Pasión por el arte
Hay pasiones y pasiones. En
esta época turbulenta, en la que la avaricia dominante despierta la pasión de
acumular dinero, con movimientos especulativos y ocultaciones en paraísos
fiscales, llama especialmente la atención un género de pasión que va
literalmente en sentido contrario, convirtiendo intereses y bienes privados en
bienes públicos. Es éste el caso de una mujer ejemplar: Helga Müller de Alvear,
alemana de nacimiento y española por radicación, trayectoria, y matrimonio con
el arquitecto Jaime de Alvear.
En España, Helga de Alvear
sintió muy pronto una intensa pasión por el arte, y no ya sólo por el arte en
la historia, sino por el arte de nuestro tiempo. Desde comienzos de los años
sesenta, y con un importante contacto con Juana Mordó en cuya galería
trabajaría décadas después, Helga de Alvear fue comprando obras de arte,
aquellas que al verlas, según ha comentado en diversas ocasiones, despertaban
en ella un deseo irresistible de tenerlas, de no perder el contacto directo con
las mismas.
Helga de Alvear.
Esa pasión de coleccionar
arte acabaría dando lugar a la formación de una de las colecciones de arte
contemporáneo más importantes no ya sólo en España, sino en la escena
internacional, y que en estos momentos llega a unas tres mil piezas. Aunque más
allá del número, lo auténticamente relevante es la calidad de las obras: en la
formación de su colección, Helga de Alvear no se ha dejado llevar en ningún
caso por nombres, tendencias o modas, sino por un diálogo específico de su
gusto artístico con las obras concretas. Y así, su colección es un auténtico
horizonte del arte de nuestro tiempo, en su gran variedad de registros,
soportes y técnicas.
Además de coleccionar arte,
Helga de Alvear ha desarrollado un intenso trabajo como galerista de arte, una
profesión que entiende como mediación decisiva entre los artistas y los
públicos e instituciones interesados en sus obras. Un paso más en esa
trayectoria, decisivamente marcada por su pasión por el arte, fue la
constitución en 2006 de la Fundación Helga de Alvear, radicada en la ciudad de
Cáceres, mediante un acuerdo con las instituciones públicas Junta de
Extremadura, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Cáceres, y Universidad de
Extremadura.
Fundación Helga de Alvear, Cáceres.
En una nación como la nuestra,
en la que la agresión fiscal a la cultura y las artes ha llegado a su punto
máximo en la última legislatura, en la que ni se promueve ni existe una Ley de
Mecenazgo, la existencia de la Fundación Helga de Alvear constituye todo un
ejemplo. Una destacada colección particular de arte se dona a los ciudadanos,
para el disfrute público, permitiendo así un enriquecimiento de un valor
incalculable del patrimonio artístico y cultural de Cáceres, Extremadura y
España. Y las instituciones públicas extremeñas, independientemente de su
“color” político, colaboran en un proyecto que coloca el arte y la cultura,
como bienes públicos, por encima de intereses particulares o partidistas.
Eso sí, a pesar de todo no ha
dejado de haber contratiempos y problemas, en su mayor parte ocasionados por
las restricciones presupuestarias en las instituciones y por la sorprendente
falta de apoyo de las entidades financieras y empresariales. Todo ello ha ido
produciendo problemas de gestión en la Fundación, que cuenta con una excelente pero
muy reducida plantilla, así como retrasos en los planes previstos de ampliación
de la sede que, por fortuna, se han resuelto últimamente. Los trabajos
arquitectónicos, bajo la titularidad de Emilio Tuñón, han comenzado ya, y
se prevee que los nuevos espacios puedan
inaugurarse en 2018.
No está de más señalar que,
aparte de donar la colección, Helga de Alvear ha ido realizando aportaciones
financieras que han ido permitiendo avanzar tanto en
los planes de ampliación de los espacios, ampliación necesaria para poder
conservar y exponer adecuadamente la colección, como en las actividades que,
desde junio de 2010, se han ido realizando en los espacios de la llamada “Casa
Grande”. Desde esa fecha, antes de las actuales “Idiosincrasia. Las anchoas sueñan con panteón de
aceituna” y “Jean-Marc Bustamante: Espacios transitorios”, la colección se ha
ido presentando a través de siete exposiciones temporales, acompañadas de
visitas guiadas y sesiones educativas.
En definitiva, la Fundación Helga
de Alvear es una de las instituciones artísticas más
sólidas y de mayor proyección de futuro que existe hoy en España. Hay que
esperar, eso sí, que el apoyo de los ciudadanos y de las instituciones
políticas, financieras y empresariales, sea cada vez más intenso, en correspondencia
a esa pasión por el arte que la generosidad individual de Helga de Alvear nos
ha transmitido a todos.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.234, 14 de mayo de 2016, p. 19.
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