viernes, 28 de agosto de 2020

Exposición de Christo y Jeanne-Claude en el Centro Pompidou, París

Envolver la memoria 

Concebida literalmente como un “pre-estreno” de lo que vendrá después: la envoltura o empaquetado del Arco del Triunfo en París, que podrá verse durante 16 días, desde el sábado 18 de septiembre hasta el domingo 21 de octubre (claro, siempre que la COVID 19 lo permita), el Centro Pompidou presenta en París una sugestiva exposición de Christo y su esposa y compañera: Jeanne-Claude, que en principio estaba programada para que tuviera lugar desde el 18 de marzo hasta el 15 de junio. El reciente fallecimiento de Christo, el pasado 31 de mayo, da además a la muestra un carácter de homenaje, muy merecido por alguien tan singular como él en el arte de nuestro tiempo.
Un dato que llama la atención es la coincidencia absoluta en la fecha de nacimiento de Christo y Jeanne-Claude, ambos nacieron el mismo día, fecha y año: el 13 de junio de 1935. Él en Gabrovo (Bulgaria) y ella en Casablanca (Marruecos). Se encontraron en París en 1958, cuando tenían 23 años, y ahí empezó una relación personal y de unidad en el trabajo artístico que se mantendría sin ruptura. Jeanne-Claude falleció el 18 de noviembre de 2009.

Empaquetado (1960). Tejido, bramante, cordel y diversos objetos, montados sobre tela de yute, 70 x 60 x 22 cm. Collection Guichard. 

Las obras de Christo y Jeanne-Claude, que se han ido presentando en casi todos los espacios del planeta, son en sí mismas un género único: intervenciones plásticas de gran formato, envolviendo monumentos y espacios urbanos, así como estableciendo vías de paso y de contacto artificiales en espacios naturales, fundamentalmente acuáticos. En todos los casos, esas intervenciones tienen un carácter temporal, permanecen únicamente durante un plazo prefijado, y después se conserva la documentación: escritos, materiales, fotografías, imágenes fílmicas…
Para la concepción y despliegue de esa línea de trabajo tuvo una especial importancia la llegada de Christo a París en marzo de 1958, tras dejar Bulgaria en 1956 y pasar por Praga, Viena, y Ginebra. Es también el momento del encuentro con Jeanne-Claude. Christo había tenido una formación clásica como artista en Bulgaria, y ya en París empezó a realizar retratos al óleo de personas de alto nivel social como forma de ganarse la vida, firmados con su apellido: Javacheff. Pero de forma casi inmediata comienza a desarrollar un conjunto de series centradas en el empaquetado de objetos y la apropiación escultórica del espacio, firmadas ya con lo que será su nombre artístico: Christo, y desarrolladas en colaboración con Jeanne-Claude.

Cráter (1960). Esmalte, pintura a la cola, arena y metal sobre panel, 163 x 123 cm. Centre Pompidou.

En los siete años que pasan en París, entre 1958 y 1964, año en el que se instalan definitivamente en Nueva York hasta el final de sus vidas, el trabajo artístico de Christo empieza ya a modularse plenamente en lo que será el horizonte de su trayectoria madura. Se libera de la superficie del cuadro, empaqueta objetos cotidianos, y comienza a dar una dimensión monumental a sus obras, concibiendo y elaborando diversos proyectos para la ciudad. 
Todo ese proceso queda plenamente documentado en la muestra del Pompidou, centrada en dos secciones: (1) Los años parisinos, 1958-1964, en la que se presentan alrededor de 80 obras, y (2) El Pont Neuf empaquetado, París, 1975-1985 (exposición-dossier), con la reconstrucción exhaustiva de las etapas y elementos que llevaron a la realización de ese proyecto, a través de 337 piezas (dibujos, collages, una maqueta, fotografías, documentos de archivos, y estudios de ingeniería en torno al proyecto realizado). En el espacio central entre ambas secciones se presenta también una sugestiva película documental, dirigida por los hermanos Albert y David Maysles: Christo en París (1990), en la que se presta atención especial a los diez años que Christo y Jeanne-Claude dedicaron al proyecto del Pont Neuf empaquetado y a la biografía de ambos.

Muro provisional de toneles metálicos - El telón de hierro. Calle Visconti, París, 27 de junio de 1962. Fotografía de Jean-Dominique Lajoux.

Entre 1958 y 1960, Christo va realizando diversos empaquetados de objetos utilizando papel y tejido, que transforma produciendo en ellos arrugas y pliegues a los que da un carácter rígido utilizando laca o realzando los relieves con pintura. Según sus propias palabras: “No se trataba tanto de crear un objeto, sino más bien la textura del objeto mismo.” Aquí se sitúan ya las raíces de lo que será un elemento central en la trayectoria de Christo: empaquetar, envolver, como una puesta en escena que plantea ocultar lo evidente y hacer pensar en la incógnita de lo que se oculta con la envoltura, algo bastante frecuente en las formas de entrega personales de los regalos.
Otra forma de romper el carácter plano de la pintura tradicional aparece con la serie “Cráteres”, en la que destaca la obra de gran formato Cráter, de 1960, elaborada con esmalte, pintura de pegamento, arena y metal sobre panel: los materiales y el volumen se sitúan en primer plano.

Edificio público empaquetado (Proyecto para el Arco del Triunfo, París) (1962-1963).
Fotomontaje con dos fotografías de Shunk-Kender, 25,2 x 70,8 cm. Colección del artista.

Muy pronto se plantean las intervenciones en el espacio público, estructuras temporales hechas con columnas o acumulaciones de barriles. Entre ellas, hay que destacar la que bloquea con bidones la calle Visconti, una de las más estrechas de París, concebida en octubre de 1961 como reacción al levantamiento del Muro de Berlín, y que se realizaría en la tarde-noche del 27 de junio de 1962, provocando que la policía exigiera su desmantelamiento inmediato.
Es también en 1961 cuando Christo proyecta empaquetar un edificio público parisino, en concreto la Escuela Militar como puede apreciarse en dos fotomontajes. Y enseguida, en 1962, surge ya el proyecto de empaquetar el Arco del Triunfo, como testimonia un collage, y que ahora podrá llevarse a cabo y presentarse públicamente, si no surgen problemas, en las fechas antes indicadas.

El Pont Neuf empaquetado (Proyecto para París) (1981). Dibujo, 106,6 x 165 cm. Colección del artista.

El pasado y el presente fluyen, y si el empaquetado del Arco del Triunfo ha tenido que esperar largos años para su realización, es también importante recordar uno de los resultados posteriores con mayor relieve de la actividad de Christo y Jeanne-Claude en aquellos años que vivieron en París. Se trata del proyecto para “empaquetar” el Pont Neuf (Puente Nuevo), a pesar de su nombre el más antiguo  de los puentes monumentales que atraviesan el Sena (construido entre finales del s. XVI y comienzos del s. XVII). Ya no estaban en la ciudad cuando la idea fue concebida en 1975, y tras un largo proceso de elaboración y trabajo, que puede apreciarse con intensidad en la segunda sección de la muestra, tuvo su culminación el 22 de septiembre de 1985.

El Arco del Triunfo empaquetado (Proyecto para París) (2018). Collage. Fotografía de André Grossmann.

En último término, lo que nos transmite esta excelente y emotiva exposición es el juego entre tiempo y memoria, centrales en las ideas de envoltura y empaquetamiento que constituyen el rasgo central de la trayectoria de Christo y Jeanne-Claude. Según lo que nos dice el propio Christo: “Todos nuestros proyectos temporales tienen un carácter nómada, están en perpetuo movimiento. Estas obras no son visibles más que una vez en una vida, pero permanecen grabadas en las memorias. Este aspecto es esencial en nuestro planteamiento y recuerda un principio firmemente humano: nada dura eternamente y ahí está toda la belleza de la vida.”

 

Christo y Jeanne-Claude. ¡París!. Comisaria: Sophie Duplaix. Centre Pompidou, París. Del 1 de julio al 19 de octubre de 2020.

domingo, 23 de agosto de 2020

Exposición sobre Pompeya en el Grand Palais, París

 El sueño de la Antigüedad

Las exposiciones consistentes nos permiten siempre viajar en el tiempo, a través de signos, trazas e imágenes que desde fuera nos llevan a nuestra interioridad. Esta exposición: Pompeya, cumple plenamente ese objetivo, llevándonos a una experiencia directa de lo que fue la vida en aquella ciudad y su destrucción por la erupción del Vesubio. Ese acontecimiento tuvo lugar el año 79 d. C., y por una carta de Plinio el Joven (61-h. 112 d. C.) al historiador Tácito (56-120 d. C.) se fijó en el 24 de agosto, aunque últimamente los descubrimientos arqueológicos plantean que tuvo lugar el 24 de octubre de ese año.

                        Reconstitución de una calle pompeyana. © GEDEON Programmes. 

Los restos humanos encontrados en Pompeya por los arqueólogos se cifran en algo más de mil, aunque se calcula que pudo haber hasta unas tres mil muertes provocadas por la erupción. Dado que la población entonces de la ciudad se estima en torno a los 15.000 habitantes, los arqueólogos consideran que la mayor parte de los pompeyanos pudieron marcharse antes o durante la erupción.

Las excavaciones arqueológicas de Pompeya tuvieron su inicio en 1748, diez años después de las de Herculano, bajo el mandato de Carlos III, entonces rey de Napóles. Y desde entonces ese largo proceso de recuperación ha tenido una continuidad constante, hasta ahora mismo. Las visitas a Pompeya, con sus ámbitos de vida conservados, han ido permitiendo una experiencia fascinante de retorno en el tiempo, de experiencia de la vida en una ciudad romana que la erupción volcánica dejó en un impresionante estado de conservación bajo las cenizas del tiempo.

Reconstitución de la erupción del Vesubio. © GEDEON Programmes.

Y es que lo que uno encuentra en Pompeya es, de verdad, impresionante. Ya en 1817, en el texto de su Viaje en Italia, Goethe lo sintetizaba así: “Una ciudad, antes cubierta por la lluvia de piedras y de cenizas, después excavada y saqueada, anuncia en todo un pueblo un gusto por las artes y la pintura del que el aficionado con más pasión no tiene hoy la idea, ni tampoco el sentimiento y la necesidad.”

Pompeya era una ciudad multiétnica, relativamente cercana a Roma, cuya prosperidad tenía su base en la actividad comercial. Además de los lugares públicos: templos, anfiteatro, calles llenas de tiendas comerciales, termas, e incluso prostíbulos. Había también mansiones o villas de las familias pudientes con una estructura arquitectónica de gran belleza y con frescos y mosaicos de una calidad excepcional. Todo ello queda fijado en la mirada cuando recorres el itinerario del recinto arqueológico, sin duda uno de los mejor conservados en la historia de la humanidad, debido a la erupción del Vesubio y al gran trabajo desarrollado durante siglos por los arqueólogos y los historiadores de la Antigüedad clásica.

Reconstitución de una calle con la vista del volcán. © GEDEON Programmes.

Y ahora esta exposición en París nos lleva a Pompeya desde dentro, con una puesta en escena que, gracias a las técnicas digitales, nos permite viajar interiormente en el tiempo, respirar la vida cotidiana en aquella ciudad dormida en el sueño de las cenizas.

La muestra ha sido organizada por un equipo en el que, aparte de empresas y diversas organizaciones, hay que destacar al comisario Massimo Osanna (Director General del Parque Arqueológico de Pompeya, un puesto que parece va a dejar pronto para convertirse en Director General de los Museos de Italia), al escenógrafo Sylvain Roca, y al realizador de las producciones audiovisuales Olivier Brunet. En síntesis, el proyecto se despliega con tres ejes de atención: Recorrido inmersivo, Tesoros arqueológicos, y Nuevos descubrimientos.

Estatua de Livia, esposa del Emperador Augusto (siglo 1 d. C.). Mármol, 92 x 65 cm. Villa de los Misterios, Pompeya. 

El recorrido inmersivo supone que entrando en los espacios expositivos encuentras una reconstrucción del trazado de las calles pompeyanas, algo que se acentúa con las proyecciones de imágenes. Con estas, con las proyecciones, experimentas un ir y venir entre sombras. La tuya se mezcla con las que se proyectan en los muros: habitantes de Pompeya, soldados y gladiadores, y también con las de los arqueólogos realizando su trabajo.

Venus sobre su carro tirado por elefantes (siglo 1 d. C.). Fresco, 151 x 196 cm. 
Fachada del taller de los fieltros, Pompeya.

Así, vas recorriendo las calles, viendo inscripciones en los muros, graffitis. Vas entrando en casas y tiendas con sus mostradores, en lugares de esparcimiento y de convivencia pública. Y tu mirada se fija en los moldes de los cuerpos fijados por la erupción, y también en los amuletos, en los talismanes, en las esculturas, los frescos y los mosaicos, recuperados por los arqueólogos, entre los cuales hay nuevos descubrimientos de gran importancia. Todo ello nos permite apreciar las raíces de muchos aspectos de nuestras vidas actuales a lo largo de los siglos.

Y en ese recorrido llega un momento en el que ves y vives la erupción del Vesubio a través de la proyección de imágenes: el estallido y el fuego que se alza desde la cumbre del volcán, y como consecuencia la lluvia de gases, cenizas y piedras que caen sobre los que allí estaban y también sobre ti en el filtro de la imagen.

Mosaico sobre roca calcárea que representa a Dioniso y Ariadna.(siglo 1 d. C.). 45 x 45 cm. Pompeya.

No puedes dejar de pensar en todas esas muertes violentas, en la destrucción implacable de tantas vidas abiertas. Pero así son las cosas: formamos parte de la naturaleza, que tiene sus leyes y que debemos cuidar con la máxima atención. Pompeya sigue viva, en la memoria, en los restos e imágenes recuperados y conservados. Un impresionante registro de la belleza de la vida en su perduración.

 

* Pompéi. Comisario: Massimo Osanna. Grand Palais, París. Del 1 de julio al 27 de septiembre de 2020. Con acceso digital a través de la web del Grand Palais: https://www.grandpalais.fr/fr/expo-pompei-chez-vous

martes, 4 de agosto de 2020

LA DEMOCRACIA INSUFICIENTE



LAS MONARQUÍAS SON ANACRÓNICAS, de otras épocas. Con todo el respeto para las personas y las instituciones. Se trata de pensar en libertad, abriendo la mente al conocimiento. Hace falta avanzar en la democracia de verdad.