domingo, 22 de diciembre de 2013

Exposiciones de artistas actuales en museos públicos


Museos abiertos
 

Coinciden ahora en el tiempo la intervención de Miguel Ángel Blanco en el Museo del Prado y las de Mateo Maté en cinco museos estatales, ambas en Madrid, y en el Museo de Escultura de Valladolid también otra de Bernardí Roig. Una coincidencia que permite plantear algunas cuestiones de interés: ¿deben abrirse los museos, cuyo núcleo son colecciones de obras delimitadas por la "misión" u objetivos de la institución, o bien por unas líneas temporales, a intervenciones de artistas actuales? Y si la respuesta fuera positiva, ¿en qué términos, con qué alcance…?
Para mí, la respuesta a la primera cuestión, en términos generales, no puede ser sino afirmativa. La coincidencia antes mencionada no es resultado del azar, pero tampoco de una moda pasajera. Es la expresión de algo que viene sucediendo en las instituciones museísticas, en España y fuera de España, desde hace ya algún tiempo. Y que tiene que ver con las modificaciones históricas y culturales que se van produciendo, y que exigen no considerar la presentación pública de las colecciones de los museos como algo "cerrado" o inalterable.
 

Instante blanco, exposición de Bernardí Roig en el Museo Nacional de Escultura, Valladolid.
 

No se trata sólo de que las colecciones respondan al imperativo de custodia y transmisión de los bienes patrimoniales y de que para cumplir adecuadamente dicha misión esas colecciones deban también poder crecer, ampliarse. Además de ello, es importante transmitir a los públicos plurales de nuestro tiempo una visión dinámica, vital, de los bienes que se conservan. Los museos no son "mausoleos", son "fábricas" de cultura, conocimiento y placer. Y para actuar en ese sentido es necesario que puedan abrirse al diálogo con las nuevas sensibilidades que van apareciendo en el tiempo. En consecuencia, está claro que abrirse a los artistas de hoy, artistas con una solidez y trayectoria reconocidas, es una de las vías más sugestivas para abrir las colecciones museísticas a las nuevas sensibilidades.
Lo que resulta decisivo, en cualquier caso, es lo que plantea la segunda cuestión: ¿cómo, de qué maneras, realizar esa apertura? El criterio básico no puede ser otro que el del respeto. Respeto, en las intervenciones, a lo que fija la misión y objetivos de cada museo, así como a las características de sus colecciones. Es completamente inaceptable utilizar colecciones y museos meramente como simples cajas de resonancia, con fines propagandísticos. Y si se parte del respeto, lo que también hay que buscar es que esas intervenciones sean lo suficientemente serias, elaboradas y profundas como para poder mantener un diálogo estético, conceptual y poético con las colecciones de la más alta intensidad posible. Hay que exigir que las intervenciones estén a la altura de las circunstancias. No cualquier cosa puede entrar en las salas de museos que guardan bienes patrimoniales de un valor contrastado por el paso del tiempo. En definitiva: museos abiertos, respeto y diálogo. 

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.119, 21 de diciembre de 2013, p. 23.

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