La idea es forma
Plasmar en la forma plástica:
abierta, no figurativa, no ilusionista, la experiencia humana del mundo. La
obra de Cildo Meireles (Rio de Janeiro, 1948), Premio Velázquez 2008, es una de
las grandes cimas del arte de nuestro tiempo. Esa obra: incitante, sugestiva,
dirigida a despertar a la vez la interrogación y el ensueño del espectador,
llega ahora, en una muy completa exposición retrospectiva, al Palacio de Velázquez
en Madrid, primera etapa de un itinerario en el que viajará después a Oporto y
a Milán.
Cildo Meireles durante el montaje de la exposición.
Fotografía de Joaquín Cortés/Román Lores.
Se presentan en la muestra más
de cien trabajos, en los que puede apreciarse la diversidad expresiva de
registros y soportes con los que Meireles trabaja: instalaciones, dibujos,
piezas sonoras, esculturas… La elección del Palacio de Velázquez ha sido un
gran acierto, porque su amplitud espacial ha permitido un montaje muy limpio y
bien estructurado, en el que las instalaciones de grandes dimensiones,
cuidadosamente delimitadas, contrastan con el sesgo intimista de los dibujos y
las pequeñas piezas objetuales.
Podemos así recorrer un arco
de expresión extraordinariamente amplio. Los dibujos y esculturas
constructivistas sobre los "Cantos" o "Espacios virtuales": ángulos encerrados en rincones
abiertos sin embargo a nuestra mirada, o la serie "Arte Física",
dibujos sobre papel milimetrado con intervenciones de carácter
poético-conceptual e intención política, en ambos casos de fines de los años
sesenta. Están también las "Inserciones en circuitos ideológicos" de inicios de los años setenta, en las
que Meireles, por ejemplo, intervenía con inscripciones de carácter crítico en
billetes de banco o en envases de Coca-Cola, que luego devolvía a los canales
de circulación y consumo, y con los que alcanzó un primer e importante reconocimiento
en el mundo del arte.
Amerikka (1991-2013).
Fotografía, Ángela Jiménez.
Bellísimas desde un punto de
vista constructivo, formal, y plenas de intención poética y de crítica a la vez
moral y política, las instalaciones, que en bastantes casos se pueden ver por
vez primera en Europa, y en algunos, como "Pares Impares"
(2012-2013), o "Esfera invisible" (2012-2013), son completamente
nuevas. En "Amerikkka" (1991-2013) el espectador puede caminar sobre
un suelo de 20.000 huevos, fabricados con madera pintada de blanco, sobre el
que se alza un gran techo con 50.000 balas doradas incrustadas. "Marulho
[El murmullo del mar]" (1991-1997) nos permite avanzar sobre un muelle de
madera que se alza sobre un mar impreso, hojas azules con imágenes de las
aguas, y todo ello acompañado de sonidos que mezclan de forma repetitiva la
palabra mar y el sonido de las olas.
Marulho [El murmullo del mar] (1991-1997).
Fotografía, Ángela Jiménez.
"Pintura ≠ 1"
(1999-2000), construida con un tubo de pvc pintado de amarillo sobre el que se
sitúa un cable de acero plastificado y pintado de color morado, y en la que en
un punto de encuentro: arriba y abajo, una línea de amarillo se desplaza al
cable y una de morado sobre la superficie del tubo de pvc, nos permite apreciar
el desplazamiento de la línea y el color sobre el plano, remitiendo así, pero
en una dimensión espacial, tridimensional, a los fundamentos básicos de la
expresión pictórica. "Abajur [Lámpara]" (1997-2010), que fue
presentada en la Bienal de São Paulo en 2010 y puede verse ahora por primera
vez en Europa, es una gran pantalla-foco, que se activa mediante una dinamo, y
en la que se proyectan imágenes del mar y de grandes veleros. Pero la energía
para su funcionamiento proviene de un generador "humano": cuatro
personas a las que podemos ver en el plano inferior dando vueltas de manera
permanente sobre un mismo eje. Es, así, todo un alegato en contra de la
ocultación del trabajo que es lo que, sin embargo, hace posible el avance de la
técnica y la mejora de las condiciones de vida.
Pintura ≠ 1 (1999-2000).
Fotografía, Ángela Jiménez.
He querido mencionar, como
ejemplos, algunas de las piezas que forman parte de la exposición. No se la
pierdan. Y eso sí: vayan dispuestos a dejar imprimir su sensibilidad por ecos y
emociones de una gran intensidad física, sensual, que permanecen luego en el
flujo de la memoria abriéndose a todo tipo de reverberaciones poéticas,
estéticas. Los inicios de la trayectoria de Cildo Meireles, que se había
iniciado en el dibujo, remiten a los planteamientos del arte Neoconcreto
brasileño, y de un modo particular a las propuestas que dos de sus grandes
nombres: Hélio Oiticica y Lygia Clark, presentaron en Rio de Janeiro en 1967 y
1968. Junto a ello, Meireles señala la importancia que tuvo para él la
tradición conceptual en el arte contemporáneo, y de un modo especial la obra de
Marcel Duchamp. Creo importante recordar también algo que me indicó
personalmente en 2001, y que tiene que ver con un acontecimiento biográfico:
"Para mí todo comenzó con Goya. Yo me inicié con el dibujo, y luego,
incluso antes de empezar a dibujar sistemáticamente, en el 62, mi padre me
regaló un maravilloso álbum de Goya, que
me trajo de Rio, que recogía las tres series de grabados más importantes: Los caprichos, Los desastres de la guerra y Los
disparates."
En esa misma ocasión, me decía también que el primer
aspecto: "productivo, estimulante, comprensivo", que late para él en
el compromiso de la tarea artística se sitúa "en la relación con el
público", y concluía: "Uno produce un trabajo porque le gustaría
poder verlo, como público." De este modo, la tarea artística se concibe
como un diálogo, consigo mismo y con el público, a través de las obras, que
están siempre abiertas a la inserción del espectador en ellas.
Creo que este conjunto de
referencias traza un buen "mapa" de lo que constituye el universo
plástico de Cildo Meireles, en el que la construcción estética, la buena forma,
la intensidad plástica en definitiva, se entienden como condiciones
indispensables, a las que el artista no puede en ningún caso renunciar, para
dar libre curso a la expresión de la idea. No son pocos los equívocos y
prejuicios que impiden ver y aceptar la vitalidad del arte de nuestro tiempo
precisamente porque se ignora, o menosprecia, el carácter central de la
construcción plástica. En Cildo Meireles la idea demanda la más alta intensidad
en su expresión sensorial, ya que en el arte la idea se convierte en forma, actúa
como representación sensible.
* Cildo Meireles, comisario João Fernandes; Palacio de Velázquez,
Museo Nacional Reina Sofía, 23 de mayo – 29 de septiembre de 2013.
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