Luis Paret: La pluralidad del mundo
La
permanencia de los artistas en la memoria y la atención públicas a través del
paso del tiempo es una cuestión compleja y determinada por una gran variedad de
factores condicionantes, no siempre claros o explícitos. No son pocos los
artistas que a pesar de fijar mucho interés y proyección durante su vida acaban
luego desapareciendo, o situados en un ámbito reductivo.
Algo
así ha sucedido con Luis Paret (1746-1799), un artista de gran consistencia,
que quedó ensombrecido durante un largo período. Sobre su figura se acabaron
forjando dos estereotipos simplificadores. Por un lado, la idea de que al ser
contemporáneo de Goya, éste habría ocupado plenamente todo el interés por la
pintura de la época, oscureciendo a Paret. Y por otro, su caracterización como un
artista “rococó”, ese estilo colorista y superficial que se desplegó en Francia
en el siglo XVIII, lo que llevó a identificarle como “el Watteau español”.
Respecto
a lo primero, Paret y Goya fueron efectivamente contemporáneos: nacieron el
mismo año, pero sus trayectorias tuvieron rasgos muy diferentes. Ambos
coincidieron en sus inicios, en sus años de formación en la Academia de Bellas
Artes en Madrid, pero a partir de ahí sus destinos nunca coincidieron, y
tampoco sus temáticas y líneas de trabajo. La existencia de Paret fue más breve
que la de Goya: mientras que Paret falleció nada más cumplir los 53 años, Goya
llegó a vivir 82.
Respecto
a lo segundo, a su caracterización como un artista “rococó”, se trata de una
reducción simplista del trabajo artístico de Paret. Sus obras, con una intensa
formación academicista, a partir de quien fue su maestro en Madrid: el pintor
francés Charles de La Traverse, y de su estancia de tres años en Roma, le llevaron
a alcanzar una gran erudición. Aprendió griego y otras lenguas orientales, y
fue desarrollando una concepción plural y abierta en su línea de trabajo.
Paret
situó en todo momento como núcleo el dibujo, considerado como un necesario
instrumento de precisión para desplegarlo en la pintura y la obra gráfica. Fue
también un experto en la traducción y en la caligrafía, es decir: la escritura,
en todos sus registros, formaba parte de sus intereses creativos, algo que
puede apreciarse por ejemplo de un modo significativo en las ilustraciones que
elaboró para ediciones de obras de Cervantes.
Aparte
de todas estas cuestiones, lo que condicionó de un modo determinante su vida y
su trayectoria fue el ámbito donde las mismas se desplegaron: los cauces de la
monarquía borbónica en la España de la segunda mitad del siglo XVIII. A pesar
de su origen humilde, su padre francés trabajaba como ayuda de cámara en
Madrid, Paret obtuvo el apoyo del infante Don Luis, hermano menor del rey
Carlos III, para viajar a Roma y acabó por convertirse en pintor del infante.
La
confrontación entre Carlos III y Don Luis acabaría sin embargo ocasionando que
Paret, considerado cómplice del infante, fuera expulsado en 1775 a Puerto Rico
por un período de seis años, que luego acabó terminándose en mayo de 1778.
Aunque se le permitió volver a España se le impuso estar alejado “de Madrid y
Sitios Reales cuarenta leguas”, lo que le llevó a fijar su residencia en
Bilbao. Pudo regresar a Madrid en 1789... Tumultos e incidencias de los poderes
monárquicos, que hoy nos parecen distantes en el tiempo, aunque podamos apreciar
ecos similares en el presente.
Hay
que tener en cuenta todas estas cuestiones para volver a situar la figura de
Luis Paret en las raíces del arte en la modernidad. Porque si algo caracteriza
su trabajo, siempre con esa búsqueda de precisión en lo que va forjando, es la
voluntad de situar en el arte todos los espacios de la vida: el mundo “alto” de
los poderosos, pero también el mundo “bajo” de los humildes. Y abriéndose
igualmente a las fuentes de la sabiduría antigua, la mitología, y la religión.
Paret nos lleva a la comprensión de la
pluralidad del mundo.
Pienso
que es ese carácter complejo, diferente de los encuadramientos tradicionalistas
de los artistas, la causa fundamental del olvido de Luis Paret durante décadas.
Un olvido que, afortunadamente, ha ido superándose en los últimos años. Para
ello fue decisiva la muestra de sus Dibujos,
presentada en 2018 por la Biblioteca Nacional (que posee una importante
colección de esas piezas) y el CEEH.
Y
ahora se da un paso más con la excelente exposición organizada por el Museo del
Prado. En ella se muestran 82 obras: la mayor parte de sus pinturas y una
relevante selección de sus dibujos. Nuestra mirada alcanza más profundidad con
un cuadro de reflectografía y una proyección de imágenes en pantalla que nos permiten
sumergirnos en las capas interiores de las pinturas de Paret, con lo que vemos
los dibujos preparatorios y las diversas modificaciones que llevan a los
resultados finales. La minuciosidad y precisión de Paret.
En
las salas, con muy buen montaje, encontramos todos los registros del artista:
su formación, mundo “alto” y mundo “bajo”, obras religiosas, temas mitológicos,
paisajes, asuntos de amor, prácticas de seducción. Paret: la pluralidad del
arte expresa la pluralidad del mundo.
* Paret. Comisaria: Gudrun Maurer. Museo del Prado, Madrid. Del 24 de mayo al 21 de agosto de 2022.
* Publicado en EL CULTURAL: - Edición
impresa, 3 – 9 de junio, pgs. 38-39. - Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20220612/luis-paret-prado-rescata-pintor-eclipsado-goya/675932525_0.html
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