Utopía: La ciudad de los sueños y de la memoria
Ilya y Emilia Kabakov en el Grand Palais, París.
Desde 2007, el Ministerio de
Cultura de Francia ofrece a un gran artista de renombre internacional la
realización de una exposición/instalación de grandes dimensiones en la nave
central del Grand Palais de París. El programa, que con el expresivo título de
MONUMENTA debía celebrarse cada año fue suspendido en 2009 y 2013, en este
segundo caso por limitaciones presupuestarias. En las sucesivas ediciones han
pasado por él Anselm Kiefer, Richard Serra, Christian Boltanski, Anish Kapoor y
Daniel Buren, hasta este 2014 en que acoge a la pareja de artistas, nacidos en
Ucrania, Ilya (1933) y Emilia Kabakov (1945).
Hasta
1989 en que se instala en Berlín y comienza su colaboración con Emilia, Ilya
Kabakov había desarrollado una importante trayectoria artística en la antigua
Unión Soviética. En 1992, Ilya y Emilia se casan y se establecen cerca de Nueva
York, donde hoy siguen viviendo. En 1999 presentaron en España, en el Palacio
de Cristal del Parque del Retiro en Madrid, El
palacio de los proyectos, una muestra que reunía 65 proyectos utópicos, y
que en alguna medida puede considerarse un antecedente de lo que ahora podemos
ver en París.
Ilya y Emilia Kabakov: Estudio para una vista de conjunto de La extraña ciudad (2014). Dibujo.
La extraña ciudad, vista desde arriba.
Con
el título La extraña ciudad, los
Kabakov han concebido una instalación expandida en los hermosos, y a la vez muy
difíciles de ocupar, espacios de esa joya de la arquitectura en hierro y cristal
que es el Grand Palais. Al entrar, los visitantes se encuentran con una gran cúpula,
colocada en posición frontal, cuyos colores, así como su brillo, intensidad y
modulación, van cambiando. Con ella pretenden evocar el órgano luminoso del
compositor Alexander Scriabin, con su teoría, basada en la sinestesia, de la
correspondencia de colores y sonidos, y a la vez también el ideal de la obra de arte total, formulado por
Richard Wagner.
La extraña ciudad: La Cúpula.
Lo
primero que se ve en la gran nave del Grand Palais es un conjunto de cinco
edificios que se alzan en un recinto circular, a los que se accede por una
puerta de entrada, concebida como la ruina, el resto, de una especie de arco
triunfal. Tanto la puerta como los muros de los edificios son de color blanco. Los
nombres de las tres construcciones que aparecen en primera línea son: Manas, El museo vacío y Las Puertas.
En el primer caso, encontramos la reproducción de una ciudad que existía en el
norte del Tibet, que se desplazaba en dos niveles: el de la vida cotidiana,
terrestre, y el de un mundo superior, celeste. En El museo vacío las pinturas de los muros han sido reemplazadas por
espacios de luz, y a la vez suena el Pasacalle
de Johann Sebastian Bach. En Las Puertas,
el corte que habitualmente éstas establecen entre la vida privada y la vida
social, entre lo individual y lo colectivo, se abre a una evocación de las
situaciones de transición, del paso de esta vida al más allá, utilizando para
ello una serie de doce pinturas que remiten al impresionismo y a Paul Cézanne.
Ilya y Emilia Kabakov: Estudio para Las puertas (2014). Dibujo.
Las
otras dos construcciones que se alzan en la segunda línea son El centro de energía cósmica y Cómo encontrar un ángel. La primera
integra tres espacios: el depósito antiguo de la energía cósmica, el centro de
la energía cósmica y el laboratorio de comunicación con la noosfera, en los que se combinan los registros arqueológicos de las
civilizaciones antiguas con las antenas e instrumentos tecnológicos que captan
las señales del cosmos. La segunda, para mí –por razones autobiográficas– uno
de los componentes más intensos de esta ciudad
de los sueños y de la memoria, traza y recoge la larga y continua atención
de los Kabakov a la imagen del ángel, en sus distintas variaciones. Aquí, según
sus palabras, “más que una figura de la religión, el ángel es una alegoría de
la aspiración a la felicidad y a la sabiduría”.
Ilya y Emilia Kabakov: ¿Cómo encontrar un ángel? (2014). Dibujo.
Ilya y Emilia Kabakov: ¿Cómo encontrar un ángel? (Monumenta, 2014). Instalación.
Finalmente,
el trazado de la ciudad culmina con otros dos edificios, situados tras el
primer recinto circular. Son La capilla
blanca y La capilla oscura, que
repiten en ambos casos las proporciones de una iglesia renacentista. En la
primera, como en muchas iglesias antiguas, los frescos de los muros han
desaparecido, pero un conjunto de pinturas dispersas muestran fragmentos de
vida, retazos de memoria, entre los cuales pueden reconocerse imágenes de la
propaganda soviética, así como una enorme mancha negra, por encima de la
entrada, que remite a las imágenes cristianas del Juicio Final y a la
representación del Infierno. En La capilla
oscura, un conjunto disperso de pinturas en los muros, volteadas con un
giro de 90º, representan imágenes soviéticas estereotipadas y otras con el
recuerdo de los actos de recepción del Premio Imperial en Tokyo (concedido en
2008 a Ilya Kabakov), con la idea de que esa mezcla de honor y trivialidad
remita a una especie de vanitas.
El
recorrido por la ciudad de los
Kabakov, inserta en un contenedor tan desaforadamente monumental, alcanza la paradoja de despertar en el visitante, el
registro y las asociaciones más íntimas e interiores. En este caso, y de modo
intensísimo, fuera es dentro. En
lugar de esa proliferación reiteradamente externa
de las imágenes mediáticas, que hoy llenan de ruido e interferencias nuestras
vidas, los Kabakov trazan una especie de itinerario ideal hacia uno mismo,
hacia los sueños, los surcos de la memoria, los deseos: realizados o no, que
jalonan la existencia humana.
Al presentar La extraña ciudad, Emilia Kabakov recordaba que cuando hace algunos
años les preguntaron si pensaban que el arte podía influenciar la política,
respondieron que no. Y a continuación: “Seguimos teniendo la misma opinión,
pero durante todos estos años hemos trabajado con ideas en torno a lo
imaginario y la utopía. Y creemos de verdad que el arte, que ocupa un gran espacio
en nuestra cultura, puede cambiar la forma en que pensamos, soñamos, actuamos,
reflexionamos. Puede cambiar nuestra forma de vida.”
En definitiva, de eso se trata. Recorrer el
recinto y las construcciones de La
extraña ciudad supone adentrarse en un itinerario que nos lleva al
conocimiento y a la visión. De nosotros mismos y de la experiencia, múltiple y
compleja, que nos rodea. Utopía significa no lugar. Pero, por eso
mismo, ante la situación actual de nuestra existencia, doblegada por la
ocultación y el simulacro con apariencia de verdad que sólo destila mentira, la
utopía como viaje al otro lado de lo
que creemos ver, del encubrimiento de lo real, es más necesaria que nunca. Utopía
como auto-cuestionamiento, como registro de los sueños, de la memoria, de los
deseos, siempre consciente de su posible frustración. A todo eso nos lleva esta
intensísima y lúcida propuesta artística, esta extraña ciudad de Ilya y Emilia Kabakov. Si tienen ocasión, no
pierdan la oportunidad de recorrer su recinto, para así poder llegar al otro lado de sí mismos.
*
Ilya y Emilia Kabakov: La extraña ciudad,
comisarios: Jean-Hubert Martin y Olga Sviblova; Grand Palais, París, 10 de mayo
– 22 de junio de 2014.
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