lunes, 6 de mayo de 2024

Exposición en París...

 El despertar del Impresionismo

Cuando se cumplen 150 años del acontecimiento, una sugestiva exposición en París nos lleva a lo que sería el primer paso decisivo en el despuntar del Impresionismo, uno de los movimientos artísticos más relevantes en el proceso de los tiempos modernos. La exposición está literalmente concebida como un viaje en el tiempo, porque en ella se presentan en confrontación tanto la muestra que supuso el inicio del Impresionismo como la muestra oficial del Salón de las Artes, ambas en París y en el mismo año: 1874, junto a un amplio conjunto de piezas y materiales documentales. Está organizada en 11 secciones temáticas, en las que se han reunido 157 obras y documentos de archivos, entre los cuales: 89 pinturas, 7 esculturas y 53 obras de artes gráficas.

Edgar Degas: Classe de danse [Clase de danza] (ca. 1870).
Óleo s. madera, 19,7 x 27 cm. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.

En referencia a la primera, se ha reunido unas 130 obras de los 31 artistas que estuvieron allí presentes, y de los cuales sólo siete alcanzaron un reconocimiento y renombre universal como “impresionistas”: Camille Pissarro, Edgar Degas, Paul Cézanne, Alfred Sisley, Claude Monet, Berthe Morisot, y Auguste Renoir… En aquella época se vivía en Francia el flujo traumático producido por la Guerra con Prusia que tuvo lugar en 1870, y la Revuelta de la Comuna en 1871.

Édouard Manet: Le Chemin de fer [El camino de hierro] (1873).
Óleo s. lienzo, 93,3 x 111,5 cm. The National Gallery of Art, Washington.

En ese ambiente, un grupo de artistas que habían constituido a finales de 1860 una “Sociedad anónima de los pintores, escultores, grabadores, etc.”, impulsó un proyecto expositivo centrado en la libertad artística y en confrontación con los planteamientos oficialistas de los Salones que se presentaban anualmente. Caracterizada como una exposición independiente y ecléctica, sus objetivos se situaban en “pintar el presente” y en “exponer por sí mismo”, y tuvo su comienzo el 15 de abril de 1874. Con esos criterios y planteamientos se reunieron 200 obras seleccionadas por los propios artistas, sin intervención de jurado ni de marchantes de arte. Entre ellas, estaban tres obras de Renoir, dos de Degas, y una de Monet.

Ckaude Monet: Impression, Soleil Levant [Impresión, Sol Naciente] (1872).
Óleo s. lienzo, 50 x 65 cm. Musée Marmotan Monet, París.

La pintura que allí se presentó de Claude Monet, que podemos ver también ahora en esta muestra: Impression, soleil levant [Impresión, sol naciente] (1872), tiene una relevancia especial y no sólo por su impresionante calidad con los reflejos de las aguas surcadas por naves y el despuntar del sol rojizo. La cuestión es si su nombre se puede considerar la primera referencia de lo que se llamaría Impresionismo… Según se puntualiza en el montaje, parece que su título inspiró al crítico y también pintor Louis Leroy a formular el término “impresionista”, de manera sarcástica, en referencia a esa nueva pintura. Pero aparte de ese acontecimiento concreto, el término se popularizaría luego, el cuadro de Monet resultó casi desapercibido en 1874 y no encontraría un eco importante hasta los inicios del siglo XX. 

Berthe Morisot: La Lecture [La Lectura] (1873).
Óleo s. lienzo, 46 x 71,8 cm. The Cleveland Museum of Art, Cleveland.

Poco después la “Sociedad anónima” se disolvió, pero la afirmación de independencia artística abrió todo un horizonte, con muestras públicas. Tras dos exposiciones en 1874 y 1876, en la tercera que tuvo lugar en 1877, se proclaman por primera y única vez «impresionistas», y de ahí su denominación: “La exposición de los impresionistas”. Se planteaba así el nacimiento de un nuevo movimiento artístico. En ella se reunieron 245 obras de 18 artistas, entre los cuales había dos mujeres: Berthe Morisot y la Marquesa de Randures, una amiga de Degas. También publicaron un periódico con ese título.

Por su excepcional calidad y por la intensidad con la que se visualizaba en ella la celebración de la vida moderna, fue ésta la exposición que alcanzó un más intenso eco impresionista, si bien tras ella siguieron hasta 1886 otras cinco en la misma línea de planteamientos, aunque se señala que ninguna tendría la fuerza de un manifiesto referencial. En todo caso, estos artistas profundamente individualistas y reacios a las teorías colectivas siguieron en todo momento abriendo nuevas maneras de ver y de pintar el mundo presente.

Auguste Renoir: Bal du moulin de la Galette [Baile del molino de la Galette
(1876). Óleo s. lienzo, 131,5 x 176,5 cm. Musée d'Orsay, París.

En ese proceso, que implica el despertar del Impresionismo, se sitúan dos secciones en esta exposición de un interés especial. Una con el rótulo «La vida moderna como motivo», en la que podemos apreciar los ecos de la urbanización que entonces tenía lugar en las obras reunidas. Y otra: «La escuela del aire libre», que nos lleva a la relevancia de la búsqueda y la sensación de la naturaleza, de los ambientes vegetales y los paisajes abiertos. Todo ello configura el horizonte del Impresionismo, esa voluntad de transmitir sin dictámenes academicistas la experiencia artística de los espacios cambiantes de la vida: la sensación interior, la impresión dentro de lo que está fuera…

 

* Paris 1874. Inventer l’impressionnisme [París 1874. Inventar el impresionismo]. Comisariado: Anne Robbins y Sylvie Patry. Musée d’Orsay, París. Del 26 de marzo al 14 de julio.

 

* Publicado en EL CULTURAL:

- Edición impresa, 26 de abril – 2 de mayo, pgs. 34-35.

- Edición onlinehttps://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20240502/nacio-impresionismo-viaje-paris-artistico-movimiento-rompio-academia/850665233_0.html 

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