domingo, 16 de noviembre de 2014

Exposición de Juan Luis Moraza en el Museo Reina Sofía

Ética de las formas


Uno está ya bastante cansado de los chistes y bromas con los que algunos espíritus, pretendidamente ingeniosos, expresan su burla y menosprecio sobre el arte de nuestro tiempo. Y mucho más de la falta de consideración, cuando no actitud de agresión, de los poderes públicos, que debieran tener precisamente en su apoyo, defensa y estímulo uno de sus objetivos principales, pues el arte es una de las manifestaciones del patrimonio cultural, que es de todos: de los que nos precedieron en la vida de esta nación y de los que vendrán después.

Vista de una de las salas de la exposición. 

Por todo ello, me parece un auténtico acontecimiento la magnífica, hermosa exposición, de Juan Luis Moraza (Vitoria, 1960) que podemos ver en el Reina Sofía y que deja patente, para las sensibilidades abiertas, en qué medida el lenguaje plástico, la expresión a través de las formas cuando se asume con plena intensidad, es indisociable de un profundo compromiso ético, ciudadano. Obviamente, con ello nos situamos en las antípodas de un arte "de consigna": la búsqueda del artista, en este caso de Juan Luis Moraza, es siempre individual, solitaria en principio. Pero si se llega al fondo plástico de la expresión, a modular la intensidad de las formas, el resultado nos afecta a todos.
La exposición reúne una selección de sus obras desde 1974 a 2014. En ella se puede apreciar su inserción, en origen, en lo que se llamó "nueva escultura vasca" y el diálogo con la figura seminal de Jorge Oteiza. Y también que, ya muy pronto, Moraza fue construyendo un lenguaje propio, abierto a una consideración de contrastes y correspondencias entre la construcción escultórica y los objetos e imágenes producidos en serie que configuran el ámbito de experiencia estética primaria en las sociedades de hoy.

Implejidades.

Sus esculturas, vídeos e inscripciones textuales se abren, en un dialogo formal, a actuar como espejos críticos, de reflexión, en el cuestionamiento de las opacidades y encubrimientos que caracterizan no sólo la vida social, sino también los propios canales de producción y transmisión artística, y muy en particular el museo. Como hilo conductor, Moraza despliega los trabajos de tres proyectos diferentes, sobre los que ha trabajado en los últimos años: Repercusiones, Implejidades y Software.
Repercusiones  apunta al dilema pasividad/participación, central tanto en lo que articula la democracia como en la actitud de los visitantes de los museos. Implejidades, término inventado por Moraza, síntesis de complejidad e implicación, supone abrir la vía para que tanto el espectador como el artista asuman su responsabilidad y sus derechos, en la acción ciudadana y en la experiencia del arte. Es obvio el sentido de Software: la cuestión acerca de cómo los procedimientos determinan los resultados finales.

Instalación.

Con todo ello, Moraza pretende cuestionar y diseminar los usos y funciones de los museos de arte, proyectando a través de la muestra un sentido de museo abierto a los símbolos, lo demográfico y lo antropológico. En definitiva, se trata de subrayar que los museos no son de quienes ejercen su control sobre ellos, ni de los que los gestionan, sino que son de todos, plataformas activas de patrimonio público.

Anormatividad (torsiones legales) [2009].

El lenguaje plástico de Moraza es extraordinariamente sutil, e implica un constante juego de distanciamiento, a la vez irónico, conceptual y poético, con los sentidos inmediatos de las cosas. Cuando uno va pasando a través de puertas alineadas, en las que el picaporte de abrir y cerrar se va desplazando hacia arriba, comprende que no sólo los senderos, sino también los aparentes accesos, pueden llevar a ninguna parte. Cuando contemplamos las reglas y escuadras para medir dobladas y distorsionadas, inservibles para la función para la que fueron diseñadas, pieza cuyo título es Anormatividad (torsiones legales) (2009), comprendemos que las reglas y normas pueden moldearse, fuera del control ciudadano, en virtud de intereses opacos. Y de eso tenemos no pocas experiencias últimamente en España.

Ceci n'est pas une république [Esto no es una república].

Y, finalmente, cuando vemos las once líneas cuidadosamente caligrafiadas manualmente sobre una superficie gris con la expresión Ceci n'est pas une république, no sólo hay una alusión bastante explícita a la conocida obra de René Magritte Esto no es una pipa, que expresa la paradoja de que una pintura de una pipa no es una pipa. Lo que Moraza nos transmite es que el título o nombre república es sólo eso: un título o un nombre. Que la república sea real, de verdad, exige un ámbito de participación y de control de los ciudadanos en la vida de la comunidad. Y ese es el horizonte: el de una auténtica democracia, que constituye el gran problema de nuestro tiempo. Y al que Juan Luis Moraza da cuerpo y expresión en la sugestiva e intensa república de las formas que ha construido en esta muestra excelente.  


* Juan Luis Moraza: república, comisario: João Fernandes; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, del 15 de octubre al 2 de marzo de 2015.

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.161, 15 de noviembre de 2014, pp. 22-23. 


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