En busca de la buena forma
¿Es posible en un tiempo como
el nuestro, en el que la expansión de la tecnología ocasiona una producción e
irradiación de todo tipo de imágenes, encontrar claves y criterios para fijar
“la buena forma”, para producir imágenes que transmitan equilibrio y armonía de
manera universal…? A lo largo del siglo XX, las corrientes “constructivistas”,
y de un modo destacado el neoplasticismo, con Piet Mondrian y Theo van
Doesburg, o el suprematismo, con Kazimir Malévich, situaron esa cuestión como
eje de su actividad. Y lo hicieron a partir de las modulaciones de las líneas y
figuras geométricas, en síntesis con una indagación que buscaba despojar a los
colores de mezclas y adherencias para así poder alcanzar su esencialidad.
Cuadrado a partir de nueve restángulos (1944).
Acrílico sobre lienzo 36,2 x 36,2 cm. Harvard Art Museums - Fogg Museum.
La excelente muestra
organizada por la Fundación Juan March sobre el polifacético creador suizo max
bill (1908-1994), quien escribió siempre utilizando sólo minúsculas siguiendo
el criterio establecido por la Bauhaus, permite profundizar en el eco y
resonancia de esas cuestiones. A través de una cuidada selección de 170 obras y
documentos, la exposición nos permite acceder al conocimiento del amplísimo
radio de actividades de una de las figuras centrales de esa línea constructivista
y su impacto en lo que se denominó “arte concreto”, en cuyo desarrollo max bill
tuvo una importante influencia tanto en España, particularmente en el ámbito de
la arquitectura, como en América Latina. La muestra se completa con un
magnífico catálogo, muy bien concebido y editado.
Construcción simultánea de dos sistemas progresivos (1945-51).
Óleo sobre lienzo, 145 x 201 cm. Colección particular. Cortesía Annely Juda Fine Art.
El proceso de formación de
max bill fue a la vez plural y disperso. Comenzó a estudiar orfebrería, en
1924, en la Escuela de Artes Aplicadas de Zúrich, de donde fue expulsado en
1927. Entre abril de ese año y octubre de 1928, se establece en Dessau,
matriculándose en la Bauhaus, donde sigue las clases de Josef Albers, László
Moholy-Nagy, Oskar Schlemmer, Vasily Kandinsky y Paul Klee, entre otros. Son, a
la vez, años de viajes por Europa, en los que descubre la arquitectura de Le
Corbusier y va centrándose en su formación como arquitecto, diseñador y pintor,
aunque al margen de los planes de estudio regulares, en una línea
individualista y de síntesis de disciplinas diferentes. El inicio de su
trayectoria creativa se puede situar en 1929, cuando se establece en Zúrich,
con el propósito de dedicarse al diseño gráfico, al arte y a la arquitectura. En
1950, sus ideales de un nuevo sistema de síntesis de las artes, y
consecuentemente de su enseñanza, se concreta con la constitución, a su cargo, de
la Escuela Superior de Diseño en la ciudad alemana de Ulm.
Ya en los años treinta, y
siguiendo los pasos de Piet Mondrian, Georges Vantongerloo, Antoine Pevsner y
Vasily Kandinsky, max bill sitúa su trabajo en la línea del “arte concreto”,
que en un texto publicado en 1949 caracteriza con los siguientes términos: “denominamos
arte concreto a aquellas obras de arte creadas a partir de sus propios medios y
leyes –sin apoyo externo en fenómenos o en su transformación, es decir, que no son
el resultado de un proceso de abstracción–.”
Mesa redonda-cuadrada (1950).
Madera y linóleo, 73 x 90 x 90 cm. Diámetro, 78 cm.
Uno de los aspectos de mayor
interés en la exposición es la presentación en unidad de obras de las diversas
disciplinas en las que max bill desarrolló su actividad. Y ello nos lleva a una
cuestión central: ¿dónde sitúa él “la buena forma” en esta era de multiplicidad
ilimitada de las imágenes…? En ningún caso en dimensiones o factores externos a
la representación, sino en los propios recursos creativos del arte concreto:
los colores, el espacio, la luz y el movimiento.
Superficie hexagonal en el espacio en el perímetro íntegro de la circunferencia (1953-1960).
Latón dorado, 30,5 x 39,5 x 27,5 cm. Kunstmuseum Winterthur.
Aunque max bill se
consideraba ante todo a sí mismo como un arquitecto, sus actividades se
desarrollaron igualmente en los ámbitos de la pintura, la obra gráfica, la
escultura, el diseño gráfico e industrial, la organización cultural, la escritura,
la docencia, e incluso la política. De cualquier modo, considerando su
trayectoria con la perspectiva que da el paso del tiempo, se puede afirmar que
todo ese amplio conjunto de actividades tiene un registro de unidad, que yo
situaría en su aspiración a alcanzar un dinamismo armónico, de equilibrio, en
el flujo de formas geométricas, colores y palabras, en su dinamismo propio. En
definitiva, educación visual y cultura del lenguaje y de las formas, como vías
que deben ir unidas para generar conocimiento y estimular la potenciación de
las cualidades humanas.
Quitar y añadir (1975).
Óleo sobre lienzo, 100 x 100 cm. Diagonal, 142 cm. max, binia + jacob bill stiftung.
En ese sentido, resulta
especialmente significativo lo que escribió en un texto: “unas palabras sobre
pintura y escultura”, publicado en 1947, y en el que tras rechazar el tópico de
que los pintores deben dedicarse sólo a lo suyo, pintar, y no a escribir o
teorizar, afirma: “el arte plástico es en última instancia filosofía
representada visualmente, moralidad configurada, de ahí que resulte
indispensable conocer cuál es la actitud moral en que se fundamenta la obra de
arte, y hasta qué punto la responsabilidad personal o la casualidad han sido el
impulso que ha desembocado en su creación.”
Queda así claramente
delimitado dónde se sitúa el impulso artístico hacia la plasmación de “la buena
forma”. En ningún caso se trata de un planteamiento meramente “formalista”, y
mucho menos decorativo. En la línea de trabajo constructivista, en las
propuestas de arte concreto, el núcleo se sitúa en un mandato moral y de
conocimiento: “la buena forma” es la forma que une a la humanidad, por su
carácter universal, por anteponer la forma y el bien comunes a los objetivos y
planteamientos particularistas, que son precisamente los que dividen y
ocasionan el conflicto.
* max bill; Fundación Juan March, Madrid, en colaboración con la max, binia +
jacob bill stiftung, y con el asesoramiento de Jakob Bill. Hasta el 17 de enero
de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario