Inmateriales
Tejer sueños
José Jiménez.-
Hay un juego infantil, conocido en multitud de culturas, y que en español recibe nombres diversos: "hacer cunas", o jugar a la cuna, al hilo, al cordel, o a la hamaca. En Portugal y Brasil se llama "cama de gato". Consiste en ir entrelazando un hilo o un cordel con los dedos de las manos hasta formar una pequeña red que, eventualmente, se pasa luego a los dedos y manos del siguiente jugador que, a su vez, construye otra cuna, cama, o figura. El juego expresa no tanto la habilidad manual del niño como la construcción inmaterial, el tejido, de un espacio acogedor, una cuna o pequeña cama, que es tan íntima e inaprehensible como para caber entre las manos. Allí soñamos con resguardarnos, nos sentimos acogidos, a salvo de peligros.
El huevo (O ovo) - Acción, 1968.
Fotografía b/n, 12 x 18 cm.
Projeto Lygia Pape, Rio de Janeiro.
Evoco el juego para referirme a la magnífica exposición que el Museo Reina Sofía dedica a la artista brasileña Lygia Pape (1927-2004), una de las grandes figuras del arte de nuestro tiempo, y sin embargo no suficientemente conocida por el público. La exposición de nuestro Museo, que recoge unas 250 obras: pinturas, relieves, xilografías, acciones documentadas, collages, películas y libros, a la vez que muestra la impresionante diversidad expresiva, el carácter de "artista total" de Lygia Pape, tiene también algo de restitución. Nos da una primera propuesta de visión integral de la obra de una de las artistas centrales del constructivismo y del movimiento "neo-concreto" brasileño, que por distintos "avatares", personales e históricos, había quedado hasta ahora un tanto postergada frente a la de sus más conocidos compañeros Lygia Clark o Helio Oiticica. Tiene un carácter de primicia la presentación en la muestra, por vez primera en un espacio expositivo, de las películas de Lygia Pape: cine experimental, películas de artista, como todo su trabajo de una gran intensidad conceptual y lírica.
Sin título (1954-1956).
Témpera/óleo sobre madera, 40x40x3,3 cm.
Projeto Lygia Pape, Rio de Janeiro.
Resulta emocionante percibir en sus obras la fuerza extraordinaria que esta mujer menuda y de mirada penetrante llevaba dentro de sí. Desde sus inicios, el rigor formal del constructivismo europeo se transforma en su obra con un giro sensual y dinámico, en el que se expresan Brasil y América Latina. Un ejemplo más de la "voracidad incorporativa" del latinoamericano de la que hablaba José Lezama Lima, esa forma específica de apropiarse de cualquier registro universal de cultura estableciendo una nueva síntesis que le da nueva vida y alcance. Una nueva síntesis que se despliega en sus colaboraciones con el Cinema Novo, o en sus acciones en espacios cotidianos, en las que se vincula lo íntimo con la reivindicación política y social. En el despliegue de toda la obra de Lygia Pape, yo identifico un núcleo expansivo: un conceptualismo lírico, una voluntad de transferir el vuelo del pensamiento al espacio poético de la representación sensible. Se expresa así la intención de dar sentido humano, íntimo, a las formas plásticas, haciendo de ellas un ámbito de resonancia de la sensibilidad, estableciendo cauces de comunicación entre el yo y el tú, el nosotros, la naturaleza y todo el cosmos.
Ttéia, en la exposición Espacio imantado,
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid (2011).
Fotografía Joaquín Cortés/Román Lores.
En toda su obra. Y de un modo especial en esas piezas construidas con hilos tendidos en el espacio, para las que inventó un nombre nuevo: "Ttéias", que varían según el tipo de espacio en que se construyen, según el tipo de luz (natural o artificial), y de hilo (de cobre, plateado, o transparente) que emplean. Teia, en portugués, significa tela. De modo que estas obras son tejidos, tejidos en el espacio. Lygia Pape las relacionaba con algo "mágico", y las ponía en relación con el juego infantil de la "cama de gato", al que me refería más arriba. Sobre ellas también decía que eran como "una red donde las arañas tejen planos de vida o muerte". Piezas memorables: hilos de luz tendidos en el espacio, filamentos de lo visible tejidos por la araña del tiempo y del destino. Se construye así un ámbito inaprehensible, inmaterial, que se abre ante nuestros ojos invitándonos a tocar, a hacer vibrar, el sonido y la irradiación de la luz en el espacio. Un espacio lleno de resonancias, a la vez exterior e interior. Allí donde gravitan nuestros sueños.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1001, 11 de junio de 2011, p. 26.
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