martes, 30 de junio de 2015

La 56 Bienal de Venecia

El arte en un mundo convulso

RAQS Media Collective: Coronation Park [Parque de la coronación] (2015). Grupo de nueve esculturas.

Quiero decirlo ya de entrada: la propuesta de Okwui Enwezor, comisario de esta 56 edición de la Bienal de Venecia es para mí una de las más lúcidas, sugestivas e interesantes exposiciones de gran formato que he podido ver últimamente. El título: Todos los futuros del mundo, es, en su expresión directa y concisa, todo un manifiesto. Se trata de intentar rastrear en el arte las reverberaciones que en él produce el profundo temblor sísmico que agita el mundo actual, y de contrastar las líneas de salida, las alternativas, los trazos ideales, que el arte y el pensamiento plantean ante la situación convulsiva que vivimos.

Kutluğ Ataman: The Portrait of Sakip Sabanci [El retrato de Sakip Sabanci] (2014). 
9216 paneles LCD configurados en 144 módulos de 64 pantallas LCD c. u.

Como punto de partida, Enwezor afirma que el estado global del mundo de hoy se caracteriza por un estado de “crisis, incertidumbre y profunda inseguridad” por todas partes. Para leer esta quiebra del mundo Enwezor remite fundamentalmente a Karl Marx, así como a la figura del Angelus Novus, de Paul Klee, y a la interpretación de la misma como ángel de la historia, por parte de Walter Benjamin. Al Marx de El capital, cuya lectura pública forma parte de las actividades de la Bienal. Y cuyas críticas del capitalismo resuenan, de muy diversas maneras, en no pocas de las obras artísticas seleccionadas.

Barthélémy Toguo: Urban Requiem [Requiem urbano] (2015). Instalación.

La propuesta se estructura en tres grandes líneas conceptuales: “Jardín de desorden”, “En vivo: sobre la duración épica” y “Leyendo El capital”, en las que se presentan obras de 136 artistas, de 53 naciones diferentes, en no pocos casos de zonas habitualmente consideradas “periféricas” en la escena artística internacional. Desde ese punto de vista, probablemente estamos ante el esfuerzo hasta ahora más intenso de presentación pública de la globalización del mundo en lo que se refiere al arte.

John Akomfrah: Vertigo Sea [Mar de vértigo] (2015). 
Vídeo-instalación en alta definición, tres pantallas.

Lo más importante, en cualquier caso, es la calidad general de las obras seleccionadas, que no son meras “ilustraciones” de un guión previo, sino todo lo contrario: elementos autónomos de un complejo tablero que nos muestra la riqueza y complejidad del ajedrez artístico actual. Lo decisivo es la calidad específicamente plástica de las propuestas seleccionadas, su intensidad artística. Y a partir de ello, esas obras, en su pluralidad, transmiten una lectura crítica del dominio global del capitalismo y la desigualdad, confrontados con las impugnaciones y diseños alternativos que el arte de nuestros días elabora.

Georg Baselitz: Visión parcial con su instalación de pinturas de ancianos desnudos, en realidad 8 autorretratos.

Eso sí, los criterios del montaje están lejos de cualquier orden cerrado, hay en él un cierto desorden vitalista, una búsqueda de contrastes y superposiciones, que reflejan el carácter abigarrado de lo que vivimos: el arte no puede ser “ordenado”, “pulido”, precisamente cuando hoy todo es desorden, caos. Además, el arte de nuestro tiempo tiene un carácter multimedia,  en él no hay “géneros” cerrados. Es lo que encontramos aquí, un arte diseminado en sus soportes expresivos y procedimientos. Desde luego, encontramos dibujo, pintura y escultura, aunque más allá de sus formatos tradicionales, así como fotografía. Pero son también abundantes las intervenciones en espacios y lugares específicos, las performances o acciones, las instalaciones, y de un modo destacado las propuestas fílmicas, cine y vídeo, además de la utilización de procedimientos digitales.

Atlas de la filmografía de Harun Farocki. Instalación. 

Aunque el espacio disponible no me permita más que mencionar sus nombres, sin poder entrar en el análisis crítico de cada obra, quiero indicar los de aquellos artistas que, en mi opinión, aportan lo mejor en esta Bienal, para propiciar así su conocimiento y el eventual seguimiento de su trabajo a los lectores. Les aseguro que en todos los casos merece la pena. El colectivo RAQS (radicado en Nueva Delhi), el colombiano Óscar Murillo, Glenn Ligon, el ghanés John Akomfrah, el italiano Fabio Mauri, Robert Smithson, Alexander Kluge, Thomas Hirschhorn, Olga Chernysheva, Adrian Piper, Isaac Julien, Walead Beshty, el indio Madhusudhanan, Chris Marker, el keniano Wangechi Mutu, Andreas Gursky, Kerry James Marshall, Marlene Dumas, Rosa Barba, Hans Haacke, Charles Gaines, Jeremy Deller, Isa Genzken, Bruce Nauman, Adel Abdessemed, Terry Atkins, la iraní Raha Raissnia, Pino Pascali, Harun Farocki, Katharina Grosse, Gary Simmons, Rirkrit Tiravanija, el turco Kutluğ Ataman, el coreano Im Heung-soon, Georg Baselitz y el camerunés Barthélémy Toguo. Como podrán apreciar, una lista intensamente global.

Rosa Barba: Bending to Earth [Plegarse a la tierra] (2015). Instalación, película de 35 mm.

Aparte de la intención crítica, de la voluntad de descifrar a través del arte una situación que favorece la injusticia y la desigualdad, destacaría otros dos rasgos comunes en la mayor parte de las obras seleccionadas. En primer lugar, la pretensión de vincular lo humano con la naturaleza en una actitud de respeto. Y junto a ello la impugnación del colonialismo en todas sus formas y variantes, y de cualquier pretendida superioridad de un grupo humano sobre cualquier otro. El reconocimiento crítico de la injusticia y la opresión supone el primer paso hacia su superación: el arte de esta Bienal de Venecia camina en esa dirección.


* 56 Bienal de Venecia: Todos los futuros del mundo; Comisario: Okwi Enwezor, Venecia, hasta el 22 de noviembre de 2015.

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.193, 27 de junio de 2015, p. 21.

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