Inmateriales
La vida de Eugénie Grandet
José Jiménez
El 19 de septiembre de 2009, en una entrevista, Louise Bourgeois señalaba: "Estoy trabajando en una exposición sobre Eugénie Grandet para la Casa de Balzac en París, que se inaugura el próximo noviembre. Me gusta esa historia. Podría ser la historia de mi vida." Sin embargo, la artista fallecería el 31 de mayo de 2010, a los noventa y ocho años. Aun así, la exposición, el último proyecto en el que trabajó Louise Bourgeois, había quedado ultimada, y se presenta en la Casa de Balzac desde el pasado 3 de noviembre hasta el próximo 6 de febrero. La elección del lugar de la muestra es ya significativa: no un espacio artístico, sino la casa, sencilla y nada lujosa, donde vivió y escribió uno de los más grandes escritores de los tiempos modernos. En la elección de Bourgeois hay una especie de retorno al pasado, pero también voluntad de coherencia al mostrar un conjunto de obras que hablan de la intimidad femenina en un espacio también íntimo, doméstico.
Nacida en París en 1911, Louise Bourgeois se instaló en Nueva York en 1938. Fuera de los circuitos artísticos durante décadas, su obra emerge en 1982, a partir de una exposición en el MoMA de Nueva York, convirtiéndose casi de modo inmediato en uno de los referentes de mayor alcance del arte hecho por mujeres. De sí misma, dijo que no era feminista, pero que "se ocupaba de lo femenino". La ironía, el sarcasmo y el desvelamiento de la violencia patriarcal ejercida sobre las mujeres, se unen en su obra a un particular e incisivo registro poético, que nos habla en el fondo de la fragilidad de todos los seres humanos. Con el título Louise Bourgeois: Yo, Eugénie Grandet, la exposición reúne 23 piezas de pequeño formato sobre distintos soportes. Y en ella puede verse también una película de Brigitte Cornand, con una duración de quince minutos, particularmente emotiva porque en ella vemos y oímos recordar a Louise Bourgeois con la debilidad de un cuerpo próximo a la muerte, pero a la vez con el vigor y energía de mente y espíritu que siempre han transmitido sus obras.
Louise Bourgeois: Eugénie Grandet (2009)
Gouache sobre papel, 59,6 x 45,7 cm.
Courtesy Cheim & Read, Hauser & Wirth and Galerie Karsten Greve.
Photo: Christopher Burke. Co. Adagp, Paris 2010. Co. Louise Bourgeois Trust.
¿Por qué la elección de Eugénie Grandet? Balzac publicó su novela en 1833, y en ella describe la vida de una familia burguesa de provincias, con las figuras de un padre tiránico y avaro, una madre débil y enteramente sometida y una hija, Eugénie, que no tiene ninguna vía de escape, ni siquiera la realización de sus sueños amorosos, y que teje y desteje sus labores domésticas en una melancólica existencia frustrada. En el inicio de su novela, Balzac escribió: "Encontramos en ciertas ciudades de provincias casas cuya vista inspira una melancolía igual a la que provocan los claustros más sombríos, los páramos más oscuros o las ruinas más tristes." Melancolía, oscuridad y tristeza, así sería la vida de Eugénie Grandet. La elección de Louise Bourgeois deriva, según ella misma manifiesta, de una "identificación recurrente" con "aquella a quien no se dio nunca la posibilidad de crecer". Eugénie "es la prisionera de su padre, que necesitaba una criada. Su destino es el de una mujer que no tiene nunca la ocasión de ser una mujer".
Aunque no totalmente: "yo tuve la fuerza de tener una familia", Louise Bourgeois se identifica con Eugénie, "cuando me siento pesimista", en el trato que ella misma recibió de su padre: "Se dice que si las hijas obedecen a su padre se convierten en víctimas, como Eugénie Grandet. Yo tuve un gran deseo de revancha contra mi padre, que trataba de hacer de mí una Eugénie Grandet." Imágenes del rostro y del cuerpo de la mujer, flores, joyas pequeñas que forman la esfera de un reloj, botones, corchetes y bordados desgranan en las obras de Louise Bougeois el eco de lo que Eugénie despierta en su memoria. Un grito desgarrado de libertad, de la memoria hacia el futuro, para acabar de una vez por todas con la sumisión de las mujeres.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 982, 29 de enero de 2011, p. 26.
Que entrada tan interesante, creo que en cierta medida todos entendemos esa melancolía del eterno frustrado, incompleto y pesimista prente al futuro. Sus objetos son como recuerdos de nuestra historia y asi, al final se teje una red de semejanzas entre las aflicciones de muy distintas generaciones. He leido la noticia y un sentimineto de paz me ha llenado, gracias por dármela a conocer.
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