De los residuos al reciclaje
Es un dato objetivo que en
estos momentos los artistas españoles disponen de pocos espacios
institucionales disponibles para poder mostrar sus trabajos. Por ello,
considero como muy positivo el programa Promoción del Arte puesto en marcha por
el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que, abriendo vías de diálogo con
algunos museos estatales con colecciones patrimoniales de otro carácter, o
utilizando espacios disfuncionales como el de la antigua Tabacalera de Madrid,
permite a los artistas de hoy que sus obras lleguen a los públicos, algo
absolutamente imprescindible para dar curso a los procesos artísticos.
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cuestiones espacialmente extraordinarias reúne ocho intervenciones concebidas para un lugar específico:
lo que los anglosajones llaman site-specific.
Son las propuestas de ocho artistas, cinco hombres y tres mujeres, nacidos
entre 1972 y 1980 en distintos lugares de España, excepto en un caso: Hisae
Ikenaga, nacida en México. Artistas de nuestro tiempo, con lenguajes expresivos
y sensibilidades de nuestro tiempo. Naturalmente, plurales. Pero en los que
curiosamente se puede señalar un elemento común: todas las intervenciones se
articulan lejos de la materialidad, la rotundidad o la solemnidad, buscando en
cambio inscribirse en lo sutil,
actuar de forma abierta en diálogo con los públicos. En una línea próxima, por
tanto, a lo que Marcel Duchamp caracterizó como infraleve.
Lo que encontramos en los
espacios de Tabacalera es un conjunto de instalaciones nada abstrusas ni
pretenciosas que dialogan, a la vez, con el edificio y su historia, y con la
mirada y la comprensión de los visitantes. La pluralidad expresiva, la mezcla
de los más diversos géneros y soportes, salta a la vista de manera inmediata
como un rasgo característico que atraviesa el arte de nuestro tiempo: ya no
existen géneros "puros", como sucedía en la tradición clásica con el
dibujo, la pintura y la escultura. En las ocho instalaciones todos esos
soportes se integran en una mezcla expresiva con materiales tecnológicos en una
articulación arquitectónica, espacial.
Jacobo Castellano: Señas y cotos.
[Todas las fotografías, Pedro Albornoz].
Con Señas y cotos, Jacobo Castellano bucea en la memoria: recrea la
taquilla del cine que regentaba su abuelo con una especie de quiosco de tablas
abiertas que encuentras al inicio de la muestra. Pero también fija la atención
en fragmentos de zapatos, o en palillos que, muy lejos de su originaria utilización
bucal, agigantan su escala convirtiéndose en una escultura constructivista de
registros punzantes y abiertos. Es un trabajo de recolección, en el curso del
tiempo, de imágenes y objetos cuya forma vuelve, ahora desnuda, gravitando
sobre sí misma, ante nuestros ojos.
Jaime de la Jara: Sólidos.
En Sólidos, Jaime de la Jara despliega lo que yo llamaría una poética de la resistencia: un
amontonamiento de sacos terreros en una esquina-trinchera, o una mesa y una
silla, ambas de madera, situadas frente a frente a bastantes metros del suelo,
sobre un soporte cubierto por un gran plástico azul, o también la imagen leve
de un humo que fluye, en la pintura o en un vídeo.
Miren Doiz: Trampantojo.
Trampantojo, de Miren Doiz, recupera uno de los
procedimientos característicos de la figuración ilusionista para jugar con los
restos de pintura de las paredes del edificio abandonado. ¿Qué es lo que ella
ha pintado? ¿Qué es lo que queda como resto fragmentario de otros tiempos, como
huella de lo que fue...?
Nuria Fuster: Sopladores.
En un espacio de paso, en un
largo pasillo, Nuria Fuster propone con Sopladores
una imagen de flujo y dinamismo. Dos amplios lienzos de una especie de plástico
transparente se cimbrean suavemente, movidos por ventiladores. No es la brisa
de los espacios abiertos, naturales, sino el viento que viene del pasado y la
imagen que se desdobla y torna borrosa.
Fernando García: Luis Candelas.
Luis
Candelas, la
intervención de Fernando García, se articula como un juego de luces y sombras,
en el que las lámparas de araña se transforman en pantallas de reverberación,
construidas artesanalmente con vidrios blancos, verdes y azules, formando entre
sí un entramado luminoso que se proyecta en el suelo en una proyección de
sombras que es, a la vez, réplica de la luz.
Hisae Ikenaga: En pedazos.
"Me parecía fundamental
hablar del lugar, así que decidí interpretar sus restos", dice sobre su
instalación En pedazos Hisae Ikenaga.
Y lo hace amontonando piedras, montando archivadores desvencijados sobre fardos
de papel, o llenando con maderas, trozos de papel y fragmentos diversos los
estantes de una especie de armario empotrado. O también alineando
cuidadosamente sobre la cubierta superior de dos pequeños ordenadores una serie
de pequeños restos óseos, como si fueran fósiles. En todo caso, también aquí,
huellas del tiempo.
Guillermo Mora: Una, otra y otra vez a la vez.
Con Una, otra y otra vez a la vez, Guillermo Mora utiliza los espacios
existentes, marcos de puertas y accesos, para encajar en ellos superficies que
se levantan flotantes a pocos centímetros del suelo. Lo que vemos son nubes de
pintura, en las que los colores rosa y verde se levantan dinámicamente sobre sí
mismos, una vez más en contraste con las sombras que ellas mismas producen y
con las huellas y restos de otros tiempos.
Miguel Ángel Tornero: Algo de vida fotosensible.
Por último, Algo de vida fotosensible, de Miguel Ángel Tornero, es una especie de refugio urbano, en el que las placas fotográficas
expuestas en escaparates o tiendas encuentran protección frente a la
degradación producida por la luz. Es, también, una especie de invernadero en el
que las imágenes, como las plantas, quedan a salvo, a cubierto.
Considero que las ocho
propuestas son de una gran calidad e intensidad estética: para mí ésta es una
de las exposiciones de arte actual mejor articuladas y de un mayor interés que
he visto últimamente. Y quiero subrayar, para terminar, lo que considero fundamental:
en todas las instalaciones hay un elemento común, la utilización de residuos que se utilizan en un proceso
de reciclaje artístico.
Ese componente hace que
veamos en ellas, como en un espejo, el estado de residuo: ruina y abandono, del
edificio de Tabacalera. Recorriendo la exposición resulta inevitable tener la
experiencia de estar ante una alegoría
de la situación actual del arte y la cultura en España. Ese magnífico edificio
destinado, desde el momento en que se concedió su uso al entonces Ministerio de
Cultura, a convertirse en uno de los equipamientos artísticos más importantes
de nuestra nación, en Centro Nacional de las Artes Visuales, y que hoy, en una
situación residual, sólo cobra vida a través de estas intervenciones de
reciclaje. Alegoría que expresa la sumamente dañina falta de continuidad que
han tenido siempre y siguen teniendo los proyectos culturales en España, así
como la situación de agresión fiscal, postergación y olvido que estamos
viviendo en todos los ámbitos de la educación y la cultura.
* 8 cuestiones espacialmente extraordinarias, comisaria: Virginia Torrente; Tabacalera, Madrid, hasta el cuatro de mayo de 2014.
PUBLICADO, en una versión reducida, EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.131, 15 de marzo de 2014, pp. 22-23.
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