Giorgio Morandi: la abstracción figurativa
La
obra del artista italiano Giorgio Morandi (Bolonia, 1890-1964) llega de nuevo a
Madrid, en una exposición que posteriormente viajará a Barcelona, donde se
presentará en la Fundació Catalunya La Pedrera. Morandi es un artista muy
especial: un solitario, prácticamente a lo largo de toda su trayectoria,
alguien que trabajó en un intenso aislamiento voluntario, siempre al margen de
los ámbitos colectivos de las vanguardias y los grupos artísticos. En el inicio
aludía a la relevante atención que se le ha ido prestando en España, donde
desde 1999 ha podido verse un conjunto bastante significativo de muestras de
sus obras.
El
solitario Morandi vivió toda su vida con la única compañía de sus tres hermanas
en una casa-taller en la Via Fondazza, de Bolonia (motivo de algunas de sus
pinturas), con la excepción de algunos periodos estivales en una casa de campo
en Grizzana (convertida hoy en museo), también en Bolonia. Aparte de viajes
ocasionales a Florencia, Roma y Venecia, su único viaje al extranjero fue a
Winterthur (Suiza), en 1956, con motivo de la presentación allí de una
exposición de sus obras.
La
que ahora podemos ver en la Fundación MAPFRE está concebida como una síntesis
integral de su trabajo artístico. Estructurada en siete secciones, con un
montaje muy limpio y ordenado, que permite un diálogo intenso de nuestra visión
con las obras de Morandi, como él mismo reclamaba, para poder alcanzar la
comprensión de lo que vemos. Estas fueron sus palabras: “Se puede viajar por el
mundo y no ver nada. Para alcanzar la comprensión es necesario no ver muchas
cosas, sino mirar atentamente lo que ves.”
Estos son los títulos de las siete secciones: Los
inicios, Encantamientos metafísicos, Paisajes de duración infinita, El perfume
negado, El timbre autónomo del grabado, Los colores del blanco y Diálogos
silenciosos. Se presentan en total 109 obras de Morandi, y junto a ellas
también 26 obras de 20 artistas actuales, en diálogo con él, para así resaltar
el eco que llega hasta hoy de este artista solitario en el arte posterior. Destaca aquí la
instalación escultórica de Tony Cragg Paisaje
erosionado [Eroded Landscape]
(1999), acumulación de objetos y recipientes de vidrio mateados con arena, y
superpuestos en cuatro niveles.
Las dos primeras secciones recogen los pasos
artísticos iniciales de Morandi, con ecos del Impresionismo, el Cubismo, y de
lo que en Italia se llamó La pintura metafísica (con las figuras centrales de
Giorgio de Chirico y Carlo Carrà). Un rasgo definitorio de lo que sería su
“lenguaje” propio fue la ausencia de la representación de figuras humanas en
sus obras. Y por ello resulta significativa la presencia de dos pinturas: Bañistas (1915) y Autorretrato
(1925), y de una acuarela: Bañistas
(1918), centradas en esa cuestión.
El lenguaje propio de Morandi se despliega a través
de un proceso de ensimismamiento en una serie de motivos de representación que
van y vienen en una intensa continuidad. Es obvio que con ello estamos ante una
repetición sin límites. A través de la pintura, el dibujo, la acuarela y el
grabado, Morandi centra su atención en la representación de paisajes, flores, y
objetos, una vez y otra.
Lo más relevante es cómo lo hace. Cuida en todo
momento las escalas y las distancias entre los elementos de la representación y
de quienes miramos. En ello, podemos ver el efecto decisivo que da a la
irradiación de la luz y la atenuación de los colores. Por otro lado, la
repetición temática despliega un dinamismo en el que podemos apreciar un
sentido rítmico (y, con ello, un sustrato musical).
Los motivos centrales de la repetición morandiana
se sitúan en su atención a los paisajes y las flores, ecos de la importancia
que da a la naturaleza: “Expresar lo que está en la naturaleza, es decir: en el
mundo visible, es la cosa que me interesa mayormente.” Pero, claro, en el mundo
visible y para Morandi en la naturaleza, también están los productos de los
seres humanos. Por ello, en sus paisajes vemos edificios, construcciones. Y las
flores se guardan en floreros.
Y en consecuencia, entre sus motivos centrales de
representación están los objetos, sin presencia humana, siempre en soledad:
vasos, tazas, manteles, recipientes, cajas, y sobre todo botellas. Predominan
los contenedores de líquidos. Es como si Morandi quisiera decirnos: ver es como
beber la vida.
Si la repetición formal es una constante, también
lo es la repetición conceptual que encontramos en el título de sus obras que
más se repite: «Naturaleza muerta». Este rótulo del arte clásico es un eje de
significación del arte de Morandi: los productos humanos que él selecciona
tienen una existencia no activa, algo que se expresa muy bien en la versión en
inglés del mismo rótulo: «Still life», literalmente: «Vida quieta».
Bebiendo visualmente sus obras, con concentración,
en profundidad, lo que podemos apreciar como eje central del trabajo artístico
de Giorgio Morandi es lo que podemos llamar la
abstracción figurativa. Y sobre ello, el propio Morandi indicó: ““Creo
que nada puede ser más abstracto, más irreal, que aquello mismo que vemos.
Sabemos que ninguna de las percepciones que los seres humanos tenemos del mundo
objetivo se corresponden en realidad con lo que vemos y entendemos.”
En mi opinión, es esta una cuestión central, ya que
el término “abstracción” se ha convertido en el rótulo excluyente del arte no
figurativo, cuando en todas las líneas de expresión artística consistente hay
abstracción. Y siempre suelo poner como ejemplo de ello Las Meninas, de Velázquez, sin duda una de las obras con mayor
grado de abstracción a lo largo de la historia del arte.
* Morandi. Resonancia infinita. Fundación MAPFRE, Madrid. Comisariado: Daniela Ferrari y Beatrice Avanzi. Del 24 de septiembre al 9 de enero de 2022.
* Publicado en EL CULTURAL: - Edición
impresa, 1-7 de octubre, pgs. 28-29. Edición online, https://elcultural.com/la-abstraccion-figurativa-de-morandi
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