Instantáneas del fin de los
tiempos
Con una
interesantísima trayectoria previa en el terreno de la fotografía, Pablo
Genovés (Madrid, 1959) muestra ahora en Madrid su trabajo de los últimos años,
que según su costumbre se agrupa en series, en este caso con los nombres Precipitados, Cronología del ruido y Antropoceno.
Se trata de 38 impresiones fotográficas de gran formato, datadas entre 2009 y
2014, casi todas ellas en blanco y negro, salvo en dos casos en los que se
utilizan otros colores, y un vídeo de 8’ 10’’ de duración, que lleva por título
Otro día, otro lugar (2014), su
primera obra en este soporte, producida especialmente para esta exposición.
La muestra es excelente. La gran calidad
de las obras se refuerza con un magnífico montaje, con una iluminación tenue
que favorece que las imágenes parezcan flotar en la visión y en la mente de
quien mira, y favorecida también por los espacios del antiguo depósito de agua
donde se presenta, que nos lleva por sí mismo a la memoria de las construcciones
industriales que dejaron de cumplir las funciones para las que fueron
diseñadas. Un aspecto, este último, que dialoga con la temática de las propias
piezas.
Lancret (2014). 100 x 103 cm.
Las impresiones fotográficas de Genovés
son imágenes construidas a partir de
fotografías ya hechas, encontradas,
sobre las que se interviene con un procedimiento de collage. Son superposiciones digitales de imágenes diversas, lo que
implica un “lenguaje” fotográfico plenamente actual, que sin embargo retrocede
en el tiempo, pues parece que la mayor parte del material originario procede de
álbumes, postales, fotograbados y antiguos catálogos fechados entre finales del
siglo XIX y la primera mitad del XX. Parece, también, que dicho material ha
sido encontrado en Berlín, un auténtico “paraíso” de las antigüedades, y ciudad
en la que, además de en Madrid, vive actualmente Genovés.
Las imágenes que resultan de ese proceso
de apropiación y mezcla parecen, precisamente, flotar en el tiempo. Son imágenes
que brotan del ensueño, de la evocación y de la memoria, envueltas en las olas
de aguas turbulentas, en aguas en las que se desliza el hielo fragmentado, en
nubes y nebulosas, en polvo, o en llamas, lo que permite su vuelo en el curso
del tiempo: hacia atrás y hacia delante.
Barroco y exterior (2011). 145 x 160 cm.
Con ellas se fija una especie de
inventario de una civilización en la que en ningún caso aparecen seres humanos,
ni cualquier otro tipo de formas o signos de vida. Las imágenes flotantes son restos, residuos, de los espacios humanos del saber y del conocimiento: las
bibliotecas y los libros, los museos y las obras de arte, los teatros… Así como
de la religión: iglesias y catedrales; del poder: palacios; o de la producción
industrial: mecanismos y máquinas arruinados y fuera de uso. Residuos todos
ellos que se mantienen aún firmes, en la imagen, entre la soledad, la desolación
y el abandono.
El título de la muestra: El ruido y la furia, la traducción
habitual en español del título de la cuarta novela de William Faulkner, The Sound and the Fury (1929), el relato
implacable de una tragedia familiar en la que no hay ninguna salida ni redención
posible, nos da una clave de la intención estética de Pablo Genovés. Sus imágenes
nos hablan no ya de la ruina familiar, sino de la destrucción (¿autodestrucción…?)
de toda una civilización. A través de flujos de memoria, la voz femenina que
habla en el vídeo, en síntesis con las imágenes que van apareciendo, relata un
viaje a la catástrofe inevitable, ¿antes o después de que se haya producido…? ¿En
el pasado o en el futuro…? Y es que la voz nos dice que la otra persona a la
que habla habría definido el tiempo “como una placa de metal, / alargada y dúctil.
/ Una placa que puede plegarse / y generar un reflejo sobre sí misma”. Y si se
habita en ella, en esa placa, “varios momentos históricos podrían tener lugar
al mismo tiempo.”
Cosmology (2013). 160 x 160 cm.
A través de esa síntesis y mezcla, que de
verdad impresiona: imágenes superpuestas, palabras encadenadas, Genovés
construye una especie de apocalipsis, de revelación. Y con ella se articula un
tipo nuevo de vanitas, una
representación de la fugacidad inevitable de todas las cosas, no ya en el ámbito
del barroco histórico, con su trasfondo religioso, sino en un plano que nos
remite a lo que hoy vivimos, el declive inevitable de un mundo que se desliza,
con ruido y furia: la avaricia del dinero, el hipnotismo del hiperconsumismo
como consuelo, hacia la ruina y la extinción. De ahí surge, en último término,
el contraste: en esas imágenes en negativo sólo siguen en pie los documentos de cultura, como
registros de la búsqueda y necesidad de elevación de los seres humanos.
* Pablo
Genovés: El ruido y la furia; comisaria:
Alicia Murría; Sala Canal de Isabel II de la Comunidad de Madrid, Madrid, del 17
de diciembre de 2014 al 22 de marzo de 2015.
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