miércoles, 18 de mayo de 2016

Helga de Alvear

Pasión por el arte

Hay pasiones y pasiones. En esta época turbulenta, en la que la avaricia dominante despierta la pasión de acumular dinero, con movimientos especulativos y ocultaciones en paraísos fiscales, llama especialmente la atención un género de pasión que va literalmente en sentido contrario, convirtiendo intereses y bienes privados en bienes públicos. Es éste el caso de una mujer ejemplar: Helga Müller de Alvear, alemana de nacimiento y española por radicación, trayectoria, y matrimonio con el arquitecto Jaime de Alvear.
En España, Helga de Alvear sintió muy pronto una intensa pasión por el arte, y no ya sólo por el arte en la historia, sino por el arte de nuestro tiempo. Desde comienzos de los años sesenta, y con un importante contacto con Juana Mordó en cuya galería trabajaría décadas después, Helga de Alvear fue comprando obras de arte, aquellas que al verlas, según ha comentado en diversas ocasiones, despertaban en ella un deseo irresistible de tenerlas, de no perder el contacto directo con las mismas.

Helga de Alvear. 

Esa pasión de coleccionar arte acabaría dando lugar a la formación de una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes no ya sólo en España, sino en la escena internacional, y que en estos momentos llega a unas tres mil piezas. Aunque más allá del número, lo auténticamente relevante es la calidad de las obras: en la formación de su colección, Helga de Alvear no se ha dejado llevar en ningún caso por nombres, tendencias o modas, sino por un diálogo específico de su gusto artístico con las obras concretas. Y así, su colección es un auténtico horizonte del arte de nuestro tiempo, en su gran variedad de registros, soportes y técnicas.
Además de coleccionar arte, Helga de Alvear ha desarrollado un intenso trabajo como galerista de arte, una profesión que entiende como mediación decisiva entre los artistas y los públicos e instituciones interesados en sus obras. Un paso más en esa trayectoria, decisivamente marcada por su pasión por el arte, fue la constitución en 2006 de la Fundación Helga de Alvear, radicada en la ciudad de Cáceres, mediante un acuerdo con las instituciones públicas Junta de Extremadura, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Cáceres, y Universidad de Extremadura.

Fundación Helga de Alvear, Cáceres. 

En una nación como la nuestra, en la que la agresión fiscal a la cultura y las artes ha llegado a su punto máximo en la última legislatura, en la que ni se promueve ni existe una Ley de Mecenazgo, la existencia de la Fundación Helga de Alvear constituye todo un ejemplo. Una destacada colección particular de arte se dona a los ciudadanos, para el disfrute público, permitiendo así un enriquecimiento de un valor incalculable del patrimonio artístico y cultural de Cáceres, Extremadura y España. Y las instituciones públicas extremeñas, independientemente de su “color” político, colaboran en un proyecto que coloca el arte y la cultura, como bienes públicos, por encima de intereses particulares o partidistas.
Eso sí, a pesar de todo no ha dejado de haber contratiempos y problemas, en su mayor parte ocasionados por las restricciones presupuestarias en las instituciones y por la sorprendente falta de apoyo de las entidades financieras y empresariales. Todo ello ha ido produciendo problemas de gestión en la Fundación, que cuenta con una excelente pero muy reducida plantilla, así como retrasos en los planes previstos de ampliación de la sede que, por fortuna, se han resuelto últimamente. Los trabajos arquitectónicos, bajo la titularidad de Emilio Tuñón, han comenzado ya, y se  prevee que los nuevos espacios puedan inaugurarse en 2018.
No está de más señalar que, aparte de donar la colección, Helga de Alvear ha ido realizando aportaciones financieras que han ido permitiendo avanzar tanto en los planes de ampliación de los espacios, ampliación necesaria para poder conservar y exponer adecuadamente la colección, como en las actividades que, desde junio de 2010, se han ido realizando en los espacios de la llamada “Casa Grande”. Desde esa fecha, antes de las actuales “Idiosincrasia. Las anchoas sueñan con panteón de aceituna” y “Jean-Marc Bustamante: Espacios transitorios”, la colección se ha ido presentando a través de siete exposiciones temporales, acompañadas de visitas guiadas y sesiones educativas.
En definitiva, la Fundación Helga de Alvear es una de las instituciones artísticas más sólidas y de mayor proyección de futuro que existe hoy en España. Hay que esperar, eso sí, que el apoyo de los ciudadanos y de las instituciones políticas, financieras y empresariales, sea cada vez más intenso, en correspondencia a esa pasión por el arte que la generosidad individual de Helga de Alvear nos ha transmitido a todos.  

PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.234, 14 de mayo de 2016, p. 19. 

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