Eros: imágenes y palabras
El Centro Pompidou presenta
una sugestiva exposición de René Magritte (1898-1967), que permite recorrer en
profundidad la trayectoria creativa de este gran pintor belga, una de las
figuras más destacadas del movimiento surrealista. Se han reunido 101 obras de
Magritte: pinturas, dibujos, grabados y una escultura en bronce, que se
completan con un conjunto de documentos. También se muestran 5 pinturas de la
tradición clásica, datadas entre los siglos XVI y XVIII, cuya inserción en este
contexto me parece en cambio bastante discutible.
René Magritte: La lámpara filosófica [La Lampe philosophique] (1936).
Óleo sobre lienzo, 46 x 55 cm. Colección particular. @Adagp, Paris, 2016.
La exposición se articula a
partir de un planteamiento fecundo y bien fundamentado en torno a la cuestión Magritte y la filosofía, algo reconocido
como central, de manera explícita, por el propio Magritte a lo largo de su
trayectoria. Aparte de sus lecturas y reflexiones (los escritos de Magritte son
de una notable profundidad, y sumamente reveladores para la comprensión de su
trabajo artístico), fueron en este sentido decisivas sus relaciones con los
filósofos belgas Alphonse de Waelhens y Chaïm Perelman. Y más tarde con Michel
Foucault, quien, como es sabido, publicó en 1973 uno de los más importantes
libros teóricos sobre Magritte: Esto no
es una pipa.
René Magritte: La traición de las imágenes (Esto no es una pipa) [La Trahison des images (Ceci n'est pas une pipe)] (1929).
Óleo sobre lienzo, 60,33 x 81,12 x 2,54 cm. Los Angeles County Museum of Art. @Adagp, Paris, 2016.
Ese interesante enfoque, sin
embargo, se plantea en la presentación de la muestra en conexión con referentes
clasicistas, de carácter erudito, de la historia más que de la teoría del arte,
muy lejanos del contexto mental y filosófico en el que Magritte desarrolló sus
propuestas. Entre esos referentes se sitúan las formulaciones sobre “el
realismo” de Zeuxis y Parrasio en la antigüedad griega, el episodio bíblico de
la adoración del becerro de oro, el relato sobre la invención de la pintura de
Plinio el Viejo, las consideraciones sobre la invención de Marco Tulio Cicerón,
así como la alegoría de la caverna de Platón.
Excepto este último caso, ya
que Platón es citado en diversas ocasiones en los escritos de Magritte, ¿qué
tienen que ver todos esos supuestos “referentes” con los planteamientos de
Magritte…? En mi opinión, muy poco. Y es, además, en conexión con ellos por lo
que se justifica la presencia en las salas de las 5 pinturas clásicas antes
mencionadas.
René Magritte: Las vacaciones de Hegel [Les Vacances de Hegel] (1958).
Óleo sobre lienzo, 60 x 50 cm. Colección particular. @Adagp, Paris, 2016.
Los referentes filosóficos de
Magritte se sitúan, de manera explícita, en la fenomenología, el psicoanálisis
y el estructuralismo. Y sobre sus referentes artísticos, él mismo señala en el
texto de una conferencia de 1938, que se tiene muy en cuenta en la exposición,
que De Chirico, Max Ernst, algunos trabajos de Derain, Picasso y Duchamp “son
el comienzo de lo que ahora se llama «La Pintura Surrealista»”. Es decir: de lo
que constituye la línea artística en la que él se inserta.
En cualquier caso, la
posibilidad de ver reunidas en un mismo espacio expositivo un conjunto tan
relevante de obras de Magritte, provenientes de colecciones internacionales muy
diversas, es un logro de indudable alcance. Se presentan en secciones en torno
a cinco “figuras”, o motivos iconográficos: el fuego, la sombra, las cortinas,
las palabras y los cuerpos fragmentados, situando tales motivos en la
perspectiva de “un relato de invención de la pintura”.
Por mi parte, prefiero
atender de forma prioritaria a otros aspectos que considero desencadenantes en
la obra de Magritte. En primer lugar, su actitud de compromiso ético y social,
que al desplegarse desde planteamientos plásticos conceptuales, mentalistas, no
siempre se advierte. En la misma conferencia antes mencionada, cuyo título es
“La línea de vida I”, Magritte habla de un mundo “incoherente y absurdo”, que
es preciso cambiar. Y de ahí la importancia de exigencia de libertad, del sueño a la vigilia, que el surrealismo
transmite: “El surrealismo reivindica para la vida despierta una libertad
semejante a la que tenemos soñando.”
René Magritte: La clave de los sueños [La Clef des songes] (1935).
Óleo sobre lienzo, 41 x 27 cm. Collection Jasper Johns. @Adagp, Paris, 2016.
En la pintura, esa búsqueda
de libertad se conduce de manera paralela a como se actúa en los lenguajes, y
de un modo especial en la poesía y la filosofía. Para Magritte, imágenes y palabras hablan entre sí. En “Las palabras y las imágenes”, un
artículo, con dibujos y textos de síntesis publicado en 1929 en la revista «La
Revolución surrealista», Magritte afirma: “En un cuadro, las palabras son de la
misma sustancia que las imágenes.”
Y de ahí la pregunta: ¿dónde
se sitúa esa sustancia común…? Toda la obra de Magritte se articula sobre la
idea del carácter arbitrario, construido, individual o socialmente,
tanto de las palabras como de las imágenes, algo que obviamente nos lleva a los
planteamientos filosóficos de Platón. Y también a la teoría del carácter arbitrario del signo lingüístico del
fundador de la lingüística estructural, Ferdinand de Saussure.
René Magritte: La violación [Le Viol] (1945).
Óleo sobre lienzo, 65,3 x 50,4 cm. Centre Pompidou, Paris. @Adagp, Paris, 2016.
Lo que René Magritte
despliega en sus obras, cuyos títulos son en sí mismos, en muchos casos, una
expresión clara de su intención filosófica, es un efecto de contraste entre los
sentidos, o significados, del lenguaje y de la representación visual, de las
palabras y de las imágenes. Yo lo llamaría principio
de variación: se trata de un proceso de desdoblamiento de las imágenes y
las palabras en imágenes y palabras completamente distintas, con lo que se
establece un eco o reflejo entre lo uno y lo diverso. Cualquier cosa, o
experiencia, puede ser muchas cosas, muchas experiencias.
Lo que así se persigue es un
efecto de libertad, de plenitud humana en la experiencia de la vida, a través
de una comprensión enriquecida. Magritte lo indica explícitamente: se busca la
revelación, la salida a la luz, que hace posible la unión/reunión de las
imágenes y palabras de objetos, figuras y situaciones diversos. Y lo que mueve
esa dinámica que lleva a la luz, a través del trabajo artístico, René Magritte
lo sitúa, desde su infancia, en el
erotismo. Eco, resonancia, de Platón. Eros: luz de las imágenes, luz de las
palabras.
* René Magritte : La Trahison des images [La traición de las imágenes].
Comisario : Didier Ottinger. Centro Pompidou, París, 21 de septiembre de
2016 – 23 de enero de 2017.
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