Tradición y cosmopolitismo
A pesar de su
importancia histórica, la figura de Ignacio Zuloaga (1870-1945) no ha recibido
demasiada atención en los últimos tiempos. Probablemente, ello se debe sobre
todo a la asociación de su trabajo con un cierto costumbrismo estético, al
margen de las líneas principales de despliegue de la modernidad durante el
siglo XX.
Retrato de Mlle. Valentine Dethomas (c.1895).
Óleo sobre lienzo, 200 x 120 cm. Colección particular.
Pero Zuloaga es bastante más que eso, y esta
interesante exposición abre la vía para un nuevo acercamiento a su trabajo. Se
aborda un periodo concreto de su trayectoria artística, entre 1889 y 1914, en
el que la escena cultural de París impulsaba el despliegue de las vanguardias
artísticas, y que sin duda resultó decisivo en la formación e impulso de su
obra. Aunque Zuloaga no se abrió a los planteamientos vanguardistas, y
permaneció siempre en una línea de representación plástica figurativa.
Nada más llegar, los franceses reconocieron en él la
renovación de la tradición pictórica española, abierta a la nueva modernidad.
En una revista de 1900, al valorar sus pinturas en una exposición, se escribe:
“El secreto de hacer palpitar la humanidad, perdido en España desde Goya, lo ha
reencontrado Zuloaga.” Ese era su impulso: abrir los flujos de la pintura
española más allá de los límites de la península, desplazarla por los ambientes
cosmopolistas de un mundo abierto y cambiante.
Parisienses (en St. Cloud) (1900).Óleo sobre lienzo,185 x 115 cm.
San Telmo Museoa. Donostia Kultura, San Sebastián.
El eco de las búsquedas post-impresionistas, así
como del simbolismo, se hace evidente en sus obras de este periodo. E
impresiona el conjunto de personalidades que valoraron positivamente su trabajo
y establecieron relaciones con él. Algunos ejemplos: Julius Meier-Graefe,
Guillaume Apollinaire, Rainer Maria Rilke, Serguéi Diághilev, y muy en
particular los artistas Auguste Rodin y Émile Bernard.
La exposición subraya esos vínculos, así como la
importante faceta como coleccionista de pintura clásica española de Zuloaga,
que sin duda resultó decisiva para la recuperación de El Greco. Se articula en
siete secciones: «1. Primeros años», «2. El París de Zuloaga», «3. Émile
Bernard», «4. Auguste Rodin», «5. El retrato moderno», «6. La mirada a España.
Zuloaga coleccionista», y «7. Vuelta a las raíces». Hay aquí en mi oponión, sin
embargo, un cierto desequilibrio, pues de las 93 obras expuestas menos de la
mitad, tan sólo 40, son de Zuloaga. La voluntad de reconstruir el contexto
ensombrece un tanto la atención específica a su trabajo.
Celestina (1906).Óleo sobre lienzo, 151,5 x 180,5 cm.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.
En cualquier caso, lo que podemos apreciar en las
obras de Zuloaga expuestas es su intenso valor pictórico, siempre en una línea
figurativa, y a la vez atenta a los giros de los nuevos tiempos. En ese
sentido, está claro que su estancia en París resultó decisiva. Aunque no sólo
París: Zuloaga vivió en un ir y venir continuo, importantes fueron también sus
desplazamientos a Italia, Alemania y América. Se puede apreciar, igualmente,
cómo en su vuelta a España la temática de sus obras experimenta un cierto retorno.
Un giro costumbrista, con la representación de ambientes populares: fiestas,
meriendas, reparto de vino… O también, los paisajes.
Retrato de Maurice Barrès (1913).
Óleo sobre lienzo, 203 x 240 cm. Musée d’Orsay, París.
En definitiva, lo que impulsa su obra es la
continuidad y la renovación de la figuración pictórica española: El Greco,
Ribera, Zurbarán, Velázquez y Goya laten en sus cuadros, en todo momento
abiertos a la representación de las nuevas situaciones de la vida moderna. En febrero
de 1912, el propio Zuloaga escribió: “Busco carácter, penetración, psicología
de una raza, emoción, demostración de una visión algo romántica.”
Y apenas unos meses después, en abril de ese mismo
año, Guillaume Apollinaire parece percibir esa misma reverberación al escribir
sobre sus obras en una exposición en París: “el artista no ha querido copiar la
naturaleza, sino dar, inspirándose en la realidad, una visión sintética de
España, tierra y raza.” Ignacio Zuloaga: España abierta al mundo. Tradición y
cosmopolitismo.
* Zuloaga en el París de la Belle Époque, 1889-1914. Comisarios: Pablo Jiménez
Burillo y Leyre Bozal Chamorro; Fundación MAPFRE, Madrid. Del 28 de septiembre
al 7 de enero de 2018.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1.298, 7 de octubre de 2017, pp. 18-19.