Queridas amigas, queridos amigos:
Novedad en el horizonte de actividades, el próximo día 17 se inaugura la exposición de la artista mexicana Gina Arizpe LO QUE NO SE VE, comisariada por mí... Espero que podáis pasar a verla...
La exposición que acaba de presentarse en el Museo Lázaro Galdiano, aunque no nos transmite una visión completa de su trabajo, sí nos permite una atención concentrada en su obra artística. En ella se presentan 84 obras, casi todas de medio o pequeño formato. Se trata sobre todo de fotografías, junto a una serie de dibujos recientemente descubiertos y ahora en su mayoría expuestos al público por primera vez. Hay también un conjunto de diarios y cuadernos con trazos elaborados con lápiz y tinta china, así como una única pintura de pequeño formato. Es toda una ocasión para situar la relevancia de Dora Maar en el arte de nuestro tiempo.
De vuelta a París en 1926, la joven Henriette estudia arte y fotografía, adopta el pseudónimo de Dora Maar, y viaja a Barcelona y Londres. Se convierte en amante de Georges Bataille en 1934. Conectó con los surrealistas en 1935, y firma panfletos con ellos. En 1935, Jean Renoir la contrató como fotógrafa para la película El crimen del señor Lange. En la presentación del filme vio por primera vez y conoció a Picasso, 26 años mayor que ella y ya un artista mundialmente famoso. Ella tenía 29 años y él 55. Más tarde volvieron a encontrarse en el café Les Deux Magots, donde iniciaron una relación amorosa. Ella estaba en la cima de su carrera, mientras que él salía de lo que describió como «la peor época de mi vida».
Aunque había empezado estudiando pintura, no le acababa de gustar plenamente, y así Dora Maar se dedicó al estudio de la fotografía y a su despliegue como trabajo artístico. Es algo que constituye el núcleo central de las piezas reunidas en la exposición, datadas entre 1933 y 1939. Lo que vemos en las mismas son especialmente ambientes urbanos, con vendedores y figuras ambulantes. También imágenes tomadas en sus viajes en torno al mar. Y después de su encuentro con Picasso, imágenes personales del mismo junto a otras que documentan la elaboración del Guernica. Y no sólo Picasso, hay también dos expresivas imágenes de personas muy relevantes en el ámbito de la cultura: un retrato de Frida Kahlo, datado en torno a 1934, y ya mucho más tarde: en 1949, otro de Jean Cocteau.
Para sus fotografías utiliza las técnicas del foto-collage y del desenfoque, lo que le permite mezclar e insertar representaciones de carácter diverso. En mi opinión, es en esta línea donde se sitúa lo más decisivo de su trabajo artístico, pues en las mismas se nos transmite una visión interior y profunda de todo lo que aparece, llevándonos a mirar lo más hondo de lo que constituye el escenario de nuestras experiencias. Considero que una de las piezas más expresivas de todo ello es Sin título (Mano-marisco) (1934), en la que vemos cómo una hermosa mano femenina brota de una concha de marisco, y de ella se presenta en la muestra una copia moderna.
Dora Maar decidió volver a la pintura a partir de 1935, tras el encuentro con Picasso, quien la animó a continuar con ello, y a lo que dedicó buena parte de los últimos años de su trayectoria. Sus pinturas están también caracterizadas por la mezcla y la superposición de imágenes, en lugar de la figuración tradicional. Predomina en ellas la impronta de la interrogación surrealista. En la muestra vemos una pequeña pintura: Paisaje (sur de Francia) (c. 1957), en la que el cielo se superpone a un paisaje desértico. Y, desde luego, son particularmente atractivos los dibujos, junto a los cuadernos y diarios, que podemos ver también aquí, y que juegan con imágenes no figurativas con una impronta cubista.
* Dora Maar: fotografía y dibujos. Comisaria: María Millán. Museo Lázaro Galdiano, Madrid. Del 6 de junio al 14 de septiembre.
* Publicado en EL CULTURAL:
- Edición impresa, 27 de junio de 2025, pgs. 28-29.
- Edición online:https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250705/dora-maar-artista-derecho-propio-alla-picasso/1003743812783_0.html
David Hockney: El espejo de la pintura
El brillo y la oscilación de las imágenes en esta exposición en París que nos traza un recorrido profundo por la trayectoria de uno de los artistas contemporáneos más relevantes: David Hockney (nacido en Bradford, Inglaterra, el 9 de julio de 1937), intensamente activo incluso ahora, ya que este año alcanzará su 88 aniversario. El título de la muestra: David Hockney 25, es en sí mismo una síntesis de lo que en ella se plantea, un recorrido por los diversos elementos que constituyen su trabajo artístico, pero por su deseo expreso con una atención especial a sus últimos 25 años de actividad. Distribuida en los cuatro pisos de la Fondation Louis Vuitton, está articulada en 11 secciones que nos permiten apreciar los viajes e itinerarios, interiores y exteriores, del artista.
La primera sección: De
Bradford a Londres, traza su recorrido entre 1955 y 1963, desde la ciudad
donde nació a su instalación en Londres donde se traslada a finales de los años
cincuenta para estudiar en el Royal College of Art. En su inicio se sitúa el
retrato de su padre, una pintura figurativa datada en 1955. Lo que vemos es un
conjunto de pinturas, con una acentuada intensidad de colores, y que se
articulan entre el expresionismo y la figuración. Llaman la atención las
palabras escritas en ellas, con un gran formato y que son expresión o eco de
sus títulos.
La segunda sección: Londres –
París – Los Ángeles (1964-1998), nos sitúa ante un nuevo desplazamiento, desde su instalación
en Los Ángeles en 1963, después en París en 1973, y de nuevo en Los Ángeles
adonde volvería en 1978. El ambiente del París artístico se mezcla con el de la
California soleada. Vamos viendo un impactante conjunto de paisajes, exteriores
e interiores, y al final con una gran relevancia de los paisajes naturales.
Siempre con mucha intensidad y diálogo de colores. Y llaman la atención dos
retratos dobles, de gran formato, realizados en 1968 y 1971.
La tercera sección: Retorno a
Yorkshire (1997-2013),
tiene que ver con la decisión de Hockney de situarse a fines de los años
noventa en su región natal, sin dejar de tener estancias temporales en Los Ángeles. Se organiza con un
conjunto de representaciones de los paisajes de esa región, situada en el norte
de Inglaterra. Estamos ante pinturas de grandes dimensiones, en ocasiones
ensambladas, donde podemos apreciar las fluctuaciones de los colores en las
representaciones de los ambientes rurales. Hockney retorna a las técnicas
tradicionales, utilizando acuarela, óleo y carboncillo, y de modo decisivo la
realización de la pintura a cielo abierto. Simultáneamente, recurre también a
la fotografía y la informática. Y llama la atención un conjunto de acuarelas dispuestas
en mesas circulares.
La cuarta sección: Retratos y
flores (2000-2025),
reúne un amplio conjunto de retratos figurativos de personas, realizados con
óleo o acrílico sobre lienzo, dibujos con carboncillo y lápiz de color, y
también otro conjunto de dibujos de flores, retratos y autorretratos hechos con iPad, impresos sobre papel y montados sobre
aluminio. Se trata de obras creadas en California, Yorkshire, Normandía y
Londres durante los últimos 25 años. Hockney sigue utilizando los pinceles,
pero desde 2008 comenzó a usar el ordenador, y después el iPhone y el iPad
desde su aparición.
27th March 2020, No. 1. iPad drawing printed on paper, 364.1 x 521.4 cm.
La quinta sección: Cuatro años
en Normandía (2019-2023), coincide con el período de confinamiento por la Covid, en el
que Hockney se encierra en una casa que había comprado en Normandía. Allí
desarrolla una serie: 220 por 2020, Normandía sobre un iPad, con una
gran variedad de temas cercanos y lejanos. Vemos los paisajes con árboles, las
casas rurales, los árboles, las flores, así como el ambiente nocturno, la luz
sobre fondo azul y de modo continuo imágenes de la luna, en la serie Moon
(2020).
En
unión con lo anterior, la sección sexta: Normandía reúne una serie de pinturas de acrílico
con representaciones de los espacios donde se situaba su vivienda. Vemos en
ellas árboles, superficies con hierba, estanques y movimientos luminosos de las
luces, así como imágenes blancas o grises de las nubes en el cielo. Y también
imágenes exteriores de viviendas, así como un interior con libros sobre una
mesa frente a una ventana. La sección séptima: El gran patio (2019), nos
lleva a una serie de 24 dibujos a tinta, con las vistas desde su casa en
Normandía, donde vivió con regularidad entre 2019 y 2023. Las imágenes se
despliegan en continuidad sobre cerca de 70 metros de largo, y en ellas vemos
árboles frutales o coches en el exterior de las casas.
Tras todo ello se suceden tres
últimas secciones, en las que se llega al final de la muestra. La primera tiene
dos componentes: La
gran pared (2000), en el que con un intenso
planteamiento documental se sintetiza la trayectoria de la pintura a lo largo
de 500 años por
medio de 18 paneles compuestos con fotocopias láser en colores. En el segundo: Diálogos
con los pintores, se presenta un conjunto de reproducciones artísticas
referenciales para Hockney, entre las que destacan imágenes de Fra Angelico,
Van Gogh, o Picasso y sus diálogos con ellas. Como complemento, un vídeo
permite apreciar la importancia para él de la música y la danza, y un paisaje
animado sobre 18 pantallas yuxtapuestas nos remite a la relevancia de la
naturaleza y sus movimientos.
En la segunda: Hockney pinta la ópera,
que tiene como referente su frase: “Necesitamos más de la ópera, es más grande
que la vida”, se nos muestra el apasionamiento continuo de Hockney por la
ópera, con una readaptación musical y visual de sus dibujos y decorados para
los montajes de diferentes óperas.
La
tercera sección Se sabe menos que lo que la gente piensa, nos sitúa ante
tres grandes pinturas que nos dan el tono y la relevancia de la situación actual de Hockney. La primera: Se sabe
menos que lo que la gente piensa, dialoga con Edvard Munch, a través de
imágenes sumamente expresivas y palabras inscritas: el título, el pasado, el
futuro, geografía, astronomía, e historia. La segunda, también con el mismo
título, dialoga con William Blake a través de imágenes y palabras superpuestas.
Y ya el desenlace, con otro autorretrato: Obra dentro de una obra dentro de
una obra y yo con un cigarrillo (2024-2025), que nos refleja cómo se ve hoy
a sí mismo en el jardín de su casa fumando y pintando.
David
Hockney: el espejo profundo de la pintura, la naturaleza y las figuras humanas.
Como él mismo reconoce en una entrevista en los materiales de la exposición, la
pintura es la fuente profunda de todo lo que hace, eso sí utilizando a la vez
soportes fotográficos y sobre todo digitales, como el iPad. En definitiva, a
través de su obra la pintura permanece viva y muy activa, abierta hacia los
nuevos soportes y horizontes que marca el flujo de la vida y el tiempo.
* David Hockney:
25 [El Alma Tiembla]. Comisariado: Suzanne Pagé, Sir Norman
Rosenthal y François Michaud. Fondation Louis Vuitton, París. Del 9 de abril al
31 de agosto de 2025.
* Publicado en EL CULTURAL:
- Edición impresa, 9 de mayo de 2025,
pgs. 34-35.
-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250513/david-hockney-celebra-fiesta-piscina-fundacion-louis-vuitton-paris/1003743743224_0.html
Las formas en el paso del tiempo
Es importante tener en cuenta la historia y las
características del lugar institucional donde se presentan sus intervenciones,
ya que el Patio Herreriano era el patio procesional del antiguo Monasterio de
San Benito el Real, construido en Valladolid entre 1596 y 1665, y se inauguró
como centro de arte en 2002. Para ello, lógicamente, hubo que realizar toda una
serie de adecuaciones y transformaciones de los espacios.
Es en ese trasfondo donde Juan López sitúa, de
nuevo, el signo de interrogación acerca de los espacios arquitectónicos que
constituye una de las claves centrales de su trayectoria. En esta ocasión,
interviene escultóricamente en la Capilla y con un gran fresco mural disperso
en la Sala 9. Escultura adherida y pintura mural, como ejes expresivos de sus
intervenciones en los espacios.
En la Capilla, explorando el ritmo de los arcos
sometidos a una intensa remodelación en el devenir histórico, Juan López juega
con el paso del tiempo en lo que vemos, colocando un conjunto de cerchas de
carácter industrializado y neutral, con textura similar a la de la mampostería
de la Capilla. Con ello, establece un contraste entre la idea de originalidad
de los espacios arquitectónicos prestigiosos y la extensión de lo homogéneo y
estandarizado en tantas construcciones actuales. En otros términos: ¿de dónde
venimos… y a dónde vamos…? A través de su intervención, Juan López introduce la
mirada de la arqueología en la contemplación y experiencia del espacio
arquitectónico.
El eco de la arqueología está también presente en
su propuesta de la Sala 9. La pintura mural que se desplaza en las paredes
laterales de la Sala es la reverberación de un diálogo con el fresco original
que está en la luneta del muro del fondo. Según indica el propio Juan López, lo
que aquí pretende es trabajar “a la contra”: con chorros de arena sobre los
muros, que van levantando distintas capas de las paredes. Así se manifiestan
agujeros en la pared, parches de madera, tonos rosas y naranjas, y un continuo
fluyente de pintura amarilla mural: un conjunto de rastros de exposiciones
anteriores. Con todo ello, en las paredes brotan tonalidades imprevistas, zonas
vacías y representaciones perdidas en el paso del tiempo con formas que
dialogan con el mural de la luneta.
En definitiva, con Juan López además de fluir en el
espacio, fluimos también en el tiempo. Sus obras son una interrogación profunda
acerca de lo que vemos y cómo lo vemos, y con ello nos situamos en una
perspectiva radicalmente diferente a la invasiva homogeneidad de la imagen, a
la que estamos tan intensamente sometidos en el mundo de hoy. Su trabajo es
todo un ejercicio de escritura visual, a través del cual podemos
aprender y conocer mejor lo que supone el paso del tiempo y la experiencia de
la vida.
* Juan López: Un
tratamiento superficial. Patio Herreriano, Valladolid. Del 29 de marzo al 14 de septiembre.
* Publicado en EL CULTURAL:
-
Edición impresa, 11 de abril de 2025, pgs. 32-33.
-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250414/juan-lopez-nuevas-arquitecturas-antiguas-museo-patio-herreriano-valladolid/1003743700265_0.html
Ir al fondo de las cosas: eso es lo que nos plantea esta profunda exposición que establece un amplio recorrido por uno de los ejes centrales de las artes visuales: el color. En la muestra se presentan un amplio número de obras de los siglos XX y XXI, todas ellas de gran calidad y con una intensa fuerza expresiva, con el objetivo de mostrar la emancipación del color que, más allá de la línea y la forma, habría alcanzado su completa autonomía en el transcurso del siglo XX.
Su título: Lo tienes que ver, responde a lo que escribió Walter Benjamin en un texto de 1915: “El color debe ser visto”, que se reproduce en la pared de una de las salas. El recorrido nos lleva por una significativa selección de obras “abstractas”, un término que yo sustituiría por “no figurativas”, y que se expandió a lo largo del siglo XX desde el mundo anglosajón, con la voluntad de expresar una nueva época del arte, a diferencia los planteamientos tradicionales.
En mi opinión, el arte en sus planteamientos tradicionales, clásicos, tiene un halito intensísimo de abstracción, y siempre señalo como uno de los ejemplos más explícitos de ello el gran cuadro Las Meninas, de Velázquez, que desde su dimensión figurativa tiene una fuerza y significado de abstracción sumamente intensos.
Dicho esto, lo verdaderamente relevante que la exposición nos transmite es cómo el color en sí mismo, su utilización, llega a alcanzar una relevancia y expansión intensísimas a lo largo del siglo XX. Podemos apreciar esa nueva centralidad a través de los primeros experimentos de Kazimir Malévich, que se consideran el punto de partida de la narración elaborada.
Especialmente significativa es la obra de grandes dimensiones de Ad Reinhardt: Pintura abstracta (1953), óleo intensamente negro que cubre plenamente el lienzo que le sirve de soporte. Y se nos sitúa como “desencadenante” lo que Rudolf Arnheim escribió en 1974: ““Hablando en términos estrictos, todo aspecto visual debe su existencia a la luminosidad y al color.” El color como centro de la escena en las artes visuales.
Así nos vamos encontrando con un gran conjunto de obras reunidas, con piezas de Olafur Eliasson, Rosa Brun, Yves Klein, Lucio Fontana… Junto a ello, nuestra mirada se abre al carácter transversal y multidisciplinar que va adquiriendo el arte de nuestro tiempo, pues junto a pinturas, esculturas y obras sobre papel, también se incluyen piezas de cine y de vídeo, e intervenciones o instalaciones como la de Felipe Pantone, la cromosaturación de Carlos Cruz-Diez o la lluvia e instalación de pigmento azul de Yves Klein. Hay que destacar una película de Derek Jarman y la fotografía de Wolfgang Tillmans, así como también cerámicas, entre las que destacan las de Richard Deacon, y las obras textiles de Sheila Hicks o Teresa Lanceta.
De gran interés e importancia es lo que tiene en su interior el espacio cerrado de un gabinete o cámara de maravillas, en alemán: Wunderkammer. Dedicado a “los primeros teóricos del color de los siglos XVIII y XIX”, con referencias a Goethe, Turner, o Carl Runge, contiene todo un conjunto de materiales que nos transmiten la historia y el uso del color, así como documentos, entre ellos los que hablan de las injusticias históricas unidas al color de la piel.
De una calidad excepcional es lo que contiene otro pequeño espacio cerrado: la instalación inmersiva Coloramas elaborada por Santaella Lab y los comisarios de la exposición, con un análisis profundo de los fundamentos físicos del color. A través de un vídeo que se proyecta en un conjunto de pantallas envolventes, vamos al fondo de la interrogación acerca de lo que es un color. Y me quedo con esta síntesis, que ahí aparece: “En realidad, el color no existe. Es el resultado de una experiencia perceptiva en la que la luz es captada por las células foto-receptoras de la retina, llamadas conos y bastones, transformándose en impulsos eléctricos que el cerebro reconoce como colores”.
Para mí, la mejor respuesta a esta cuestión teórica la podemos encontrar en el pensador Ludwig Wittgenstein, también presente en los planteamientos de la exposición, y que escribió todo un conjunto de textos escritos sobre el color en las últimas jornadas de su vida. Wittgenstein escribió: “Yo no veo que los colores de los cuerpos reflejen luz en mi ojo.” Y de ahí, remite la cuestión a su concepción de los juegos de lenguaje, un concepto que articula en referencia a los distintos tipos de lenguaje que, como si fueran una familia, constituyen un juego.
Según Wittgenstein, cuando tratamos de nuestras experiencias con los colores nos estamos situando en un juego de lenguaje en el que asumimos que los términos que usamos tienen un sentido: “en realidad lo único que queremos es concebir «El rojo existe» como el enunciado: la palabra «rojo» tiene significado.” Pero, además, los significados de los colores dependen de los contextos del juego de lenguaje, no son unívocos ni homogéneos. Considero que ahí se sitúa la dimensión más profunda a la que nos lleva esta magnífica exposición: los colores como lenguajes, como juegos de lenguaje, como soportes expresivos, abiertos en sus dimensiones y características formales.
* Lo tienes que ver. La autonomía del color en el arte abstracto. Comisariado: Manuel Fontán y María Zozaya. Fundación Juan March, Madrid. Del 28 de febrero al 8 de junio.
* Publicado en EL CULTURAL:
-
Edición impresa, 14 de marzo de 2025, pp. 30-31.
-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250319/kazimir-malevich-olafur-eliasson-artistas-hicieron-color-religion/930407278_0.html
Rafael
Canogar: Los sueños de la pintura
El
título de la muestra: “[I]Realidades”, nos plantea ya en sí mismo la cuestión
que suscita la forma de entender el arte en Canogar: ¿qué tenemos antes nuestra
visión, realidades o irrealidades plasmadas plásticamente…? Es un buen punto de
partida, porque en sus obras pictóricas no encontramos representaciones
figurativas, sino despliegues de color y de luz que interrogan lo que vemos y
cómo vemos.
Los
cinco “capítulos” se estructuran con los siguientes rótulos:
(1) “Naturaleza que me has conmovido", (2) “Circa 1957. La materia y el
signo: el arte otro", (3) "Abstracciones y construcciones
desde los ochenta", (4) “Circa 1968. Realeza secreta del dolor”, y (5)
“Klee y Miró, mágicos”.
Unas referencias concretas
determinan los capítulos (1) y (5), que marcan el inicio y el final del
recorrido. En el primer caso se trata de un pequeño óleo sobre madera, de 1949:
Jardín de Vázquez Díaz, en el que vemos el jardín de quien fue su
maestro, toda una clave para entender los inicios de su trayectoria. En el
segundo, nos encontramos con tres cuadros, también de pequeño formato, dos de
ellos de 1954 y otro de 1955. Según escribió Canogar: “Klee y Miró me dieron el
apoyo para adentrarme en el mundo de la abstracción expresionista”. Es decir:
ahí se sitúa una de las referencias claves para la fijación de su horizonte
artístico.
Los otros tres capítulos: (2), (3)
y (4), condensan un conjunto de obras, que marcan los pasos que ha ido dando
desde 1957 hasta ahora mismo, con piezas datadas en 2024. Canogar desempeñó un
papel fundamental en la creación y desarrollo del grupo artístico “El Paso”
(1957-1960), abriendo desde entonces una concepción de la pintura que va más
allá de la figuración descriptiva haciéndonos ver lo que habitualmente no
vemos.
Como podemos percibir en las
hermosas pinturas aquí reunidas ese procedimiento tiene como clave central las
apariciones y los juegos de la luz, a través de las superposiciones de masas
pictóricas y colores. En un texto publicado en 1959, el propio Canogar indicó:
“En mis pinturas, la forma cede su puesto a la luz, que la baña en sus partes
salientes, creando imágenes que surgen de la oscuridad.” Desde entonces, y como
alternativa a la figuración descriptiva, sus obras se articulan a través de una
metamorfosis de las formas determinada por la luz.
El capítulo (4), que nos remite
al entorno de 1968, con todas las transformaciones sociales y políticas que
tuvieron lugar en aquel tiempo, nos permite apreciar el vuelo intenso de la
pintura de Canogar, que rompe todos los límites cerrados. Además de una pintura
al óleo: La Parturienta (1974), vamos teniendo ante nuestra mirada
diversas piezas que conjugan los relieves pictóricos con la pintura plenamente
negra, con lo que se subraya la profunda agitación que se vivía. Es casi como
un grito: “¡Salvemos la humanidad…!” Y también en este contexto hay una pieza
escultórica, con pliegues de madera de nogal, que Canogar realizó en 2021: Homenaje a los caídos por la COVID-19.
El capítulo (3): "Abstracciones
y construcciones desde los ochenta", nos lleva a un conjunto de obras
pictóricas de una calidad excepcional, de las que se quedan para siempre
marcadas en tu interior. Entre ellas, destaco personalmente la pintura al óleo
sobre lienzo, de gran formato, Nocturno urbano 1-90 (1990). La dimensión
matérica desempeña un papel esencial en la búsqueda pictórica de Canogar. Y
decisivo es cómo podemos ir apreciando, hasta en las piezas más recientes, la
utilización en sus pinturas de los soportes plásticos, con el despliegue masivo
del acrílico y el empleo del metacrilato como soporte directo. Con ello se
alcanzan importantes efectos de transparencia y de reflejo: al mirar tú mismo
te ves en el fondo de las obras.
Aquí es oportuno llamar la
atención acerca de Viento (2023), una pintura con acrílico sobre
metacrilato, en la que vemos oscilar unas barras de colores cambiantes sobre un
fondo negro, que en sí mismo es todo un espejo de visión.
En definitiva, Canogar nos conduce hacia una visión lo más completa posible, en busca en todo momento de la verdadera profundidad de la visión. Lo que ahí vemos nos puede llevar más allá de lo que vemos: como alternativa a la figuración descriptiva, el mundo interior, el otro mundo, la metamorfosis de las formas… A eso nos lleva Canogar, a la pintura como sueño de las formas.
* Rafael Canogar: [I]Realidades
[Obras 1949-2024]. Comisario: Alfonso de la Torre. CentroCentro,
Madrid. Del 30 de enero al 18 de mayo.
* Publicado en EL CULTURAL:
- Edición impresa, 7 de febrero de 2025, pgs. 26-27.
-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250211/rafael-canogar-pintor-inmenso-despliega-toda-luz-arte-abstracto/922408084_0.html
Carlos León: El jardín de la visión
En la exposición todas las piezas son pintura, el
ámbito donde Carlos León ha situado desde sus inicios el núcleo de su actividad
artística. Se han reunido 17 de gran formato, en las que vemos flotar los
desplazamientos de colores elocuentes que atrapan nuestra mirada. Distribuidas
en las diversas salas de la galería, trazan un itinerario, un viaje, en lo que
viene a constituir todo un jardín de gran resonancia.
El título de la muestra: «the wrong garden» [«el
jardín equivocado»], coincide con el de un impresionante libro sobre el
artista, cuya presentación pública tuvo lugar el pasado mes de diciembre en
Segovia, donde se había elegido unos meses antes a Carlos León como “hijo
adoptivo de la provincia”.
En un texto en el inicio de ese libro, Carlos León
subraya su frecuente utilización del sustantivo jardín en los títulos de sus
cuadros, y sitúa “el jardín como Lugar real en el que tienen lugar, y
fructifican, los encuentros entre los silenciosos trabajos de la Naturaleza,
sus enraizamientos, brotes, floraciones y desarrollos, con los de la
inteligencia, la razón, el cálculo, la geometría y la musicalidad… pero espacio
significante, al mismo tiempo, sobre el que proyectar ideas estéticas,
experiencia cultural y, en su desarrollo: Arte.”
Lo que así nos proyecta es todo un viaje, personal
y estético, que a lo largo de los años buscaba situar en su pintura ese jardín
ideal añorado. Pero lo que resuena finalmente son los ecos de un tiempo final,
como subraya en las últimas líneas de ese texto: “y al cabo de esos años, aquí
lo confieso, descubro que no he hallado ese jardín, sino otro, ya en los
dominios que conducen al encuentro con mi amada Perséfone, y al que pongo por
nombre «the wrong garden» o, dicho de otro modo, «the wrong fandango»: la danza
del destino, la de la Muerte con la Vida.”
Es decir, la expresión «the wrong garden» nos
remite a un baile abierto que nos lleva desde la vida a la muerte, trazando un
viaje en el tiempo en el que la voluntad de plasmar una visión profunda de los
ámbitos y ecos naturales como espejos y proyección de la interioridad humana y
su proyección en el deseo, el pensamiento y la identidad, a través de todo lo
cual Carlos León forja la articulación de sus obras pictóricas.
Sus obras configuran un lenguaje plenamente expresivo, ya que sus colores hablan, nos llevan a las resonancias del mundo interior, a los ecos de la sensibilidad, y a la iluminación de lo inconsciente. Desde que en 1966 se inició en la pintura, Carlos León ha ido siguiendo un firme itinerario. Artista viajero, mantuvo largas estancias en París y en Nueva York, que fueron decisivas para su síntesis de las raíces hispánicas y las modulaciones internacionales del arte. Y ahí sigue, en su «postmadurez». En mi opinión, es uno de los artistas más relevantes de nuestro tiempo.
* Carlos León: the
wrong garden. Galería Albarrán Bourdais, Madrid. Del 11 de enero al 15 de febrero.
* Publicado en EL CULTURAL:
- Edición impresa, 31 de enero de
2025, pg. 31.
-Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250209/carlos-leon-pintor-esconde-jardines-yemas-dedos/919658550_0.html