lunes, 17 de enero de 2011

Sobre Piet Mondrian y De Stijl

Inmateriales
La utopía de la forma
José Jiménez

En París, el Centro Pompidou presenta hasta el próximo 21 de marzo una magnífica exposición, de esas que hay que intentar no perderse, sobre el gran pintor de la vanguardia Piet Mondrian (1872-1944) y el movimiento artístico De Stijl (El Estilo, en holandés). La muestra está organizada en un recorrido con tres grandes secciones. Tanto la primera como la tercera se dedican a De Stijl, presentando sus orígenes y luego su desarrollo y expansión. La sección central presenta exclusivamente una serie de obras de Mondrian, todas ellas de gran calidad, datadas entre 1912 y 1942, y en su mayor parte producidas durante su estancia en París, donde vivió entre 1912 y 1938.
Cuadro I, con rojo, negro, azul y amarillo (1921).
Óleo sobre lienzo, 103 x 100 cm. Collection Gemeentemuseum, La Haya.
© 2010 Mondrian/Holtzman Trust c/o HCR International Virginia USA.
Se echan en falta, es verdad, las últimas obras, las que Mondrian realizó en Nueva York en los años finales de su vida, y muy en particular esas dos obras maestras que son Broadway Boogie Woogie (1942-1943) y Victory Boogie Woogie (1942-1944), que quedaría sin terminar. Pero ya se sabe que no siempre es posible presentar todas las piezas que uno quisiera en una exposición temporal, y el conjunto de pinturas reunido, excelente, permite perfectamente apreciar el itinerario creativo de Mondrian, el proceso de depuración formal que le llevó desde una representación analítica de la naturaleza hasta esa síntesis constructiva de líneas y planos de color que hoy conocemos como neoplasticismo. Situar, además, a Mondrian en el marco de De Stijl permite reconstruir su contexto, lo que es un gran acierto. Aquí están los grandes nombres del movimiento: Theo Van Doesburg, Vilmos Huszár, Georges Vantongerloo, Bart Van der Leck, Gerrit Rietveld, o J. J. Pieter Oud.
Se trata de algo importante, porque la propuesta de una plástica nueva es, a la vez, una propuesta colectiva y no limitada sólo a la pintura, sino con la intención de llegar a todos los aspectos y manifestaciones de la vida a través del diseño, en todas sus variantes, y por tanto también a través de la arquitectura. Desde ese punto de vista, la síntesis de racionalismo formal y color, de geometría y vivacidad cromática, que inspira las propuestas de De Stijl, puede quizás resultar algo lejana a la sensibilidad de hoy. Pero situada en su contexto histórico: el clima convulso de entreguerras, se entiende su voluntad de búsqueda de la armonía en lugar de la confrontación, el objetivo de utilizar la experiencia estética para educar a la humanidad, en una línea que había abierto ya en el pensamiento europeo Friedrich Schiller a fines del siglo dieciocho.
En Mondrian encontramos una de las manifestaciones más intensas, y plásticamente exigentes, de la abstracción en pintura. En el trasfondo de su obra está la tradición cultural holandesa, el puritanismo, el rigor y una comprensión de la naturaleza humanizada cercana al panteísmo. Como en el caso de otro de los grandes nombres de la abstracción: Vasily Kandinsky, Mondrian era un estudioso y seguidor de las doctrinas teosóficas, y ese espiritualismo impregnó de principio a fin toda su trayectoria. En el fondo, se trata de una utopía, la utopía de la forma. Frente a lo que diferencia y desune, frente a la singularidad, Mondrian buscaba lo universal como principio de unidad de los seres humanos entre sí y con la naturaleza. La diferencia entre la vieja y la nueva plástica se sitúa, para él, en que la primera representa la multiplicidad de todo lo particular, mientras que la segunda busca la desaparición de todo lo individual.
La vía es la construcción geométrica en sus elementos plásticos puros: la línea recta y el ángulo recto, la relación horizontal-vertical y el empleo de los colores primarios, rojo, amarillo y azul. Ahora bien, esa construcción de la forma no es algo meramente externo, y por tanto mucho menos decorativo como a veces sin embargo erróneamente se cree, sino una plataforma de visión que pone en comunicación nuestra interioridad con lo universal, que posibilita  como el propio Mondrian escribió "unirse a lo universal de modo consciente". La forma pura como acceso a lo universal.


PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/),  nº 980, 15 de enero de 2011, p. 28.

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