunque el mundo acabe dejándonos. Y eso pasa con la obra artística de Munch, que sigue viviendo a través del paso del tiempo.

 

Edvard Munch. Un poema de vida, de amor y de muerte. Comisarias: Claire Bernardi y Estelle Buegué, Musée d’Orsay, París. Del 27 de septiembre al 14 de enero de 2023.

 

* Publicado en EL CULTURAL: 

- Edición impresa, 23 – 29 de diciembre, pgs. 32-33. 

Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20221226/edvard-munch-grito-artista-solitario-busca-respuestas/728177177_0.html

viernes, 16 de diciembre de 2022

Ucrania: El arte y las guerras

Nada más terrible que las guerras: muertes, destrucción violenta, negación en profundidad de las diferencias humanas como algo digno de respeto. Frente a ello, el horizonte del conocimiento y de las artes ha sido siempre uno de los mayores impulsos de la paz: de la positividad de la convivencia y del reconocimiento de la diversidad humana como algo positivo.

En el ojo del huracán, título de esta exposición, nos sitúa de inmediato ante una cuestión central: si nos situamos en Ucrania, ¿se trata de lo que estamos viviendo actualmente o del arte que tuvo lugar entre 1900 y 1930, como se dice en la segunda parte del título…? Nada más empezar a dar los primeros pasos en el recorrido asimilamos que tanto ayer como ahora Ucrania ha estado y está en el ojo de un huracán desencadenado por violencias extremas de dominación militarista.

El Lissitzky: Composición (1918-década de 1920). Óleo s. lienzo, 71 x 58 cm. 
National Art Museum of Ukraine.

La exposición nos lleva a un conjunto de obras de las tres décadas iniciales del siglo XX, cuando fluyeron las vanguardias artísticas, un conjunto plural de movimientos que pretendían a la vez cambiar el arte y transformar la sociedad. Durante siglos, la existencia de Ucrania se desplegó como un territorio dividido entre distintos imperios y no se consolidó como nación específica hasta finales del siglo XIX.

Y a continuación, en el tiempo de las vanguardias, lo que allí se vivió fue una serie de feroces huracanes: el estallido de la Primera Guerra Mundial, la proclamación en junio de 1917 de la República Popular Ucraniana, que pocos meses después tras la revolución bolchevique en Rusia acabaría dando lugar a una guerra de independencia, cuyo territorio acabaría dividido en 1921 entre Rusia y Polonia, y ya en 1922 Ucrania terminaría formando parte de la Unión Soviética bajo el régimen estalinista.

Davyd Burliuk: Tiovivo (1921). Óleo s. lienzo, 33 x 45,5 cm. 
National Art Museum of Ukraine.

Si ahora Ucrania vive en el núcleo, en el ojo, de un profundo huracán destructivo, los datos históricos nos dicen que ya antes había vivido una situación tan terrible como la actual. Y es ahí donde hay que situar nuestra atención ante esta excelente exposición que nos lleva al arte como registro y testimonio de lo que se vivió en Ucrania en las tres primeras décadas del siglo XX. Esto nos permite viajar en el tiempo a través del arte, y visitar esa Ucrania que hoy resuena incesantemente en nuestra sensibilidad, pero sobre la que en general nos falta conocimiento.

Estructurada en un recorrido con siete secciones ordenadas cronológicamente, la muestra reúne 69 obras, pinturas y obras sobre papel o cartón (en estos casos, dibujos, acuarelas y collages). Además de algunas piezas del Museo Thyssen, la mayoría de las obras provienen del Museo Nacional de Arte de Ucrania y del Museo de Teatro, Música y Cine de Ucrania, ambos con sede en Kiev. En aquella época, las actividades artísticas tenían lugar fundamentalmente en las ciudades ucranianas más pobladas: Kiev, Járkov y también Odesa.

Sonia Dealunay: Vestidos simultáneos (Tres mujeres, formas, colores) (1925). 
Óleo s. lienzo, 146 x 114 cm. National Art Museum of Ukraine.

Hay aquí un significativo aspecto a señalar: los comisarios de la muestra utilizan unas transcripciones distintas, parece que más precisamente ucranianas, de esos dos primeros nombres: Kyiv y Kharkiv, que son las que vamos encontrando en nuestro recorrido. Y esto se relaciona también con uno de los objetivos centrales de la exposición: la voluntad de recuperar la especificidad ucraniana, y no a través del filtro de lo ruso.

Esa idea de recuperación se entiende en profundidad con los nombres de los artistas, en general muy poco conocidos en Occidente. Vamos viendo obras de los que se considera “maestros” de la vanguardia artística ucraniana: Oleksandr Bohomazov, Vasyl Yermilov, Viktor Palmov, Anatol Petrytskyi, Davyd Burliuk y Mykhailo Boichuk. Claro, sí son muy conocidos Kazymyr Malevych y El Lissitzky, rusos que trabajaron en Ucrania, y de quienes se presentan dos pequeñas piezas. Y también lo son dos artistas mujeres, presentes también con obras: Sonia Delaunay y Alexandra Exter, nacidas en Ucrania pero que desarrollaron sus trayectorias en el extranjero.

Oleksandr Bohomazov: Afilando las sierras (1927). Óleo s. lienzo, 138 x 155 cm.   
National Art Museum of Ukraine. 

Las obras nos transmiten una mezcla muy intensa de líneas artísticas y de temáticas, éstas muy determinadas por las situaciones políticas que se iban viviendo. Ante nuestros ojos, ecos del Expresionismo, del Futurismo, del Cubismo, del Constructivismo y finalmente del Realismo. Todo ello, con una fuerza intensa en las pinturas y también en los diseños para el teatro: vestidos, coreografía, telón… En definitiva, la exposición es un alegato excelente sobre la vitalidad del arte, un intenso ejemplo de cómo el arte transmite y demanda vida aun en situaciones terriblemente duras y difíciles.

 

En el ojo del huracán. Vanguardia en Ucrania, 1900-1930. Comisarios: Konstantin Akinsha, Katia Denysova y Olena Kashuba-Volvach, Museo Thyssen-Bornemisza, MadridDel 29 de noviembre al 30 de abril de 2023.

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 2 – 8 de diciembre, pgs. 36-37. - Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20221207/ucrania-siempre-centro-violencia-reflejo-arte-siglo/722427827_0.html

 

sábado, 3 de diciembre de 2022

Exposición en la Galería Elvira González, Madrid

Mapplethorpe: Los cuerpos hablan

 

Llega a la Galería Elvira González la cuarta exposición del artista fotógrafo Robert Mapplethorpe (Nueva York, 1946-Boston, 1989). Las tres anteriores tuvieron lugar en 2011, 2013 y 2019. Ahora se han reunido 28 fotografías de formato medio, datadas entre 1977 y 1987, con un predominio de retratos corporales (en su mayoría, desnudos), flores, una visión interior fragmentaria con una ventana al fondo, y una impronta vegetal de una planta de trigo y su sombra.


Robert Sherman. 1979. 50,8 x 40,6 / 20 x 16 in. Impresión en gelatina de plata. 
Ed. 10. The Robert Mapplethorpe Foundation. Cortesía Galería Elvira González.

Esta última cuestión es significativa, porque en realidad todas las imágenes que aquí podemos ver despliegan un juego fotográfico de contrastes entre los cuerpos, los objetos, los espacios... y las sombras. Algo que se formula explícitamente en el título de la exposición: «Elogio a la sombra», que remite al libro de meditación del escritor japonés Junichirō Tanizaki (1886-1965) Elogio de la sombra, publicado en su versión original en Japón en 1933.

La referencia se hace explícita en la hoja informativa accesible en las salas de exposición, que contiene la siguiente cita de Tanizaki: “... creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan solo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producidos por la yuxtaposición de diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra.” Al final de su libro, Tanizaki señala su voluntad de ampliar en la literatura o en las artes el “universo de sombras” que estaríamos disipando en los tiempos actuales.


Flowers. 1986. 61 x 58 cm / 24 x 20 in. Impresión en gelatina de plata. PA 1/2.
The Robert Mapplethorpe Foundation. Cortesía Elvira González. 

Y ciertamente, pienso que la escritura sobre las sombras de Tanizaki dialoga en profundidad con lo que nos transmiten las fotografías de Mapplethorpe, que van mucho más allá de una mera reproducción simplista de lo que podemos ver, para situarnos con un signo de interrogación ante lo que vemos, desencadenado fundamentalmente con un juego de contrastes en el que las sombras tienen una función primordial.

Todas las fotografías reunidas están impresas en blanco y negro, lo que sin duda favorece la concentración de la representación y de nuestras miradas. En ellas, además, hay en todo momento un aliento erótico, un erotismo abierto que se vincula no sólo con las distintas manifestaciones del deseo, sino también con el impulso vital. En las fotografías de Mapplethorpe, también encontramos, como en Marcel Duchamp, la asociación intensa del vivir con el eros: eros es la vida.

 

Lisa Lyon. 1981. 50,8 x 40,6 cm / 20 x 16 in. Impresión en gelatina de plata. 
Ed. 10. The Robert Mapplethorpe Foundation. Cortesía Galería Elvira González.

El núcleo de lo que vemos nos lleva al dinamismo de los cuerpos humanos, cuerpos vivientes que, en sus proyecciones en contraste de luces y sombras, con sus movimientos expresivos, están hablándonos directamente, sobre lo que sienten y lo que están haciendo. Ésta es para mí la cuestión central en la propuesta fotográfica de Mapplethorpe, lo que le sitúa como uno de los artistas referenciales en la segunda mitad del siglo XX: los cuerpos hablan, hay que comprender su lenguaje...

 

 


* Robert Mapplethorpe. Elogio a la sombra. Galería Elvira González, Madrid. Del 10 de noviembre al 7 de enero.

 

* Publicado en EL CULTURAL: - Edición impresa, 25 de noviembre – 1 de diciembre, pg. 35. - Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20221203/cuerpos-hablan-aliento-erotico-robert-mapplethorpe/720927994_0.html