Esencialismo pictórico
El proceso histórico del
arte, y de la cultura en general, está lleno de pérdidas y de recuperaciones.
Artistas que pudieron ser significativos en su momento caen posteriormente en
el olvido. En algunos casos excepcionales: el Greco o van Gogh, por ejemplo,
para después ser "recuperados", como si hubiera un desajuste entre el
alcance estético de sus obras y lo que se era capaz de apreciar y valorar en el
tiempo histórico en el que vivieron. Esta cuestión constituye la base de una
especie de "mito" que constituye una variante más de la leyenda del artista: el mito del
artista secreto, del genio ignorado.
Esteban Lisa en su visita a Toledo en 1980.
La figura de Esteban Lisa
(1895-1983) se inscribe en parte sí y en parte no en ese marco. Fue un artista ignorado porque, aunque
dibujaba y pintaba prácticamente cada día desde los años treinta hasta el final
de su vida, nunca quiso exponer su trabajo en público. Había nacido en el seno
de una humilde familia en un pueblo de Toledo: Hinojosa de San Vicente, y con
tan sólo doce años tuvo que viajar hasta Buenos Aires para trabajar en el bar
de un tío suyo. Compatibilizando trabajo y estudios, consiguió el título de
profesor de dibujo y pintura. Y ese fue el signo de su vida: trabajos de
distintos tipos, dibujar, pintar y ejercer como maestro de pintura, animado a
la vez por una intensa vocación intelectual que le llevó a situar la filosofía en
el eje de sus intereses. En su texto en el catálogo, Miguel Cereceda le llama
"pintor, maestro y pensador".
Si mantuvo la máxima
discreción sobre su actividad como pintor, ya en 1956 publicó el libro Kant, Einstein y Picasso, que a través
del carácter emblemático de esos tres nombres expresa desde el mismo título su
voluntad de sintetizar filosofía, ciencia y arte. Un ideal que persiguió a
través de distintas intervenciones y textos, recogidos ya cerca del final de su
vida en otro libro: La teoría de la
Cosmovisión y la visión de Platón (1980). Con el concepto de Cosmovisión expresaba su ideal de unidad
de lo que en el pensamiento renacentista se denominó microcosmos y macrocosmos,
el individuo y el mundo.
Su actividad como maestro le
llevaría a fundar en 1955 la Escuela de Arte Moderno que funcionaría durante
más de dos décadas. Algunos de los discípulos que trabajaron allí con él
constituirían tras su muerte, en 1984, la Fundación Esteban Lisa, en la que se
iniciaría la recuperación de su
actividad como pintor, que tendría un punto de inflexión positivo en los años
noventa con distintas exposiciones y publicaciones. En España, su pintura se
presentó por vez primera en 1998, en la Galería Guillermo de Osma, que ahora
vuelve de nuevo a presentar su trabajo en coincidencia con la exposición de la
Biblioteca Nacional.
Esteban Lisa: Composición (Cala y flor) (c. 1935).
Óleo sobre cartón, 30,2 x 23 cm.
En un caso como el de Esteban
Lisa era importante comenzar por hablar del personaje, trazar mínimamente su
perfil. La muestra retrospectiva es excelente, muy equilibrada. Reúne 149
piezas, en su gran mayoría pinturas al óleo siempre de pequeño formato y
realizadas sobre cartón y papel, y también un importante conjunto de
documentos: libros y fotografías, que permite acceder a sus distintos
registros. Esas pequeñas piezas pictóricas son toda una delicia: un trabajo
expresivo casi de laboratorio, en el que uno aprecia de forma casi inmediata
los juegos y desplazamientos de puntos y líneas sobre los planos de los que
hablaba Vasily Kandinsky, cuya figura es en mi opinión el auténtico eje al que
responde con sus ecos personales la pintura de Lisa.
Esteban Lisa: Juego con líneas y colores (15.5. 1955).
Óleo sobre papel, 29,8 x 23,1 cm.
Piezas que se modulan desde
los años treinta hasta finales de los setenta, día tras día, en busca de un
sentido, intentando expresar esa "Cosmovisión" antes aludida.
Pinturas siempre "abstractas", aunque yo prefiero decir no figurativas. Con una importante
impronta de formas geométricas en las décadas de los treinta y los cuarenta, y
luego mucho más abiertas a la gestualidad, a los "juegos con líneas y
colores", como el propio Lisa las denominó. Ahí destella la síntesis
buscada: puntos, líneas y colores jugando en los planos. Kandinsky, pero
también Friedrich Schiller, quien en sus Cartas
sobre la educación estética de la humanidad (1795) situó precisamente en el
juego la manifestación del impulso formal que todos los seres humanos llevamos
dentro, y que es preciso desarrollar a través de la educación estética. El
ideal perseguido por Esteban Lisa, peculiar maestro del color y de la
concentración plástica, el latido de su esencialismo
pictórico.
* Esteban Lisa, comisario: Miguel Cereceda; Biblioteca Nacional de
España, 12 de septiembre – 3 de noviembre y Museo de Santa Cruz, Toledo,
diciembre de 2013 - junio de 2014.
* Esteban Lisa; Galería Guillermo de Osma, Madrid, del 19 de
septiembre hasta el 15 de noviembre.
PUBLICADO EN: ABC Cultural (http://www.abc.es/), nº 1107, 28 de septiembre de 2013, pgs. 18-19.