Miguel
Ángel Blanco: Ver lo que no vemos
Imagen de las salas
Su
trabajo artístico tuvo sus inicios en 1980, y desde entonces Blanco desplegó un
interés especial por su atención a los árboles y su estela de vida, así como
por la comunicación entre el arte y la naturaleza. Sus obras incluyen restos,
fragmentos y residuos de las especies vegetales recogidos en forma de libros-cajas,
con los que ha ido constituyendo un amplio archivo al que ha llamado Biblioteca
del Bosque.
Todo
ello implica una conexión con lo que ahora se nos plantea en la muestra, pues
según indica Blanco en el catálogo: “existe en el Museo del Prado todo un
bosque de madera sobre las que tantos pintores han trabajado”. Algo que se
concreta en las especies arbóreas, la edad de los árboles talados, las áreas
geográficas de origen, y los procesos a los que los árboles fueron sometidos.
De
los bosques y la madera de los árboles al arte, Reversos se sitúa en una
atención abierta a elementos y soportes de las obras que habitualmente no
percibimos por las maneras y procedimientos con que estas se presentan a los
públicos. El núcleo del proyecto se sitúa en un análisis minucioso de las
colecciones del Museo del Prado, en el que fue analizando todas las obras, una
por una, en sus dimensiones traseras, no vistas, según transmite el propio
Blanco.
Y
así, en un largo y concentrado proceso de trabajo de casi siete años, fue
desarrollando una propuesta expositiva cuyo punto de partida es una de las
obras referenciales del arte y del Museo del Prado: Las meninas (1656),
de Diego Velázquez. En ella vemos a Velázquez pintando un cuadro de grandes
dimensiones que se representa por la parte trasera. Y se supone que lo que
pintaba es el reflejo de la imagen de los reyes que se ve en el espejo situado
en perspectiva al fondo de la obra. Ahí vemos algo que sin la representación
del espejo no veríamos.
Tomando como núcleo las colecciones del Prado, a las que se unen piezas de más de veinte prestadores nacionales e internacionales, se presentan en la muestra 119 obras, aunque el número en bastantes ocasiones es dual cuando hay representación plástica por delante y por detrás de ellas. Son obras realizadas con más de 500 años de distancia, desde el siglo XV hasta la época contemporánea.
Lo
que da unidad a todas ellas es la posibilidad de una visión expandida, que se
obtiene al poder ver la parte trasera que habitualmente no se ve, junto a las
referencias y consideraciones sobre las técnicas y materiales utilizados para
la conservación de las obras que también forman parte de ellas.
Resulta además decisivo el excelente diseño del montaje. Las salas están pintadas de negro por primera vez en el Museo, lo que permite un grado más intenso de concentración visual al mirar. Se utilizan vitrinas y espejos que nos permiten un juego de contrastes decisivo entre dentro y fuera. Y el recorrido incluye también la presentación de obras en los espacios abiertos.
El
recorrido se despliega, según indica Miguel Ángel Blanco, sin establecer
jerarquías entre las obras ni ordenación cronológica. En el inicio se sitúa la
obra Verso (Las meninas) (2018), del artista brasileño contemporáneo Vik
Muniz, una fiel reproducción de la parte trasera del cuadro de Velázquez.
El
montaje se articula en diez secciones, en cuyos títulos podemos apreciar la
diversidad de conceptos y de procedimientos que, además de la parte trasera de
los cuadros, nos permiten apreciar en los itinerarios del arte aspectos
habitualmente no vistos. Estas son las secciones: (1) El artista tras el
lienzo, (2) Esto no es una trasera, (3) De espaldas frente a la pintura, (4) El
bastidor como cruz, (5) Caras B, (6) El lado oculto, (7) Más información al
reverso, (8) Ornamentos y fantasmas, (9) Pliegues, cortes y recortes, y (10)
Naturaleza de fondo.
Todo
un recorrido a través de lo no suficientemente conocido, que supone ampliar los
sentidos y el alcance de las obras de arte. Un recorrido que se cierra con tres
libros-cajas de Miguel Ángel Blanco, realizados en diálogo con La
Transfiguración (1520-1528), una pintura sobre tabla realizada como copia
de la última obra de Rafael.
Se
trata de una pieza de grandísimas dimensiones, que tiene el mayor peso entre
las que hay en el Museo, y respecto a la cual Blanco solicitó estar presente
cuando se desmontó para restaurarla en 2020. Fue entonces cuando recogió los
fragmentos de polvo acumulados y realizó unos dibujos en frottage sobre
las tablas, recogidos en los tres libros-cajas de la Biblioteca del Bosque,
a los que puso como “subtítulos”: Amanecer, Crepúsculo y Noche.
En
definitiva, con todo ello hemos ido al fondo de la experiencia estética, vemos
cosas que habitualmente no vemos. Y así, con su trabajo de comisariado y su
presencia activa en todo el proceso de elaboración y presentación de la
muestra, estamos en sí misma ante una propuesta artística de Miguel Ángel
Blanco de una gran intensidad. No se la pierdan.
*
Reversos. Comisario: Miguel Ángel Blanco. Museo del Prado,
Madrid.
Del 7 de noviembre al 3 de marzo de 2024.
* Publicado en
EL CULTURAL:
- Edición
impresa, 10 – 16 de noviembre, pgs. 28-29.
- Edición online: https://www.elespanol.com/el-cultural/arte/20231114/reversos-cara-grandes-maestros-pintura-primera-vez-museo-prado/808419153_0.htmlml