Arrastrar piedras
Esas mujeres: Guerreras,
nos miran fijamente, desafiando con sus intensos ojos azules cualquier
pretensión de dominio ajeno. Están en sí mismas. Son plenamente libres. Otra
mujer, cubierta con velo negro, con los pies descalzos, transporta piedras en
un paisaje desértico. Gira en círculo sobre el cúmulo de piedras que forma un
eje de rotación. Se sitúa sobre las piedras, las cubre con su velo negro. Las
transporta a la cima del montículo, arrastrándolas con cuerdas. Y, también
allí, se sitúa encima de ellas.
Acción de fuerza - I (2017).
Tintas pigmentadas en papel baritado sobre dibond, 100 x 150 cm.
Arrastrar las piedras de la existencia,
girar en torno a ellas, hasta conseguir dominarlas, convertirlas en escala de
la elevación. En Resistencia, Soledad
Córdoba continúa desplegando lo que constituye el hilo de continuidad de su
trabajo artístico: el cuerpo, su propio
cuerpo, como signo para construir historias. Historias de mujeres. Historias
de humanidad.
Instalación, Museo Barjola.
En la
exposición, en Resistencia,
encontramos tres dibujos de gran formato de la serie Guerreras y tres vídeos: Acción
de fuerza I, II y III, que se integran en una instalación unitaria, tras el
cúmulo real de piedras cubierto con el velo negro también real. Velos negros, ojos azules. En su poema La
luna y el tejo [The Moon and the Yew
Tree], Sylvia Plath escribió:
«Esta es la luz de
la mente, fría y planetaria.
Los árboles de la
mente son negros. La luz es azul.»
[«This is the light of the mind, cold and planetary.
The trees of the mind are black. The light is blue.»]
El poema expresa la oscuridad del lugar donde
ella vivía, en donde ni siquiera es capaz de ver “si hay un sitio adónde ir”.
Ni siquiera la luna ilumina: “es calva y salvaje”. Y el mensaje del tejo es “la
negrura”, “la negrura y el silencio”. Oscuridad y tinieblas de la existencia:
Sylvia Plath expresa poéticamente la dificultad, la terrible dureza, que
implica ir adelante. Avanzar en la vida.
Guerrera I (2017).
Grafito, acrílico, acuarela, gouache oro y tinta sobre papel, 109 x 80 cm.
Y a ello también apunta, convirtiendo su cuerpo
en expresión poética, Soledad Córdoba: avanzar, ir adelante, elevarse, supone
inevitablemente llevar cargas, por
propia voluntad o impuestas. Arrastrar las rocas, las piedras, que eso sí:
después de girar en círculo en torno a ellas, después de soportar todo su peso
en el arrastre, hacen posible la elevación. Situarse encima. Tocar el cielo.
La cuestión se hace más determinante y aguda
siendo mujer. Y eso es lo que relata plásticamente Soledad Córdoba, a través de
un conjunto de visualizaciones performáticas, que permanecen en el tiempo en
retención de la imagen. Es preciso adoptar la mirada libre y la desnudez de la
fuerza propia, porque en este mundo pleno de incertidumbres ser mujer implica necesariamente ser guerrera. Desplegar fuerzas para
resistir y avanzar, para superar los obstáculos y construir el ámbito propio de
la vida. Elegido en libertad, más allá de prejuicios e imposiciones externos.
Arrastrando y dominando las piedras de la negación de lo humano.
Guerrera II (2017).
Grafito, acrílico, acuarela, gouache oro y tinta sobre papel, 109 x 80 cm.
Resistencia es así un grito intenso de
libertad. Una expresión plástica de gran intensidad, plena de ecos y
resonancias, acerca de la necesidad de la autoafirmación ante las dificultades
y problemas de la condición existencial de los seres humanos. En su propia
escritura, Soledad Córdoba relaciona estas cuestiones con el pensamiento filosófico de Jean-Paul Sartre, a través de la
dinámica que se establece entre “el juego de la voluntad” y la existencia
humana, caracterizada como proyecto.
El 29 de octubre de 1945, Sartre dio en París una
conferencia, cuya transcripción taquigráfica se publicaría como libro de forma
casi inmediata, con el título El
existencialismo es un humanismo. Y es ahí donde Sartre plantea por vez
primera que la existencia humana implica siempre un proyecto de vida: el ser
humano es, ante todo, un proyecto.
Ésta es su formulación: “El hombre es ante todo un proyecto que se vive subjetivamente,
en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe
previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será
ante todo lo que haya proyectado ser. No lo que quiera ser.”[1]
Sartre
antepone el proyecto al querer ser, porque desde su punto de vista querer ser
algo implica una actitud consciente, y por ello posterior al proceso de
constitución del ser humano. El proyecto va antes, y de ahí la importancia de
su elección y de su desarrollo. Aunque, claro está, su realización o
culminación, lejos de ser algo simple o sencillo, está siempre asediada, rodeada
de acechanzas y desviaciones, que pueden conducir a su fracaso, a su
frustración.
Guerrera III (2017).
Grafito, acrílico, acuarela, gouache oro y tinta sobre papel, 109 x 80 cm.
Por eso,
frente a ello es decisivo afirmar en plenitud la propia libertad. Mirar de frente,
con el azul luminoso de los ojos que nunca retroceden. Arrastrar las piedras de
la existencia con la fuerza que nos da aquello que queremos ser. Voluntad en el
tiempo. Acción, mental y física, en la construcción de la vida. Soledad Córdoba
en Resistencia.
[1]
Jean-Paul Sartre (1945): El
existencialismo es un humanismo. Trad. de Victoria Praci de Fernández;
Edhasa, Barcelona/Buenos Aires, 2009, p. 29.
* PUBLICADO EN el catálogo Soledad Córdoba: Resistencia [exposición, 17 de marzo - 4 de junio de 2017]; Museo Barjola, Gijón 2017, pp. 2-5.
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