Fieras de la expresión
En
el ámbito del arte y la cultura, en ciertas ocasiones, breves periodos de
tiempo se viven con tal intensidad que en ellos se abren horizontes
completamente nuevos. Algo así se vivió, de forma particularmente señalada, en
la Francia de comienzos del siglo veinte, con el despuntar definitivo de las
vanguardias artísticas que hoy consideramos “históricas”.
Después
del Simbolismo, y antes de que la proyección de la pintura analítica de Paul
Cézanne, tras su fallecimiento en 1906, terminara por germinar en el Cubismo,
un grupo de pintores, a quienes les colgaron el término entonces peyorativo de Fauves, esto es: Fieras, planteó un “giro” expresivo en su trabajo artístico de importante
alcance.
Henri Matisse: André Derain (1905).
Óleo sobre lienzo, 39,4 x 28,9 cm. Tate Gallery, Londres.
Los
Fauves no fueron, en sentido
estricto, “un movimiento”, unidos en torno a declaraciones o manifiestos, sino
un conjunto de individuos, todos ellos varones, de sensibilidades diversas.
Eran un grupo de “amigos” que se formaron en los talleres de los maestros
simbolistas Gustave Moreau y Eugène Carrière. Que fueron avanzando en una
especie de diálogo plástico, viajando y pintando juntos, hasta alcanzar una
notable sintonía en su forma de hacer pintura.
André Derain: Henri Matisse (1905).
Óleo sobre lienzo, 46 x 34,9 cm. Tate Gallery, Londres.
La
duración de esa experiencia fue particularmente breve, un periodo de apenas
tres años, desde 1905 hasta el final de 1907, ya que desde el año siguiente, a
partir de 1908, las trayectorias artísticas de cada uno de ellos divergieron
ampliamente. Como momento “desencadenante” de lo que el grupo pretendía se
suele situar el viaje conjunto de Henri Matisse y André Derain a Collioure en
el verano de 1905. Los retratos “cruzados” de uno y otro son de una calidad
excepcional.
Ese
mismo año, tras el verano, el grupo de amigos presenta sus obras en el Salón de
Otoño. Y es entonces cuando el crítico Louis Vauxcelles, comparando sus
pinturas con dos bustos del escultor y fabricante de muñecas Albert Marque que
se exponían en la misma sala, exclama: “¡Donatello entre las fieras!” La
quietud de la escultura tradicional confrontada con el grito libre del color y
la luz de la nueva pintura.
André Derain: Big Ben, Londres (1906).
Óleo sobre lienzo, 79 x 98 cm. Musée d'Art Moderne, Troyes.
Los
Fauves habían nacido. Se trata de un
episodio, en cierto sentido, ejemplar. Porque así fue ganando sus “combates” la
vanguardia artística. Derivando términos, que en su origen eran insultos, hacia
conceptos de diferencia, manifestaciones de un arte nuevo. Y, finalmente, con
el tiempo, de reconocimiento de su valor artístico.
La
exposición que se presenta en la Fundación MAPFRE tiene un gran interés, porque
permite conocer en todos sus registros a todos y cada uno de los miembros de
ese grupo de amigos. A través de sus obras previas y hasta sus pasos finales en
el ámbito del Fauvismo, antes de abrirse individualmente hacia vías diferentes
en cada uno de los casos.
Raoul Dufy: Jeanne en las flores [Jeanne dans les fleurs] (1907).
Óleo sobre lienzo, 90,5 x 77,5 cm. Musée d'Art Moderne André Malraux, Le Havre.
Ese
intento de abarcarlo todo tiene sin embargo, en mi opinión, una deriva no tan
positiva. Pues en la muestra podemos ver junto a obras de grandísima calidad,
otras que quedan bastante por debajo, en ocasiones esbozos apenas incipientes.
Y es que no es lo mismo el trabajo del erudito que la presentación pública de
una escena artística determinada, a través de una mirada retrospectiva, en la
que la calidad y la proyección en el tiempo de las obras debe ser el criterio
predominante.
En
la exposición se presentan 111 pinturas, 35 acuarelas y dibujos, y 9 cerámicas,
en un itinerario cronológico de cinco secciones: «El Fauvismo antes del
Fauvismo», «Los Fauves se retratan», «Acróbatas de la luz», «La fiereza del
color», y «Senderos que se bifurcan», que se complementan con dos pequeñas
secciones dedicadas al dibujo y la cerámica. Entre los artistas, encontramos a
algunos de una proyección posterior de grandísimo alcance, como Henri Matisse,
André Derain, Raoul Dufy, Georges Rouault, Maurice de Vlaminck y Georges Braque.
Y a otros mucho menos conocidos: Albert Marquet, Jean Puy, Othon Friesz, Henri
Manguin y Charles Camoin. Están “todos” los Fauves.
Kees van Dongen: Mujer rubia desnuda [Femme nue blonde] (1906).
Óleo sobre lienzo, 115 x 146 cm. Col. David Nahmad, Mónaco.
Color, luz y dibujo, contrastantes y no descriptivos,
son las líneas centrales de la búsqueda del grupo, como queda perfectamente
ilustrado en la muestra. En dos cartas de 1905 dirigidas a Maurice de Vlaminck,
André Derain señala que sus planteamientos no se guían “únicamente por el bien
del color. El dibujo va en paralelo.” Lo que iría unido al despliegue de “un
nuevo concepto de luz que consiste en la negación de la sombra”. Todo gira
hacia un nuevo tipo de expresión.
Todavía
hoy se discute si los Fauves fueron
el primer grupo de la vanguardia artística plástica del siglo veinte, o si lo
fueron los Expresionistas alemanes. Pero más allá de la práctica coincidencia
en el tiempo, lo que resulta verdaderamente interesante es la coincidencia en
situar la búsqueda de una expresión
pictórica plenamente libre, articulada en ambos casos a través del dibujo,
el color y la luz, como horizonte del arte nuevo. En un texto publicado en
1908, y que se puede por tanto considerar como una síntesis final del periodo Fauve, Henri Matisse escribió: “Lo que
persigo por encima de todo es la expresión.”
*
Los Fauves: La pasión por el color. Comisaria:
María Teresa Ocaña. Fundación MAPFRE, Madrid. Del 22 de octubre de 2016 al 29
de enero de 2017.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.258, 26 de noviembre de 2016, pp. 21-22.
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