Una
notable y sugestiva exposición, que nos lleva a pensar directamente en el
sentido de la galaxia fotográfica en
esta época de intenso dominio digital, se despliega ante nuestros ojos. Se
trata de una selección de 111 imágenes fotográficas, seleccionadas por Anne
Morin, la comisaria de la muestra, en el archivo de la Howard Greenberg Gallery,
radicada en Nueva York, y que contiene una de las colecciones de mayor
importancia de impresiones fotográficas a lo largo de su historia.
La
selección, que agrupa piezas de un número amplio de autores, algunos de ellos
muy relevantes en el desarrollo y la práctica de la fotografía, no responde a
ningún criterio de orden o de organización, sino a una forma de elección
ocasional, y con ello se recogen situaciones y temáticas muy diversas. Eso sí,
datadas a partir de 1900 las piezas seleccionadas nos dan una síntesis visual
de distintas claves y espacios de la vida humana a lo largo del pasado siglo
XX.
La
presentación en las salas no tiene un criterio cronológico, ni de agrupación
por las técnicas empleadas en su producción, ni tampoco por los temas o
cuestiones que reflejan. Las piezas se agrupan en pequeños espacios que
integran tres o cuatro unidades, y según se afirma para dejar plenamente libres
las miradas de los públicos para que cada uno pueda encontrar algo
específicamente individual en las distintas piezas.
En
mi opinión, sin embargo, un orden de presentación de las obras no tiene que ser
necesariamente restrictivo, sino que puede dar una mejor orientación y
encuadramiento a lo que vemos. Y eso es algo a tener en cuenta en una muestra
que agrupa fotografías producidas con técnicas y formatos diversos. En todo
caso, se trata de una ocasión para poder entrar, aunque sea parcialmente, en
uno de los más relevantes archivos de la historia de la fotografía, lo que sin
duda es todo un privilegio.
En
las imágenes seleccionadas vemos juegos, edificios, paisajes naturales,
máscaras, personajes, calles... y de un modo intenso cuerpos y figuras humanas
en distintas situaciones. Nuestra mirada se desplaza a través de esa diversidad
de elementos que han tenido su existencia, y que vuelven a nosotros a través
del tiempo en la síntesis fotográfica.
Hay
también que señalar la presencia en ellas de un conjunto de personajes públicos
que, con la excepción del político israelí David Ben-Gurión, se sitúan en el
ámbito del espectáculo y de las artes, cuyas imágenes son en algunos casos muy conocidas
y en otros no tanto. Entre esas imágenes, yo he podido ver a Josephine Baker, Ingrid Bergman, Marcel
Duchamp, Ígor Stravinsky, Robert Rauschenberg, Georgia O'Keefe junto a su
marido Joseph Stieglitz, Brassaï, Robert Doisneau, William Burroughs, Jack
Kerouac, Leo Castelli y Cecil Beaton.
En
este punto, pienso que es importante señalar que la publicación editada como
catálogo de la muestra, en la que las imágenes fotográficas están muy bien
reproducidas, no recoge sin embargo todas las que están en las salas. Y en las
que sí aparecen en la publicación se dan los títulos y los años originales de
producción, pero no se especifican las técnicas utilizadas (que son diversas),
ni las medidas (que también lo son). Es, por tanto, una publicación
incompleta...
La
reunión de piezas en la exposición, articulada como un rompecabezas visual, nos
permite poder apreciar los elementos centrales que dan a la fotografía su
carácter especial a partir del proceso de producción técnica de imágenes que se
abrió con su invención en el siglo XIX, con las obras de Niepce, Daguerre, Fox
Talbot y Bayard.
Desde
entonces y a lo largo de su desarrollo, lo que la fotografía permite es poder fijar la imagen, mantenerla sin que
desaparezca por el paso del tiempo. Como ya indicó Roland Barthes, en su
escrito La cámara clara (1980): “Lo
que la Fotografía reproduce al infinito ha tenido lugar una sola vez: la
Fotografía repite mecánicamente lo que nunca podrá repetirse existencialmente.
En ella el acontecimiento no se sobrepasa jamás para acceder a otra cosa.” Sin
duda esa fijación de la imagen se relaciona con el deseo de apropiación de la
misma, de ese querer tenerla, del que habló Susan Sontag.
Aquí
es también muy importante tener en cuenta el matiz que introduce otro de los
grandes teóricos de la fotografía: Joan Fontcuberta, cuando nos habla de la
falsa pretensión notarial de la fotografía al considerar la imagen fotográfica
como una prueba de que lo que la imagen transmite “ha sido”, ha tenido lugar.
Lo que Fontcuberta indica es que en la producción de cualquier fotografía
interviene siempre una dimensión selectiva, de construcción.
Las
fotografías son, en definitiva, imágenes
dinámica y técnicamente construidas, y es ahí donde reside su verdad. Por todo ello es por lo que yo
considero que la fotografía es un espejo
de la vida, un espejo intervenido, construido, de las cosas y situaciones
que vemos en la vida.
* Al descubierto. Obras seleccionadas de The Howard Greenberg Gallery. Comisaria: Anne Morin. Fundación Canal, Madrid. Del 22 de marzo hasta el 24 de julio de 2022.
* Publicado en EL CULTURAL: - Edición
impresa, 13-19 de mayo, pgs. 36-37. - Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20220519/espejo-fotografico-howard-greenberg-gallery/671183377_0.html
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