El artista de la interacción
Sin duda,
Anri Sala es actualmente uno de los artistas plásticos más relevantes de la
escena internacional. Ha estado presente en bienales, en museos referenciales,
y trabaja con importantes galerías de arte. En España, sin embargo, no ha
tenido hasta ahora demasiada presencia, salvo alguna muestra ocasional. Una de
ellas, la presentación en el MACBA, Barcelona, de su película 1395 Days without Red [1395 Días sin rojo] (2011), con la
interpretación de Maribel Verdú, en la que vemos cómo una mujer va atravesando
las calles de Sarajevo, evocando el tiempo del asedio en el que los habitantes
no llevaban prendas rojas para así evitar los disparos de los francotiradores.
Anri Sala
Nacido en
Tirana, Albania, en 1974, Anri Sala estudió allí en la Academia de Arte. Después,
ya en Francia, en París, estudió vídeo en la Escuela Nacional Superior de Artes
Decorativas, y posteriormente cursó un postgrado de dirección de Cine en
Tourcoing, en el Estudio Nacional de Artes Contemporáneas de Le Fresnoy.
Actualmente, vive y trabaja entre Berlín y París.
Todos
estos datos: sus raíces biográficas y desplazamientos en su trayectoria de
estudios y formación, así como los diversos registros de los mismos, son
fundamentales para situar las características de su trabajo artístico. Anri
Sala es un artista multimedia, sus
obras se articulan en una gran variedad de registros y soportes.
Ravel Ravel (2013). 3 canales de vídeo y 16 canales de sonido. 20' 45''
El primer
plano lo ocupan las películas y el vídeo. Pero junto a ello trabaja también con
fotografías, impresiones sobre papel, esculturas, e instalaciones. Y, lo más
importante, en su forma de presentación, en las exposiciones, Anri Sala busca
la interacción entre las diversas piezas, buscando con ello producir también en
el espectador una interacción, según sus propias palabras “una resonancia”, que
le lleve a sentir “su recorrido a través de la exposición como una
coreografía.”
The Last Resort [El último recurso] (2017).
Además,
en lugar de una presentación cerrada o estática, Anri Sala propone siempre una
forma abierta, cambiante en el tiempo de duración de las muestras. En esa
línea, resultan decisivas sus síntesis de imágenes, sonido, y arquitectura. La
música, tanto clásica como pop, se integra con los espacios donde se presentan
las obras. Y buscando, siempre, una articulación, un diálogo, con los espacios
concretos donde tienen lugar las exposiciones. Muy lejos, por tanto, de la idea
del espacio expositivo como un “cubo blanco”.
Así, en
lugar de propuestas narrativas, lo que se plantea es desvelar el impacto de la
música y la arquitectura, del tiempo y los espacios, a través de las imágenes,
sobre quienes ven las obras, sobre su memoria y su cuerpo. Según señala: “En
mis películas se encuentra frecuentemente el recuerdo de un acontecimiento a
través de la manera con la que el cuerpo lo ha memorizado.”
If and Only if [Si y sólo si] (2018) Instalación.
Se revela
así la profundidad conceptual de los criterios estéticos de Anri Sala, que a mí
siempre me llevan a la síntesis de movimiento y tiempo con la que el filósofo
Gilles Deleuze caracteriza la imagen fílmica. En su libro La imagen-tiempo. Cine 2 (1985), Deleuze señalaba: “La
imagen-movimiento tiene dos caras, una respecto de objetos cuya posición
relativa ella hace variar, y la otra con respecto a un todo del cual expresa un
cambio absoluto. Las posiciones están en el espacio, pero el todo que cambia
está en el tiempo.”
Ahí nos
lleva Anri Sala, ahora en el Centro Botín, con sus propuestas multimedia,
dinámicas y abiertas, a esta nueva situación del arte en el imparable proceso
de expansión de las nuevas tecnologías. La interacción entre sí de los diversos
soportes sensibles de las imágenes busca interactuar con nosotros, con quienes
las miramos, para así producir efectos y resonancias en nuestros cuerpos y en
nuestras memorias. Incitándonos a pasar de sólo mirar a ver. Anri Sala, el artista
de la interacción.
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Publicado en ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.403, 14 de diciembre
de 2019, pg. 18.