Rogelio López Cuenca: Ciudad Picasso
Desde el pasado día 5 y hasta el próximo 25 de este mes, puede verse en Madrid, en la Galería Juana de Aizpuru, Ciudad Picasso, una magnífica exposición de Rogelio López Cuenca (Nerja, 1959), que va además acompañada por un excelente libro con el mismo título. Son la plasmación de un proyecto de desmontaje o desconstrucción de las múltiples formas de utilización de la imagen y el nombre Picasso en la ciudad donde nació, con intereses políticos, económicos y turísticos. Un proyecto incisivo, valiente, lleno de ironía y humor, rasgos estos por lo demás característicos de la trayectoria artística de López Cuenca.
Rogelio López Cuenca: Ciudad Picasso
En el libro (pg. 129), el propio López Cuenca indica: "Resulta difícil imaginar una etiqueta más apropiada que la marca Picasso para apoyarse a la hora de aspirar a la competición entre ciudades que caracteriza a la nueva economía postindustrial, la lucha por atraer inversiones, megaeventos (ni falta decir que 'culturales': todo es 'cultura' ya) y sus correspondientes visitantes en el mercado turístico global."
Cuánta razón lleva. En el escenario de la imagen global, "la cultura" ha sido vaciada de sus elementos críticos o cuestionadores de lo existente, para convertirse en un mero barniz embellecedor, en un signo o musiquilla adormecedora, que eso sí: dispensa "prestigio", da "solera". Y no cabe duda, entre las posibles etiquetas de marketing cultural PICASSO: no sólo artista, también coche, es una de las más efectivas. Instalada en una deriva de repetición, vaciamiento y utilización espuria de la imagen en la cultura de masas que históricamente se abrió con los avatares de la imagen de Mona Lisa, de Leonardo da Vinci, después de su robo en el Museo del Louvre en 1911 y su posterior recuperación en 1914.
Rogelio López Cuenca: Ciudad Picasso
La utilización de la etiqueta PICASSO en la ciudad donde nació encierra, sin embargo, alguna que otra paradoja. Durante décadas, Málaga vivió completamente de espaldas a Picasso. Habría que esperar, tras la muerte de Franco, a la instauración de la democracia en España, y a la acción decidida del gran pintor malagueño Eugenio Chicano, apoyado por distintos sectores políticos y sociales, para que se constituyera y abriera al público la Fundación de su Casa Natal. Lamentablemente, Picasso había muerto ya, y durante su vida no se dieron las condiciones para que pudiera establecer un vínculo con Málaga, a diferencia de lo que sí sucedió con Barcelona. Por último, no está de más señalar que Picasso fue, en realidad, un nómada, de intensas raíces culturales españolas, pero ciudadano del mundo en una época convulsa, viviendo en muy distintas residencias.
Rogelio López Cuenca: Ciudad Picasso
La lucidez de López Cuenca nos permite apreciar la distorsión, el vaciamiento de sentido, de las imágenes, y en concreto de la etiqueta PICASSO, en sus usos políticos y comunicativos. Y, a la vez, el férreo control comercial que, a través del copyright, ejercen sobre esa etiqueta los descendientes del artista. En definitiva, la exposición y el libro vehiculan un cuestionamiento moral y político tanto de la distorsión como de la restricción de los usos de las imágenes. El trabajo de los artistas, y en este caso la obra de Rogelio López Cuenca, se inscribe así en un juego de espejos. En la búsqueda del contraste entre lo que se supone que las imágenes mediáticas y las etiquetas culturales dicen transmitir y lo que verdaderamente pretenden y transmiten. En general, una actitud acrítica, dócil y sumisa ante las distintas formas escindidas de poder: económico, político, social.
A diferencia de las imágenes mediáticas, las imágenes artísticas son de todos, y en su seno llevan el signo de la interrogación, la capacidad de ver y cuestionar, que es lo que en su sentido más profundo nos constituye como seres humanos.
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