Más allá del Pop
Autorretrato 04.3.81 b (1990).
Óleo sobre cibachrome montado sobre lienzo, 75 x 75 cm. Col. particular.
Siendo,
como es, uno de los artistas más relevantes de nuestro tiempo, resulta curioso
que Richard Hamilton (1922-2011) no haya alcanzado un reconocimiento público tan
masivo como otros artistas contemporáneos, por ejemplo Andy Warhol. Después de
una versión más reducida en la Tate Gallery de Londres, se presenta ahora en el
Museo Reina Sofía una exposición, magnífica, que permite el acceso más completo
a los muy diversos aspectos de su obra. Es una ocasión única, no se la pierdan.
Se suele
considerar a Hamilton como uno de los iniciadores, en Inglaterra, del Arte Pop.
Y, en ese sentido, se puede decir con plena razón que su collage de 1956 ¿Qué es lo que hace a los hogares de hoy en día tan
diferentes, tan atractivos? es una especie de
síntesis-manifiesto de lo que en las décadas posteriores este movimiento
desplegaría con intensidad: el eco, en el arte, de un mundo dominado y
configurado por la imagen y el consumo de masas. Además de las imágenes del
collage, que permiten apreciar el carácter homogéneo, repetitivo, de ese mundo
configurado en serie, es altamente significativo su título, directamente
extraído del lenguaje publicitario. La reproducción del collage se incluyó en
el catálogo de la exposición colectiva This
is Tomorrow [Esto es el mañana],
que se presentó en la Whitechapel Gallery de Londres entre agosto y septiembre
de ese año. El collage fue también utilizado para la elaboración de un cartel
en blanco y negro que anunciaba la exposición.
¿Qué es lo que hace a los hogares de hoy en día tan diferentes, tan atractivos?
(1956, reproducido por R. H. en 1992). Cibachrome, 26 x 25 cm. Col. particular.
Esa obra tan decisiva, y a la vez tan
temprana en la trayectoria de Hamilton, muestra con claridad su lúcida comprensión
de algo de gran importancia: a diferencia de la tradición clásica, el arte de
nuestro tiempo, y ya desde fines del siglo XIX, comparte el espacio de la
representación con las imágenes del diseño, la publicidad y los medios de
comunicación. La expansión de la tecnología moderna ha arrebatado al arte su
antigua exclusividad y posición hegemónica en el universo de la representación
sensible.
Segadora (n) [Reaper (n)] (1949). Aguafuerte, 27 x 36 cm. Kunstmuseum Winterthur.
No es extraño que las primeras obras de
Hamilton, en 1949, sean una serie de grabados con las imágenes de una máquina,
una segadora. Y que ese mismo año comience a ganarse la vida
realizando maquetas para exposiciones industriales. En 1952, se
convierte en profesor de diseño en la Central School of Arts and Crafts de
Londres, el mismo año en el que ve por vez primera una obra de Marcel Duchamp,
con quien acabaría teniendo una intensísima relación de colaboración y amistad,
y a quien siempre consideró su maestro. Tampoco es extraño que, como en
Duchamp, en Richard Hamilton el cuestionamiento interior de la aparente
familiaridad de las imágenes sea uno de sus motivos centrales.
Sin título [Untitled], 1 (2011). Impresión por inyección de tinta, 112 x 76 cm. cada una de las tres partes. Colección particular.
Hamilton mantuvo un diálogo continuo con las
oscilaciones de la imagen en el mundo moderno. Y también con las grandes figuras
artísticas del pasado y de su propio tiempo. En 2010 pudimos ver en el Museo del
Prado una excelente exposición en la que, en la estela de Las Meninas, rendía homenaje a la vez a Velázquez y a Picasso. Ahora,
en el Reina, podemos ver la que sería su última obra, un tríptico en gran formato
con impresiones digitales elaborado a partir de un encargo para ilustrar La obra maestra desconocida (1831), de
Honoré de Balzac, que en su momento también fue ilustrada por Picasso. Si en el
relato de Balzac los protagonistas son Poussin, Porbus y Frenhofer, además de
la bella novia de Poussin que desempeña un papel tan importante en el mismo, en
el tríptico de Hamilton aparecen Poussin, Courbet y Tiziano, y en un primer
plano el cuerpo tendido y desnudo de una hermosa joven con los ojos cerrados. Sobre
esta obra final, Richard Hamilton diría "Este es mi Étant Donnés", haciendo así explícito su homenaje a Duchamp y
la identificación de este tríptico final Sin
título (2011) con la última obra del artista francés.
Pin-up (1961). Óleo, celulosa y collage sobre papel, 122 x 81 cm. The MoMA, NY.
A lo largo de toda su trayectoria, la obra de
Hamilton se concibe y desarrolla en series, y por eso resulta coherente y
atractivo que las cerca de 270 obras reunidas en la exposición del Reina se
presenten agrupadas en 14 áreas temáticas. En ellas se despliega todo Hamilton. Y, de verdad, impresiona
la intensidad y variedad de su horizonte como artista. Podemos ver su atención
al mundo de la máquina, las diversas variantes del diseño, el lenguaje de la
publicidad y de los medios de comunicación, los trabajos en relación con
Duchamp, la arquitectura, el erotismo, la moda, la música pop, el cine, la
política, el interés por la naturaleza y los exteriores (con su curiosa
asociación de lo natural, los espacios abiertos, y la defecación, eso sí:
utilizando únicamente figuras de mujeres al representar el acto). Y también los
retratos, los autorretratos, y los interiores.
Este último aspecto es particularmente
significativo, pues si Hamilton afirmó que cada detalle de ese gran interior
que es Las Meninas, de Velázquez, "es
un testimonio de la historia de España", podría extenderse ese punto de
vista a sus propios interiores que, desde el collage de 1956, representan datos
centrales de la historia del mundo moderno. Podríamos así decir que los
interiores de Hamilton son una especie de actualización del género tradicional
de la pintura de historia en el mundo de hoy.
Trafalgar Square (1965-1967). Óleo sobre fotografía montada sobre tabla, 81 x 122 cm. Museum Ludwig, Colonia.
Que Hamilton desarrolle su trabajo en series
supone un diálogo y una afinidad implícita con las características de la imagen
en el mundo en el que vivimos. La imagen mediática, producida tecnológicamente,
se articula en todo momento en series, en las que la redundancia y la
repetición son fundamentales para alcanzar la mayor intensidad posible en su
recepción pública. Pero siguiendo también esa pauta, Richard Hamilton desvela
su marco de significación inmanente: la aparente diversidad es, en el fondo,
unidad. Sus series impulsan el contraste con la imagen producida
tecnológicamente, cuyo rasgo definitorio es, precisamente, una variedad, un
polimorfismo que, sin embargo, descansa sobre un plano de homogeneidad
estructural: la repetición. Las obras
de Hamilton, en su variación serial, actúan así como un reflejo invertido que
nos permite apreciar la raíz más profunda de la imagen mediática: aparentemente
siempre diversa, aunque en todo momento un eco o representación de lo mismo.
Man Ray, 27.10.1971. [Retratos Polaroid, Vol. 1]
Junto con ello, pienso que otra de las claves
más profundas del trabajo de Hamilton puede encontrarse en sus autorretratos y
en los retratos de sí mismo, con polaroid, que fue pidiendo a otros que le
hicieran. El punto de partida de esta serie fue una visita a Roy Lichtenstein,
en su estudio de Nueva York, el 16 de marzo de 1968. Después de esa primera
fotografía de Lichtenstein, Hamilton fue pidiendo retratos con polaroid en sus
encuentros con artistas y amigos, llegando a reunir, en un periodo de casi 33
años, 128 retratos. Es un signo de máxima lucidez. A través de sí mismo, que no
es siempre el mismo, Hamilton nos hace ver la
alteridad de la imagen. En el mundo en el que vivimos, la producción y el
control de la imagen son siempre de otros.
Muy lejos queda la ilusión del yo pensante y autónomo del racionalismo
cartesiano: ahora son los otros quienes determinan quién eres tú, cómo se te
ve, tu representación, tu imagen.
* Richard
Hamilton; comisarios:
Vicente Todolí y Paul Schimmel; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid,
del 27 de junio al 13 de octubre de 2014.
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