martes, 30 de abril de 2013

Exposición de Marc Chagall en París


El vuelo de la pintura


Volver a Chagall. En París, el Museo del Luxemburgo presenta una magnífica exposición que, a través de 105 obras, permite reconstruir en profundidad el itinerario creativo de uno de los artistas más importantes del siglo XX. La muestra está estructurada en cuatro secciones: Rusia en tiempos de guerra, el periodo de entreguerras en Francia, el exilio en Estados Unidos y la vuelta a Francia, que coinciden con las etapas de la vida de Marc Chagall (1887-1985), subrayando así el nexo central entre vida y obra. Que en éste, mucho más que en otros casos, debe constituir la primera línea de interpretación de su trabajo.
A su muerte, casi centenario, Chagall había sido testigo directo de un siglo terrible, pleno de convulsiones. Había vivido una revolución, dos guerras, el exilio… Casi treinta años antes, en una conferencia en Estados Unidos, en 1958, el propio Chagall dijo: "He hecho numerosos viajes. He visto muchos países. Me he arrojado hacia una cierta observación de las ideas. Pero en este camino, me he dado de bruces. He encontrado guerras, revoluciones, y todo lo que las acompaña…" Pero habría encontrado también, concluye, personas excepcionales que acabarían afirmando en él el sentimiento de la importancia sólo de aquello a lo que se llega "por su propio sentido, su propia alma", sólo de lo que está "impregnado por el amor".
 
Marc Chagall:  Los enamorados de verde [Les Amoureux en vert] (1916-1917).
Óleo s. cartón, pegado s. lienzo, 69,7 x 49,5 cm. Centre Pompidou, en depósito en Museo Marc Chagall, Niza.
 
 La pintura de Chagall fluye, por tanto, de una búsqueda interior, es la plasmación visual de una interrogación persistente acerca de los sentidos de la existencia, de la vida y la muerte. Las obras más tempranas en la exposición, datadas entre 1914 y 1917, muestran las huellas de las vanguardias cubista y futurista, asimiladas durante su estancia de tres años en París, pero también el signo terrible de la guerra. Sin embargo, ya desde sus inicios, Chagall se sitúa al margen de cualquier movimiento o tendencia, es una figura enteramente individual. Me ha resultado, en cualquier caso, extraordinariamente sugestivo encontrar en sus primeras pinturas un cierto paralelismo con "el Aduanero" Rousseau. Poco a poco, su estilo se va afirmando con un uso muy intenso del color y un tratamiento de gran libertad de la figuración. Pero cuando, en 1924, los surrealistas le invitan a formar parte de ese movimiento entonces naciente, Chagall responde con una negativa y subraya no verse identificado con sus planteamientos.
 
Marc Chagall:  Hombre-gallo por encima de Vitebsk [Homme-coq au-dessus de Vitesbk] (1925).
Óleo s. cartón, 49 x 64,5 cm. Colección particular.

 
Es verdad que las metamorfosis, las hibridaciones de seres humanos y animales, las figuras en vuelo y, sobre todo, la importancia central que Chagall da en su obra a los sueños, permiten apreciar una cierta cercanía al surrealismo. Pero los planteamientos y la intención estética de Chagall son diferentes. Su pintura es alegórica, está impregnada de las raíces rurales de la pequeña ciudad rusa donde nació: Vitebsk, y de la espiritualidad del judaísmo hasídico, en la que los animales son una parcela de lo divino. Hay, también, una intención de síntesis del judaísmo tradicional con el cristianismo, que se hace patente en las numerosas representaciones de Cristo crucificado con su vientre cubierto con el "thalit", el manto ceremonial de la oración. Por último, como se indica en los textos sobre el muro en la exposición y se subraya en el catálogo, respecto a lo onírico Chagall es en todo momento un soñador consciente.
 
Marc Chagall:  Alrededor de ella [Autour d'elle] (1945).
Óleo s. lienzo, 131 x 109,5 cm. Centre Pompidou, París.

 
En definitiva, su pintura gira en torno a las fases y momentos cruciales de la vida que cristalizan en ceremonias y ritos, y que él visualiza con una mirada a la vez de antropólogo y de poeta. Compartir la vida: con los demás, con los animales y, sobre todo, con los seres a los que amamos es un signo de transcendencia. Por eso, la representación de la boda, la pareja y la familia son en Chagall elementos recurrentes en su bosque de símbolos.
Como también lo es la fusión de tierra y cielo, el contraste entre las figuras tendidas en tierra y las que sobrevuelan las aldeas y ciudades en las que discurre la vida. En esos vuelos de seres híbridos, animales y humanos a la vez, y también en los deslizamientos de ángeles acróbatas que se desplazan libres entre aquí abajo y allá arriba, reside para mí la clave más intensa y personal de la obra de Chagall. El vuelo de la pintura como afirmación de la transcendencia de la vida.
 
 
 
* Marc Chagall, entre guerra y paz, Comisarios: Jean-Michel Foray y Julia Garimorth-Foray; Musée du Luxembourg, París, 21 de febrero – 21 de julio de 2013.
 
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1090, 27 de abril de 2013, pgs. 22-23.

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