domingo, 6 de julio de 2025

Dora Maar: imágenes activas 


Avanzar en la comprensión del arte, en las situaciones y características del trabajo de los artistas, no es siempre una cuestión fácil o sencilla. Algo así es lo que ocurre con la figura de Dora Maar, una artista que ya se había labrado un nombre en el ámbito de la vanguardia artística y que llegó a encontrar un eco importante en el ámbito del Surrealismo… pero lo habitual es recordarla casi exclusivamente por su vínculo amoroso y artístico con Picasso.

La exposición que acaba de presentarse en el Museo Lázaro Galdiano, aunque no nos transmite una visión completa de su trabajo, sí nos permite una atención concentrada en su obra artística. En ella se presentan 84 obras, casi todas de medio o pequeño formato. Se trata sobre todo de fotografías, junto a una serie de dibujos recientemente descubiertos y ahora en su mayoría expuestos al público por primera vez. Hay también un conjunto de diarios y cuadernos con trazos elaborados con lápiz y tinta china, así como una única pintura de pequeño formato. Es toda una ocasión para situar la relevancia de Dora Maar en el arte de nuestro tiempo.

Retrato de una joven con quimono (1933).

El verdadero nombre de Dora Maar era Henriette Theodora Markovitch, nacida de madre francesa y padre croata (arquitecto famoso) en Tours el 22 de noviembre de 1907, y fallecida en París el 16 de julio de 1997. La familia viajó a Buenos Aires en 1909 por motivos profesionales, y así ella pasó su infancia en Argentina.

De vuelta a París en 1926, la joven Henriette estudia arte y fotografía, adopta el pseudónimo de Dora Maar, y viaja a Barcelona y Londres. Se convierte en amante de Georges Bataille en 1934. Conectó con los surrealistas en 1935, y firma panfletos con ellos. En 1935, Jean Renoir la contrató como fotógrafa para la película El crimen del señor Lange. En la presentación del filme vio por primera vez y conoció a Picasso, 26 años mayor que ella y ya un artista mundialmente famoso. Ella tenía 29 años y él 55. Más tarde volvieron a encontrarse en el café Les Deux Magots, donde iniciaron una relación amorosa. Ella estaba en la cima de su carrera, mientras que él salía de lo que describió como «la peor época de mi vida».

Remendadores a la sombra de una barca en la Playa Gran de Tossa de Mar (1933).

Aunque había empezado estudiando pintura, no le acababa de gustar plenamente, y así Dora Maar se dedicó al estudio de la fotografía y a su despliegue como trabajo artístico. Es algo que constituye el núcleo central de las piezas reunidas en la exposición, datadas entre 1933 y 1939. Lo que vemos en las mismas son especialmente ambientes urbanos, con vendedores y figuras ambulantes. También imágenes tomadas en sus viajes en torno al mar. Y después de su encuentro con Picasso, imágenes personales del mismo junto a otras que documentan la elaboración del Guernica. Y no sólo Picasso, hay también dos expresivas imágenes de personas muy relevantes en el ámbito de la cultura: un retrato de Frida Kahlo, datado en torno a 1934, y ya mucho más tarde: en 1949, otro de Jean Cocteau.

Mujer con capa (1939).

Para sus fotografías utiliza las técnicas del foto-collage y del desenfoque, lo que le permite mezclar e insertar representaciones de carácter diverso. En mi opinión, es en esta línea donde se sitúa lo más decisivo de su trabajo artístico, pues en las mismas se nos transmite una visión interior y profunda de todo lo que aparece, llevándonos a mirar lo más hondo de lo que constituye el escenario de nuestras experiencias. Considero que una de las piezas más expresivas de todo ello es Sin título (Mano-marisco) (1934), en la que vemos cómo una hermosa mano femenina brota de una concha de marisco, y de ella se presenta en la muestra una copia moderna.

Sin título (Mano-marisco) (1934)

Dora Maar decidió volver a la pintura a partir de 1935, tras el encuentro con Picasso, quien la animó a continuar con ello, y a lo que dedicó buena parte de los últimos años de su trayectoria. Sus pinturas están también caracterizadas por la mezcla y la superposición de imágenes, en lugar de la figuración tradicional. Predomina en ellas la impronta de la interrogación surrealista. En la muestra vemos una pequeña pintura: Paisaje (sur de Francia) (c. 1957), en la que el cielo se superpone a un paisaje desértico. Y, desde luego, son particularmente atractivos los dibujos, junto a los cuadernos y diarios, que podemos ver también aquí, y que juegan con imágenes no figurativas con una impronta cubista.

El despliegue de la trayectoria vital y artística de Dora Maar estuvo, sin duda, muy determinado por su relación con Picasso, quien la maltrataba físicamente. Su relación amorosa terminó en 1943, aunque volvieron a verse esporádicamente hasta 1946. A partir de 1945 fue psicoanalizada por Jacques Lacan, y posteriormente ingresó en el hospital de Sainte-Anne.

Después de su ruptura sufrió una gran depresión, se volvió muy católica, y vivió recluida en París y Manerbes… Solitaria hasta su fallecimiento en 1997, Dora Maar encontró su núcleo de apoyo en la creencia religiosa, y siguió trabajando en los ámbitos de la fotografía, la pintura y los dibujos, que en algunos casos se han ido recuperando. Aunque, sin duda, la expresividad de los años treinta del siglo pasado se había ido perdiendo.



* Dora Maar: fotografía y dibujos. Comisaria: María Millán. Museo Lázaro Galdiano, Madrid. Del 6 de junio al 14 de septiembre.

* Publicado en EL CULTURAL:
- Edición impresa, 27 de junio de 2025, pgs. 28-29.

- Edición online:https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20250705/dora-maar-artista-derecho-propio-alla-picasso/1003743812783_0.html 

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