El sueño de la Antigüedad
Las exposiciones consistentes nos permiten siempre viajar en el tiempo, a través de signos, trazas e imágenes que desde fuera nos llevan a nuestra interioridad. Esta exposición: Pompeya, cumple plenamente ese objetivo, llevándonos a una experiencia directa de lo que fue la vida en aquella ciudad y su destrucción por la erupción del Vesubio. Ese acontecimiento tuvo lugar el año 79 d. C., y por una carta de Plinio el Joven (61-h. 112 d. C.) al historiador Tácito (56-120 d. C.) se fijó en el 24 de agosto, aunque últimamente los descubrimientos arqueológicos plantean que tuvo lugar el 24 de octubre de ese año.
Los restos humanos encontrados en Pompeya por los arqueólogos se cifran en algo más de mil, aunque se calcula que pudo haber hasta unas tres mil muertes provocadas por la erupción. Dado que la población entonces de la ciudad se estima en torno a los 15.000 habitantes, los arqueólogos consideran que la mayor parte de los pompeyanos pudieron marcharse antes o durante la erupción.
Las excavaciones arqueológicas de Pompeya tuvieron su inicio en 1748, diez años después de las de Herculano, bajo el mandato de Carlos III, entonces rey de Napóles. Y desde entonces ese largo proceso de recuperación ha tenido una continuidad constante, hasta ahora mismo. Las visitas a Pompeya, con sus ámbitos de vida conservados, han ido permitiendo una experiencia fascinante de retorno en el tiempo, de experiencia de la vida en una ciudad romana que la erupción volcánica dejó en un impresionante estado de conservación bajo las cenizas del tiempo.
Y es que lo que uno encuentra en Pompeya es, de verdad,
impresionante. Ya en 1817, en el texto de su Viaje en Italia, Goethe lo sintetizaba así: “Una ciudad, antes
cubierta por la lluvia de piedras y de cenizas, después excavada y saqueada,
anuncia en todo un pueblo un gusto por las artes y la pintura del que el
aficionado con más pasión no tiene hoy la idea, ni tampoco el sentimiento y la
necesidad.”
Pompeya era una ciudad multiétnica, relativamente cercana a Roma, cuya prosperidad tenía su base en la actividad comercial. Además de los lugares públicos: templos, anfiteatro, calles llenas de tiendas comerciales, termas, e incluso prostíbulos. Había también mansiones o villas de las familias pudientes con una estructura arquitectónica de gran belleza y con frescos y mosaicos de una calidad excepcional. Todo ello queda fijado en la mirada cuando recorres el itinerario del recinto arqueológico, sin duda uno de los mejor conservados en la historia de la humanidad, debido a la erupción del Vesubio y al gran trabajo desarrollado durante siglos por los arqueólogos y los historiadores de la Antigüedad clásica.
Y ahora esta exposición en París nos lleva a Pompeya desde dentro, con una puesta en escena
que, gracias a las técnicas digitales, nos permite viajar interiormente en el
tiempo, respirar la vida cotidiana en aquella ciudad dormida en el sueño de las
cenizas.
La muestra ha sido organizada por un equipo en el que,
aparte de empresas y diversas organizaciones, hay que destacar al comisario
Massimo Osanna (Director General del Parque Arqueológico de Pompeya, un puesto
que parece va a dejar pronto para convertirse en Director General de los Museos
de Italia), al escenógrafo Sylvain Roca, y al realizador de las producciones
audiovisuales Olivier Brunet. En síntesis, el proyecto se despliega con tres
ejes de atención: Recorrido inmersivo, Tesoros arqueológicos, y Nuevos
descubrimientos.
El recorrido inmersivo supone que entrando en los espacios
expositivos encuentras una reconstrucción del trazado de las calles pompeyanas,
algo que se acentúa con las proyecciones de imágenes. Con estas, con las
proyecciones, experimentas un ir y venir entre
sombras. La tuya se mezcla con las que se proyectan en los muros:
habitantes de Pompeya, soldados y gladiadores, y también con las de los
arqueólogos realizando su trabajo.
Así, vas recorriendo las calles, viendo inscripciones en los
muros, graffitis. Vas entrando en casas y tiendas con sus mostradores, en
lugares de esparcimiento y de convivencia pública. Y tu mirada se fija en los
moldes de los cuerpos fijados por la erupción, y también en los amuletos, en
los talismanes, en las esculturas, los frescos y los mosaicos, recuperados por
los arqueólogos, entre los cuales hay nuevos descubrimientos de gran
importancia. Todo ello nos permite apreciar las raíces de muchos aspectos de
nuestras vidas actuales a lo largo de los siglos.
Y en ese recorrido llega un momento en el que ves y vives la
erupción del Vesubio a través de la proyección de imágenes: el estallido y el
fuego que se alza desde la cumbre del volcán, y como consecuencia la lluvia de
gases, cenizas y piedras que caen sobre los que allí estaban y también sobre ti
en el filtro de la imagen.
No puedes dejar de pensar en todas esas muertes violentas,
en la destrucción implacable de tantas vidas abiertas. Pero así son las cosas:
formamos parte de la naturaleza, que tiene sus leyes y que debemos cuidar con
la máxima atención. Pompeya sigue viva, en la memoria, en los restos e imágenes
recuperados y conservados. Un impresionante registro de la belleza de la vida
en su perduración.
* Pompéi. Comisario: Massimo Osanna. Grand Palais,
París. Del 1 de julio al 27 de septiembre de 2020. Con acceso digital a través
de la web del Grand Palais: https://www.grandpalais.fr/fr/expo-pompei-chez-vous
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