Tras su presentación en Barcelona,
llega a Madrid esta excelente muestra de la gran fotógrafa estadounidense Berenice
Abbott (1898-1991), que después seguirá viajando: primero a Ámsterdam, y luego
a Colonia. En ella se presentan casi 200 fotografías, todas ellas en
impresiones de época, agrupadas en tres secciones temáticas: Retratos, Ciudades, y Ciencia. Y
además, como complemento, también una pequeña muestra con 11 fotografías de
Eugène Atget (1857-1927) y la proyección del documental «Berenice Abbott: Una
visión del siglo XX» (Kay Weaver, Martha Wheelock, 1992), con una relevante
presencia personal en él de la fotógrafa ya al final de su vida.
Autorretrato, distorsión [Self Portrait, distortion] (c. 1930). Copia de 1945-1950, 16,8 x 13,7 cm.
Courtesy Howard Granger Gallery. © Getty Images / Berenice Abbott.
La exposición es, de verdad, todo un
acontecimiento: es la primera vez que podemos ver en España el conjunto de la
obra de una artista de tal relieve, y con un magnífico montaje y una cuidada
articulación de las piezas. Paso a paso podemos seguir la visión intensa de
Berenice Abbott, de esta mujer creativa,
una de las primeras que consiguió afirmarse como fotógrafa-artista en el
devenir incierto de la modernidad.
Nacida en Springfield, Ohio, en 1918 se
traslada a Nueva York, y allí comienza su etapa de formación, inicialmente
estudiando escultura, y también entra en contacto con personalidades relevantes
de la vanguardia artística, como Marcel Duchamp o Man Ray. En 1921 viaja y se
instala en París. Después de un breve paso por Berlín, donde continúa sus
estudios de escultura, vuelve a París, donde entra a trabajar en el estudio de
Man Ray. Con él aprende lo referente a la fotografía, que ya a partir de 1924
será plenamente su actividad, abandonando desde entonces la escultura.
Eugène Atget (1927). 33 x 26 cm.
International Center of Photography. © Getty Images / Berenice Abbott.
En 1926, entra en contacto con Eugène
Atget, una de las figuras centrales del arte fotográfico. A él se refirió
Walter Benjamin en su texto fundamental «La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica» (1935-1936), destacando su papel referencial en la
fotografía moderna, al mostrar las calles desiertas del París de la época como
testimonio del proceso histórico. Berenice Abbott tomó toda una serie de fotos
de Atget, pero cuando fue a su domicilio para mostrárselas éste había
fallecido.
Abbott se convirtió, durante décadas,
en una importante difusora de la obra de Atget, y las once fotos de éste que se
pueden ver en la exposición, fueron positivadas por ella en 1956. Y no cabe
duda de que en él, en Atget, Berenice Abbott encontró el rumbo, la orientación,
de lo que sería su propio horizonte como fotógrafa. Cuando regresa a Nueva
York, en 1929, su mirada sobre la ciudad registra la transformación acelerada
que se vivía en ella.
Vista aérea de Nueva York de noche [Aerial View of New York at Night] (20 de marzo de 1936).
58,4 x 45,7 cm. International Center of Photography. © Getty Images / Berenice Abbott.
Nueva York-París-Nueva York: Abbott
transita entre los cambios históricos de la vida en las ciudades y el nuevo
aire que se respiraba en los procedimientos artísticos de representación. En la
Nueva York de entonces lo que le impactaba, lo que buscaba captar, era su
dinamismo, su intenso ritmo de cambio, como ella misma señala en el documental
antes mencionado: “es una locura de ciudad”, “una ciudad con un ritmo muy
rápido”.
Y con ello da «el salto»: los retratos
de figuras y personalidades se cruzan con las imágenes dinámicas de la ciudad.
Sus fotografías son de una calidad que permanece en el tiempo. Los puntos de
vista, la fragmentación, el detalle… se articulan hasta alcanzar un pleno dinamismo interior. La imagen está
quieta, pero en ella vemos el movimiento, el desplazamiento de los objetos y de
las figuras en el espacio y en la visión.
Cañón: Broadway y Exchange Place [Canyon: Broadway and Exchange Place] (1936). 25,1 x 20,3 cm.
The Miriam and Ira D. Wallach Division of Art, Prints and Photographs. © Getty Images / Berenice Abbott.
Deslumbrantes en ese sentido, y todo un
prodigio en las múltiples innovaciones de la técnica fotográfica que
desarrolla, son las imágenes de las calles y de los edificios de Nueva York, en
las que el dinamismo, determinado por la altura de los rascacielos, va de
arriba abajo y de abajo arriba. El trazado geométrico de los edificios se
mueve, estando quieto, en el espejo de la cámara fotográfica. Y en la misma
dirección se sitúan sus piezas sobre la ciencia, registros visuales de los
experimentos y de los componentes que el pensamiento construye a partir de
objetos y experiencias.
Berenice Abbott sitúa el núcleo de su
trabajo en la idea de documento: “para mí, la fotografía es documental, porque
si no, no es fotografía”. Pero se trata de un documento que transciende lo
inmediato, que permanece. Y es así porque se apoya en la idea de composición, lo que implica seleccionar
a través de la mirada: “el arte consiste en seleccionar lo que merece la pena y
saber mostrarlo.”
Pelota rebotando en arcos decrecientes [A Bouncing Ball in Diminishing Arcs] (1958-1961).
54,6 x 45,7 cm. MIT Museum. © Getty Images / Berenice Abbott.
Todo un alcance lo que esta gran mujer creativa llegó a conseguir. Y, eso
sí, con las dificultades que las mujeres siguen experimentando todavía hoy para
ser reconocidas en esa dimensión. Algo que ella también vivió y de lo que era
muy consciente, como muestran sus propias palabras: “Creo que lo último que la
gente quiere son las mujeres independientes.” Berenice Abbott: fijar el
movimiento de la vida.
* Berenice Abbott: Retratos de la modernidad. Comisaria: Estrella de Diego. Fundación
MAPFRE, Madrid. Del 1 de junio al 25 de agosto de 2019.
* Publicado
en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.381, 8 de junio de 2019, pp. 20-21.
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