viernes, 20 de julio de 2018

Exposición de Manuel Franquelo-Giner en el Centro de Arte Alcobendas


Naturaleza y humanidad

Es ésta una exposición de síntesis de un joven artista: Manuel Franquelo-Giner (Madrid, 1990), que llama la atención por la madurez plástica de sus propuestas, y por la intensidad poética y conceptual de las mismas. La muestra reúne once obras: una instalación y diez piezas fotográficas, realizadas entre 2014 y 2018. En todas ellas late una voluntad de interrogar los géneros artísticos tradicionales, de avanzar en una síntesis de lenguajes. Con la fotografía, se busca la tridimensionalidad. Todo en síntesis: un rasgo central del arte de nuestro tiempo es su carácter multimedia.

Un elefante en la habitación (2018). Palet de plástico, sacos de yute y papel impreso,
120 x 120 x 80 cm.

Franquelo-Giner nos habla de la actual situación de extravío de la humanidad: no sabemos dónde estamos, ni cómo se constituye el proceso de nuestras vidas. De ahí el título irónico: «un elefante en la habitación». Es un reflejo de nuestra ignorancia sobre el origen de las cosas con las que convivimos. Y, en especial, de los alimentos que consumimos.

Mesa de cortar nº 1 [Chopping Table n. 1] (2014). De la serie Referentes ausentes, 2014-2018, Impresión Inkjet en papel Canson Photorag, dibond, moldura y bastidor de aluminio 130 x 95 cm.

La instalación, que lleva ese mismo título, está formada por un conjunto de sacos, de los pasados años cincuenta, de la industria de la agricultura, que iban de una parte a otra del mundo, por tanto con un carácter transnacional. Fuera de los sacos vemos tarjetas blancas, y otras amarillentas para reflejar el paso del tiempo, con las palabras with [con] y now [ahora] en su anverso y reverso: el con y el ahora que operan como registros de un nutricionismo cuyo origen ignoramos.
La serie, aún abierta, de seis piezas fotográficas Referentes ausentes (2014-2018) nos muestra imágenes de los soportes alimenticios y de las huellas “sacrificiales” de los restos de animales que quedan al preparar nuestras comidas. Y en Txupachups (2018), una composición con nueve imágenes que forman una unidad, vemos a un gallo al que se le ha implantado una prótesis en su pata izquierda. Lo sepamos o no, ahí está: los animales, nuestros semejantes. A los que comemos, sin saber qué comemos.

Una de las nueve imágenes que componen Txupachups (2018). Impresión Inkjet en papel Canson Photographique, moldura y bastidor de aluminio 150 x 180 cm. (conjunto).

En definitiva, somos parte de la naturaleza, a la que a la vez devoramos y contemplamos con ignorancia. Franquelo-Giner quiere situarnos más allá de la mera ensoñación romántica de lo natural. Y así, en una de las piezas más intensas de la exposición: El vigilante (2018), nos transmite fotográficamente la figura de un vigilante de museo sentado, al cuidado de un entorno natural con árboles, vegetación, y restos de nieve en la colina que se sitúa al fondo. La naturaleza, en todas sus dimensiones: lo vegetal, lo animal, lo humano, ha de tener el mismo cuidado que la educación, la cultura y las artes.

El vigilante (2018). Impresión Inkjet en papel Canson Photographique, dibond, moldura de roble y bastidor de aluminio, 145 x 160 cm.

Con su trabajo, Manuel Franquelo-Giner llama la atención sobre lo desmesurado, lo incontenible, que se ha instalado entre nosotros: una lógica del beneficio comercial que imperiosamente configura nuestros hábitos de consumo, sin que quede ningún margen de control. Con sus imágenes intenta visualizar una jerarquía de poderes que torna invisibles no ya sólo los alimentos, sino el mismo latido vital de la especie humana. Respiremos, recuperemos el habla de la vida.




* Manuel Franquelo-Giner: Un elefante en la habitación; Centro de Arte Alcobendas, Madrid. Del 27 de junio al 1 de septiembre de 2018.

* Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.338, 14 de julio de 2018, pg. 21.

domingo, 1 de julio de 2018

Bruce Nauman en el Museo Schaulager, Basilea


Ver es hablar

Deslumbrante. Un gran ejercicio, conceptual y plástico, de presentación a los públicos del conjunto de la trayectoria de uno de los artistas plásticos más relevantes de nuestro tiempo: Bruce Nauman (Fort Wayne, Indiana, 1941). Se trata de un creador que ha abierto caminos, vías, tanto en temáticas como en soportes, que después han sido seguidos por muchos otros artistas. La exposición reúne más de 170 obras, de todas las fases y modulaciones artísticas de Nauman, desde la mitad de la década de los sesenta hasta la actualidad: más de medio siglo de intenso trabajo creativo.

Comiendo mis palabras [Eating My Words], del portafolio Once fotografías en color [Eleven Color Photographs] (1966-67/1970/2007). 49,2 x 60,5 cm. Museum of Contemporary Art, Chicago.


Organizada por el Museo Schaulager (Laurenz Foundation) y el MoMA de Nueva York, donde se instalará a partir del 21 de octubre, después de su presentación en Basilea. El comisariado está  a cargo de una de las más cualificadas expertas en Bruce Nauman: la estadounidense Kathy Halbreich, quien –junto a  Neal Benezra– ya organizó una amplia retrospectiva entre 1993 y 1995, que pudo verse en el Reina Sofía, el Walker Art Center de Minneapolis, el MoMA, y la Kunsthaus de Zurich.
La muestra en Suiza se articula en 32 secciones. Más las dos pantallas LED en la fachada con las imágenes de la maravillosa Pencil Lift/Mr. Rogers [Alzado del lápiz/Mr. Rogers] (2013), una filmación en el taller de Nauman en la que vemos el ensamblaje imposible de los lápices unidos por su punta, suspendidos horizontalmente en el espacio, y junto a ellos pasa Mr. Rogers, su gato. Y también una pieza musical en la puerta de entrada: For Beginners (Instructed Piano) [Para principiantes (Piano con instrucciones)] (2010), en la que se oye al músico y compositor Terry Allen al piano, a partir de instrucciones de Bauman.

El verdadero artista ayuda al mundo revelando verdades místicas  [The True Artist Helps the World by Revealing Mystic Truths]. (1967). Instalación con tubos de neón. Colección del artista.

Lo primero a destacar es el magnífico montaje, en el que se cuidan al máximo los detalles en cada obra y sección, para la mejor comprensión y que los sonidos o la vibración de la imagen no contaminen las otras obras y secciones. Y ello en un tiempo en el que los grandes museos están atravesando una deriva hacia los procedimientos acumulativos y superficiales de exposición, como procedimiento para alcanzar ecos masivos.
Como complemento, hay tres piezas más del artista que pueden verse en el Kunstmuseum. Y además, todo un conjunto de actividades complementarias: un programa de películas, conferencias, un concierto, performances. En definitiva, más que nunca de Bruce Nauman. 
La exposición reúne sus obras reconocidas como más importantes, junto a algunas raramente vistas, y dos que tienen aquí su primera presentación. Una de éstas: Contrapposto Split [División opuesta] (2017), es una video-instalación en formato digital 3-D que sigue, ahora en formato de alta resolución, una serie que Bauman comenzó en la segunda mitad de los años sesenta, que también puede verse en la exposición, y en la que aparece él mismo, moviéndose, contrapuesto, visto desde delante, desde atrás. La otra, una instalación escultórica: Leaping Foxes [Zorros saltando] (2018), es una pirámide de cuerpos animales usados en la taxidermia, suspendidos de arriba abajo desde el techo.

Sexo y muerte por asesinato y suicidio [Sex and Death by Murder and Suicide] (1985). 
Instalación con tubos de neón montados sobre aluminio. Emanuel Hoffman Foundation, Basilea.

Estas dos nuevas piezas, admirables en su intensidad plástica, expresan con claridad la concepción del trabajo artístico de Bruce Nauman. Abandonó la pintura en los años sesenta, y desde entonces fue utilizando las nuevas tecnologías, según iban apareciendo, pero tomando siempre como punto de partida los núcleos corporales y mentales de la representación sensible: el cuerpo, el lenguaje, el sonido. Y de ahí, su práctica del dibujo, la síntesis lingüística en los títulos y en las propias obras, así como los ecos y reflejos del cuerpo y la acción en la síntesis multimedial. Todo ello, buscando la comunidad y el contraste entre la naturaleza humana y la naturaleza animal. En ambos casos, cuerpos en movimiento.

Caballos verdes [Green Horses] (1988).  Fotograma de vídeo-instalación. The Albright-Knox Art Gallery and The Whitney Museum of American Art, Nueva York.


El título de la exposición: Actos que desaparecen, remite a los motivos de desaparición y a las estrategias de retirada, que la comisaria considera recurrentes en la obra de Nauman. Aspectos próximos a la desaparición: la ausencia, el vacío, la no existencia, la privación, o la omisión. El propio Bauman afirma: “Mi obra sale de estar frustrado acerca de la condición humana.” La desaparición: ir y venir de las formas, dinamismo, nada está quieto, eso es la vida, y eso es lo que Bruce Nauman propone, una vez y otra, a lo largo de su trayectoria.
En lugar de frecuentar los ámbitos públicos del arte, para él es importante aislarse, desaparecer… Desde 1979 vive en Nuevo México, primero en Pecos, y después, a partir de 1989, en Galisteo, donde sigue residiendo –aislado socialmente– en un rancho, donde tiene su estudio de arte y desarrolla también una actividad de cría de caballos. Hombres y animales.

Zorros saltando [Leaping Foxes] (2018). Instalación. Emanuel Hoffman Foundation, Basilea.


La obra de Bruce Nauman es un espejo actualizado de la existencia. En la que confluyen, como el mismo afirmó en 1967, los planteamientos dadaístas y surrealistas. Pero también, y de forma decisiva, la noción de juegos de lenguaje, de Ludwig Wittgenstein. Y Samuel Beckett, Henry Moore, John Cage… Bruce Nauman: artista total. Para él, llegar a la forma, ver, es hablar.


* Bruce Nauman: Disappearing Acts [Actos que desaparecen]; Schaulager [Laurenz Foundation], Basilea. Comisaria: Kathy Halbreich. 17 de marzo - 26 de agosto de 2018.

* Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.336, 30 de junio de 2018, pg. 23.