viernes, 29 de octubre de 2010

El tiempo es infeliz (sobre Nacho Criado)

Inmateriales
EL TIEMPO ES INFELIZ
José Jiménez

Acabo de recibir un magnífico documento: un dvd de la serie Diálogos en el arte, que produce la Universidad Politécnica de Valencia con la dirección de David Pérez, y en el que éste y Miguel Copón conversan ante el público, en un auditorio, con Nacho Criado. Grabado el 5 de noviembre de 2009, justo al día siguiente de recibir la noticia de la concesión del Premio Nacional de Artes Plásticas, se trata casi con toda seguridad de la última aparición pública de Nacho Criado, que había nacido en Mengíbar en 1943 y se nos fue, demasiado pronto, el 9 de abril de 2010. He sentido una intensa emoción al ver cómo Nacho repasa sus ideas sobre el arte y el sentido de su itinerario, herido ya de muerte, pero pleno de lucidez y de memoria, como en él era habitual.
A pesar de que Nacho Criado es uno de los artistas más sólidos y singulares de nuestro tiempo, hombre de amplia cultura e intensa exigencia moral, el reconocimiento que su trabajo merecía fue escaso y llego demasiado tarde. Sólo un año antes de la distinción mencionada había recibido también la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Llama la atención, sin embargo, la ausencia total de resentimiento o de queja que Nacho muestra en la conversación, lo que pone aún más de manifiesto su grandeza. Nada de autocompasión, ningún reproche, por el aislamiento o por las dificultades que tuvo que asumir para desarrollar su trabajo, al contrario: "no es duro, es divertido", afirma.
En el diálogo se van abordando con detenimiento sus ideas sobre el arte, la condición del artista, y las características de su proceso de trabajo. Nacho Criado concibe ese proceso no como la realización material de una "obra", sino como una tarea de búsqueda que implica "expandir el concepto de arte, del material del arte y darle el valor de una forma". En ese sentido, subraya también que a veces en lugar de ir al estudio para "hacer" una obra es más importante "no hacer", y por ello entiende "vivir experiencias que luego te permiten percibir de una manera más intensa aquello que en otro momento te ves obligado a verificar: qué relación existe con la materialización de esas ideas". Lo verdaderamente decisivo por tanto es el proceso, entendido como vía de enriquecimiento personal: "todo eso que tú vas no sólo percibiendo, sino repitiendo y reviviendo un poco, es arte, el arte que a mí me interesa, para sentirme como individuo: en un momento determinado has seleccionado el arte como una forma de realización personal". 
Concebir el arte como un proceso, y no tanto como producción de objetos materiales, supone dar una importancia central al tiempo (todo proceso es temporal) y a la memoria: dos claves fundamentales del trabajo de Nacho Criado. Tanto la vida del artista como los procesos que aborda están inmersos en el curso del tiempo: "estamos en el temporal", dice Nacho recordando a su amigo Juan Hidalgo. Pero ahí, y gracias a los anclajes de la memoria, el artista interviene para introducir la duda, para abrir la mirada de interrogación y la incertidumbre sobre las supuestas certezas de la experiencia. Incluso sobre el propio tiempo, dándole sentimientos a lo que es una variable física: "el tiempo es infeliz", dice Nacho Criado.
Ese proceso implica también una serie de referentes, o mejor, de compañeros en el camino, que son evocados en la conversación, de un modo especial Samuel Beckett y Marcel Duchamp, junto a Bruno Taut, Mark Rothko, Glenn Gould, John Cage y Walter Marchetti, entre muchos otros. En definitiva, en las palabras de Nacho Criado encontramos una nueva concepción del arte y del artista. Si el arte es proceso, el artista más que un hacedor de objetos “bellos” pasa a ser un hombre que camina, un ser itinerante en busca de sentidos, alguien que pregunta de forma radical acerca de la condición humana.

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 968, 23 de octubre de 2010, p. 34.

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